2.13.2015

La cruz del equilibrio


Su piel lo grita y su boca lo canta. En el brazo derecho tiene tatuado una cruz formada por cuatro flechas que representan el 'Equilibrio', el mismo nombre del último albúm que lanzó el año pasado bajo en sello de Sony Music. Para Santiago Cruz, la música es vida y por eso hay que compartirla. El próximo 21 de marzo estará de paso por la ciudad en su gira 'Estar Vivos'.


¿Por qué 'Estar vivos'?
'Estar vivos' es una de mis canciones favoritas del disco. Es una canción coescrita por Fernando Osorio. Un compositor colombo-venezolano con el que ya había escrito otras canciones hace varios años. Decidí que la gira llevará este nombre porque me gusta mucho el mensaje que da la canción, creo que vale la pena ser resaltado.
¿Qué lo hace sentir vivo?
Una de las cosas que me hace sentir vivo de la forma más intensa es subirme a un escenario a cantar para la gente. Eso le da sentido al nombre de la gira.  Y por supuesto, también lo hacen el hecho de hacer música y ver crecer a mi hija.
¿Cuáles son sus expectativas con 'Estar vivos' después del éxito del disco?
Espero que la gira tenga la misma acogida que el disco. 'Equilibrio' en menos de un mes fue Disco de Oro en ventas físicas en el país, algo que es un gran halago en estos tiempos. Esta gira la emprenderemos a nivel latinoaméricano, lo que evidencia que hemos ido creciendo. Lo que esperamos es que el número de gente, ciudades y países aumente.
¿En qué países se va a presentar?
Voy a estar en Argentina, Chile, Ecuador, México y Venezuela. Me hace mucha ilusión llegar hasta Puerto Rico y Perú. Voy a estar en un festival de cantautores en Guatemala, en una ciudad llamada Antigua. Por otro lado,  estamos organizando fechas para presentarnos en España. El 2015 es un año que se viene con muchos conciertos,  mucho viaje  y guitarra al hombro.
¿Se aproximan conciertos con Andrés Cepeda y Juan Fernando Velazco?
Nos estuvimos presentando el año pasado, pero por ahora en el panorama no lo tengo presupuestado.
¿Qué tiene tatuado en el brazo derecho?
En el brazo derecho tengo un precolombino de la Cultura Tolima, una cruz que armé con mi equipo cuando salió el disco 'Cruce de caminos', una manilla tipo tribal en la muñeca y el logo que sacamos para el albúm que representa el equilibrio.
¿Cómo le fue en el lanzamiento online de 'No nos digamos mentiras'?
El 3 de este mes lanzamos el vídeo. Estoy muy contento y satisfecho con la bienvenida que le dieron a la canción las distintas emisoras, la gente en las redes sociales, en YouTube. Lleva muy poco y ya tiene más de 400.000 views. Es grato saber que después de lo que pasó con 'Cómo haces', tenemos un seguimiento de la gente con 'No nos digamos mentiras'.
Durante su carrera usted dijo que estuvo a punto de decir "no más", ¿por qué?
Uno en esta carrera, tiene momentos más cercanos a lo que uno soñaba o esperaba que otros.  Antes del albúm 'Cruce de caminos', los dos primeros discos no tuvieron el éxito comercial que esperaba. Realmente, tenía mucho que ver con una confusión interior muy fuerte que se fue calmando. Cuando realmente le dejé de echar la culpa a los demás por lo que pasaba o no con mi carrera y empecé a trabajar por ella sin ningún tipo de disculpas, todo empezó a fluir.
¿Qué tanto lo marcó prestar servicio militar?
A mí me pareció una experiencia muy valiosa. Tuve la oportunidad de nacer en una familia de clase media donde no nos faltaba nada. Llegué allí y vaía a la gente muy contenta porque durante un año tenía la comida garantizada, porque iban a estrenar uniforme. Fue un choque con la realidad, una experiencia que me marcó. Allí entendí que todos somos iguales y pude concebirlo de la manera más cruda y vivencial posible.
Si no fuera cantante, ¿qué le hubiera gustado ser?
Me hubiera gustado tener talento para jugar fútbol bien y poder dedicarme a eso. Pero como no lo soy, soy un gran aficionado del Deportes Tolima.
¿En que otro género le gustaría incursionar?
Pienso que cualquier experiencia musical debe nacer de un afán meramente artístico. Soy un enamorado de la salsa y me encantaría algún día hacer un disco de salsa, pero como un afán creativo, nunca como una estrategia comercial. Algún día me daré el gusto de hacer un disco.
¿Con quién le gustaría compartir escenario si lo intentara con la salsa?
Ruben Blades me parecería un sueño. Es un artista integro en todos los campos; un hombre muy lúcido y coherente, características que admiro en un ser humano.
¿Cómo le va en su faceta de padre?
Yo espero que bien, es una pregunta que algún día tendrá que responder mi hija. Yo hago el intento y doy lo mejor de mí para desempeñar un buen rol.
¿Qué ciudados tiene con su voz?
Soy sincero: no tanto como debería. Sobre todo antes de cada show, hago mis ejercicios de calentamiento. Procuro no tomar nada muy frío. Lo más importante son los ejercicios, