Al intentar describir a Santiago, es casi inevitable no caer en los ‘lugares comunes’. El mirá vé, todo aquí es cuestión de pandebono porque Cali es Cali y lo demás es loma, retumba como eco en nuestra definición de ciudad.
Sin embargo, ¿vos sabés en
realidad dónde estás parado?
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital
Mundial de la Salsa’?
-No sé.
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital
Mundial de la Salsa’?
-Ni idea.
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital
Mundial de la Salsa’?
-Porque tenemos el swing.
“Llegaron a la
Caseta Panamericana, situada en el antiguo hipódromo. Todavía existían las graderías
del viejo edificio, y estaba así de gente, No cabía un alma, pero ellos
llevaban extraviada el alma, así encontrarían campo, las boletas aún no estaban
agotadas. La luna le causaba hinchazones como de pus al cielo, y Rubén no lo
pensó dos veces: se tiró de cabeza entre la gente para ver si se ubicaba en la
cola, porque se oía música adentro, las trompetas alpinistas, el zapateo, la
bullaranga buena, pero “No seas loco”, dijo Salvador, y lo sacó de un brazo,
“Antes de meterse allí vamos a meternos un Barbaco, que vea”: y abrió la mano:
“Ya estaba armado, acá detrasito (Más vale vigilar a este pelado, que está muy
pepo)”. “Fresco –dijo el Tuercas-, yo me lo conozco, ¿sí o no, Rubén?
¿Chévere?” “Chévere”, dijo él. “¿Cheverísimo?” “Cheverísimo”, dijo él. ¿La
verraquera?” “¡La verraquera!” “¿Tremenda soda?” “Solladísimo”.”[i]
Eso pensó
Andrés, sus dedos lo plasmaron para la posteridad. Caicedo documentó aquella
transformación cultural.
No
era un año normal, era uno bisiesto, con un día de más. Feria de Cali, la
cuestión no era de pandebono, esta vez, era de bestias, de música, de ‘jalá pa’
aquí y jalá pa’ allá’.
Fecha: Diciembre de 1968
Hora: 8 pm
Lugar: Caseta Panamericana.
¿Caseta?,
caseta improvisada, caseta de guadua, caseta de madera.
Como
quien juega a deletrear lo primero que se le viene a la mente; quién creería
que madera, guadua, zinc, aserrín, mucho aserrín; y luces, muchas luces,
cambiarían por completo la historia de esta ciudad. Cali se marcó por una
rumba, una, que aún retumba en el timbal.
Era
la primera vez, ‘las bestias’ llegaban a Cali, llegaron cargados. La descarga
de esa noche, no sólo dejaría a Bobby sin camisa, sin botones, no; la descarga
de esa noche, cambiaría por completo a Santiago*[ii],
todo su contexto social y el entramado cultural. Ellos no se imaginaban, pero
esa mezcla, esa mezcolanza sin nombre aún se convertiría en una idea, un
imaginario, una realidad: una ciudad.
“Recuerdo la primera vez que
vinimos en el 69 –cuenta
Richie- y ¡Oh my God! Fue un viaje
legendario, porque cambió nuestras vidas. Ahí fue cuando conocimos a Colombia,
a las colombianas, toda esta cultura, toda esta gente chévere, rumbera; tocaban
los discos de nosotros en una velocidad más rápida, eran locos con la salsa.
Nosotros para ese entonces
estábamos experimentando, no existía la salsa como tal. Estábamos mezclando
diferentes cosas, empezamos con una cosa que se llamaba Bogaloo, y del Bogaloo entramos en lo que es
la salsa, y lo que notamos fue que la gente de aquí se lo tragaba todo, le
encantaba. Le encantaba la música.
El día que fuimos a tocar, tres
veces le rompieron la ropa a Bobby, las mujeres eran agresivas con él y querían
un cantito ¿verdad?”[iii]
Un
‘cantito’, le llama Richie, sí, ese mismo, Ricardo Cruz, el que viene de frente con su sonido bestial, el
maestro del piano, el rey, uno de los ‘Reyes de la Salsa’.
Para
el 68, los caleños, no tenían aún clara su identidad, ese simple “cantito”,
significó todo un choque cultural:
“Richie Ray dividió los ánimos,
los afectos musicales en este lugar de la provincia del Valle del río Cauca,
hasta provocar una confrontación social e intelectual entre sus habitantes,
delante de la música como vehículo determinante de la identidad cultural. Para
una ciudad mayoritariamente mestiza, los festejos decembrinos se convirtieron
en la necesidad de un arraigo definitivo en los ritmos Caribes, en un evidente
adiós a otros aires musicales provenientes del interior del país. Esta onda, no
obstante, se detuvo en los 80’, con una fuerte irrupción del vallenato, el
ritmo propio de la costa norte colombiana, el cual permanece hasta hoy en
bailaderos y emisoras especializadas. Tierra caliente, distante dos horas del
océano Pacífico, Cali se convirtió rápidamente en centro de la actividad
musical antillana, a la par de Nueva York, Puerto Rico, Venezuela y República
Dominicana”.[iv]
Para
ese entonces, Nelson y sus estrellas, los Graduados y los Hispanos sonaban en
la ciudad; el ‘Loko Quintero’ halagaba al Paisa Bedoya. La burguesía caleña,
los de alto estrato social, se identificaban con la música del interior. La
pachanga y el jolgorio se formaban a punta de música decembrina; la salsa era
para los pobres, para la ‘plebe’.
Esa
misma plebe, que se tomó aquél concierto; se tomó la ciudad. Después de que
Richie descargará y Bobby la cogiera, nada volvería a ser igual. Las fronteras
entre las diferentes clases sociales se esfumaron; aquel concierto representó
para Santiago de Cali una transformación abismal. Encontró en ritmos ajenos, en
ritmos del norte, del norte, bien al norte del continente, su camino; su sabor.
“Hello, hello, okey: everybody happy?
Yeah!!Everybody hot?
Yeah!!
So now take off my clothes!!
Okey we need a bottle we got a bottle
Right we wanna welcome and compliment Okey que pare Changó.
Right now I want to introduce a man who made real hit right here in New
York, right from Brooklyn… We’d like to welcome (tenebroso ambiente,
indesición, del que no tiene ni fen i amparo)… direct from Puerto Rico…
uuuuuuugg rezongar pesado era que Ricardo no quería salir, dicen… direct from
Puerto Rico how about a very, very good man in the past: Bobby Cruz and Ricardo
Ray on piano gimme eeeeeeeey!!”[v]
Es
así como lo recuerda Rubén, Andrés, más bien, Andrés Caicedo. Ese rebelde que
se quitó la vida a los 25 y dejó como última palabra un punto después de una
“A” en la carta que le escribió a Patricia – su novia – antes de suicidarse,
ese mismo loco, narró la historia, la convirtió, la re-hizo y la hizo la
realidad.Como el mismo Andrés lo narra, la pugna, la guerra entre clases, entre ritmos, arremetió aquella noche. Más que un libro de ficción, ‘Qué viva la música’, cuenta con detalles –unos reales y otros no tanto- la noche que marcaría el resto de las noches de esta ciudad.
“Ricardo Ray alternaría con el comodón de Nelson y sus Estrellas y los infames Graduados de Gustavo Quintero. Y no se iba a sentir del todo bien teniendo a su lado a los que nombro de últimos, meros aficionados. Se habla de ese esmirriado trompetista acercándose al micrófono de Gustavo Quimba Quintero, dándole pautas, una más alta que la otra, luego, por lo bajito, el piano, la clave que se instalaba, la voz de Bobby Cruz desfigurando, subvirtiendo, desde el coro, las boberías de Quintero, toda la banda encima, luego Nelson (que por esa época sonaba con mucha más Salsa) ayudando en el golpeteo, en el bataneo, obligando a Nelson y Richie, a improvisar a los Graduados (¡!). Se habla de la vergüenza pública por la que pasaron los paisas”.[vi]
Una
noche, sin duda para recordar, una noche que se perdió en los vericuetos de la
historia, en el pasar de los días. Si Caicedo no hubiera afilado y dibujado con
su pluma, aquella noche no estaría allí. De hecho, no hay un día, no hay uno marcado
como tal. El calendario, se reduce al mes y al año, en el que la salsa tocó las
puertas, tocó las puertas para entrar.
Y a todo el mundo quiere jalar pa' llá.
Que jala jala pa' vacilar
Que jala jala pa' vacilar
El jala jala pa' vacilar
El jala jala para gozar
Que jala jala pa' vacilar
Que jala jala pa' vacilar
El jala jala pa' vacilar
El jala jala para gozar
Y
jalaron y gozaron. Hoy, 45 años después Richie y Bobby lo recuerdan, como un
paso hacia adelante, uno más pa’allá. La relación entre Cali y su carrera
musical, ha sido estrecha, a pesar de que pocos caleños conocen y reconocen en los ‘Reyes’ los precursores de
la salsa, los que trajeron el sabor, ellos hablan de los de aquí con un
sentimiento, parecido a la devoción:
RR:
“Esto ha sido una relación, un
romance, una relación de amor que se estableció desde ese tiempo; han pasado
muchísimos años y verdaderamente yo diría que Colombia, en especial Cali es la
Capital de la Salsa.
Ni en el mismo Puerto Rico, a
decir verdad, Cali tiene un lugar muy muy especial para nosotros. Agradecemos
el apoyo y el amor que hemos sentido durante tantos años”
BC:
“Los caleños tienen ciertos
dichos “Cali es Cali y lo demás… es loma”, y entonces cuando yo le digo eso,
por ejemplo a los bogotanos, ellos dicen “capital es capital, lo demás no
cuenta”, pero si yo les digo a los bogotanos: “los caleños dicen que ellos son
la capital de la salsa”, ahí si dicen que es verdad, no lo discuten.
Cali sí es la Capital Mundial
de la Salsa.”
Aquella
noche terminó y Cali quedo, como el mismo Caicedo lo dijo “Sepultada por la
Salsa”.
Échele salsita
Si
la RAE lo dice, se debe aceptar. Y quién lo pone en duda, quién no ha sentido
esas ganas de moverse, esas ganas de bailar, cuando la salsa empieza a sonar,
bien lo decía ‘La Ocho y Media’, la salsa es un sueño, una ‘pesadilla’: ‘sin salsa no hay sabores, no hay ritmo
sin guaguancó. Sin guaracha no hay alegría, no hay gozadera’.
¿Y quién sabe cómo la gozadera empezó?
La salsa es una cosa que mueve, que excita al
gusto, una cosa que mueve y hace mover al cuerpo. Ritmos caribeños, y
afrocubanos se fusionaron para dar origen a lo que hoy en día se conoce como
este género musical.
A partir de la década de los 70’, se adopta este
término para definir esta mezcla.
Si bien, las fusiones entre el son cubano, música
caribeña, ritmos latinoamericanos y jazz ya existían, sólo con Richie Ray y
Bobby Cruz se comprendió que los no estudiados, los no conocedores, no
comprendían la diferencia entre una guaracha, un chachachá, un bogaloo y un
guaguancó.
El término salsa, para definir al género, nació
en Venezuela, a manos, responsabilidad y voz de un locutor: Phidias Danilo
Escalona.
RR:
“La salsa no existía cuando
comenzamos, en sí la música latina allá en Nueva York, estaba medio calladita,
y nosotros queríamos entrar a hacer algo. Era difícil porque habían unas
orquestas ya con renombre y pensamos que la única manera para entrar era sí
lográbamos llamar la atención.
Comenzamos a hacer música, a
mezclar diferentes cosas: música árabe, música judía, música clásica, rock and
roll.
Lo de la anécdota fue que
fuimos a una entrevista en Venezuela, el locutor se llamaba Phidias Danilo
Escalona y él nos dijo “muchachos ésto no es guaracha, ésto no es mambo, hay
tantas cosas metidas en la música de ustedes ¿qué es eso?
Yo soy Puertorriqueño, pero yo
crecí en Nueva York, casi no hablaba español, y le dije “eso es como el
kétchup”, y yo lo que estaba pensando es que cuando las mujeres cocinan mezclan
los condimentos y hacen la salsa donde está el sabor de la comida, entonces en
lo que pensé fue que mezclamos diferentes elementos musicales.
Pero él pensó que yo estaba era
estornudando cuando yo dije “kétchup, kétchup”, y dice “Bobby, creo que Richie
tiene catarro”, entonces Bobby le explicó.”
BC:
“Le dijimos mira lo que pasa es
que el kétchup es la salsa que se les echa a las hamburguesas para que cojan
sabor y él pensó un momento y dijo “claro, la música de Richie Ray y Bobby Cruz
es: ¡Salsa!”, lo gritó y puso a sonar el piano de Sonido Bestial.
Después de eso, se prendió la
cosa, no había donde presentarnos.
La juventud comenzó a decirnos
“Richie, Bobby ¡salsa!”, lo gritaban a coro y yo dije wow, ésto puede pegar.
En aquel tiempo la salsa no
existía, la primera vez que se le llamo salsa a nuestra música fue ahí,
entonces cuando ellos querían bailar un bolero nos decían “control, Richie,
control”. Eso significaba que querían algo lento para bailar.”
RR:
“No existía antes y quiero
aclarar algo, porque hay quienes dicen que la salsa viene de Cuba, que si la
inventó Johnny Pacheco, que si esto, que lo otro.
Nosotros comenzamos, salió el
nombre, nunca nos sentamos a decir
“vamos a inventar algo y vamos a llamarlo salsa”, no, sucedió sobre la
marcha, pero básicamente el nombre salió por ese señor venezolano y la gente
siguió diciéndolo. “
“El acto de Richie y Bobby, fue el preámbulo para
la creación de la Fania All Stars, por convocatoria exprensa de Jerry Masucci,
un judío estadounidense metido desde muy joven en los barrios calientes de
Nueva York. Logró reunir a los más destacados, bajo el nombre de su madre,
Fania.
En esa luna llena del movimiento musical
afrolatino, brillaron todas las estrellas; Celia Cruz, Yomo Toro, Pete El Conde
Rodríguez, Jorge Santana, Ricardo Ray y Bobby Cruz, Ismael Quintana, Ray
Barreto, Willie Colón, Héctor Lavoe, Santos Colón, Ismael Miranda, Roberto
Roena, Johny Pachecho, Luigui Texidor, Oreste Vilato, Barry Rodgers, Roberto
Rodríguez, Chao Feliciano, Reinaldo Jorge, Adalberto Santiago, Rubén Blades.
Muchos de ellos hicieron partes de los comienzos de la jornada musical de los
año 70’ en Nueva York”.[viii]
La Fania, reunió a los mejores. Richie y Bobby,
hicieron parte de ella.
Para el año 1974 la conversión llegó a sus vidas.
Bobby fue el primero en convertirse, encontró su camino en Dios. Richie no lo
siguió, inclusive, Bobby consiguió un nuevo pianista, pero no funcionó. La
magia, sucedía cuando estaban los dos.
¡Échele salsita! - le dice Doña Martha a Juanita – Échele pues mamita, para que le dé el sabor.
‘Capital es Capital’
Si Cali es Cali, ¿dónde está la loma?
Los caleños nos jactamos, se nos llena la boca a
de orgullo al hablar de nuestro sabor, cualquier canción que hable de Santiago,
se canta a todo pulmón.
El aire se eleva, la sangre hierve, el sabor, las
revoluciones se llevan en el corazón.
El golpeteo de sus sienes no lo dejan escuchar la
música.
Sus latidos, no marcan el rimo habitual, no es
ta-ta, ta-ta, es ta-ta-ta, ta-tá. Esa es la clave, es la clave la que hace que
sus pies se muevan sin parar.
A millas siento tu aroma,
cualquiera justo razona,
-Todos gritan-
Que Cali es Cali señoras, señores cualquiera justo razona,
-Todos gritan-
lo demás es loma.
Y
sí, todos nos jactamos, ¿pero dónde estamos parados?
Era
época de la Conquista, a eso de 1498, Sebastián de Belalcázar viajó con
Cristóbal Colón, éste era su tercer viaje a América. Por aquí pasó Sebastián,
como muchos viajeros. La diferencia, fue que en 1536 él mismo la fundó.
Siempre
fue conocida como una ciudad de paso, su ubicación privilegiada entre las
regiones mineras de Antioquia, Chocó y Popayán, la dejaron sin arraigo. Por
aquí venían, y se iban. Y así. Para 1793, el 20% de su población eran esclavos.
El sentido de apropiación se fue dando, a medida del paso del tiempo, y a
medida de que un paso, los pasos de baile, marcaran y crearan un nuevo camino.
Alejandro
Ulloa, antropólogo salsero, en una entrevista para el diario El País explica: “Entre 1940 y 1980 se fundaron un poco más de 100
barrios populares, construidos por la misma gente en la periferia, en terrenos
ejidos o en las antiguas haciendas parceladas para la vivienda. Miles de
hombres, mujeres y niños participaron de esa construcción, y en ese proceso la
música antillana y la salsa estuvieron presentes en kioscos, terrazas y casetas
comunales, como símbolo de una gesta colectiva”.
¿Usted sabe por
qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
Jaime
Henao, Director de la Fundación Musical ‘El Colectivo’, responde:
“Más bien creo
que sé por qué no lo es. En esta historia nadie se pone de acuerdo. Se dice que la capital del Jazz es Nueva York, entonces vos llegás cualquier día de la semana y cogés un periódico y ves los bares, escogés y vas. Vos sos un ejecutivo, y buscás pasar la noche.
Entonces, ese
mismo ejecutivo, viene a pasar un tiempo en Cali y viene en el mismo plan y
¿qué encuentra?, nada, ¡nada!
¿Cómo así que
somos la Capital Mundial de la Salsa?
Si la salsa no
se entiende como un fenómeno sociológico antes que musical, es muy difícil
asumir qué representa para nosotros. Aquí no hay fervor. Aquí todo es por
decreto.
El sentido de
apropiación del caleño es un sentido esnobista”
Mientras
Jaime lo duda, Alberto no sabe, Beatriz no sabe, Andrea no tiene ni idea. Lo
cierto, es que los campeones mundiales, son de acá, o que lo digan Adriana y
Jefferson, los campeones de la salsa como baile deportivo en los Juegos
Mundiales.
Según
la Secretaría de Cultura y Turismo, hay más de 100 escuelas de baile y 3
asociaciones que las respaldan: Asosalcali, Asobasalsa y Fedesalsa son la cuna
de los nuevos talentos, de los bailarines que buscarán esa representación.
El
sabor de la salsa, llega a ser amargo, sobre todo cuando se goza, sin una real
apreciación. Un caleño promedio, se
jacta del Grupo Niche, de Jairo Varela, de Chipichape, del sabor; pero poco
sabe de su proveniencia.
O
como diría Caicedo, mientras tanto: “tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de
tu confusión.”
Mirá, Cali, Aguzáte, te están
velando. Te estás velando. Si no sabés de dónde venís, no sabés pa’ dónde vas.
Si no sabés cómo aprendés, ¿de qué te sirve bailar?.
[i] Qué viva la
música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 133
[ii] *Santiago de
Cali
[iii] Entrevista
realizada por María Fernanda Lizcano y Lina María Álvarez a Richie Ray y Bobby
Cruz, 6 de Julio de 2013
[iv] La verdadera
historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
[v] Qué viva la
música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 138
[vi] Qué viva la
música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 139
[vii] II
Definición según la RAE de la palabra ‘salsa’
[viii] La verdadera
historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
-
Gómez, A (1985). Historia de
Cali. Cali: Ediciones Andinas.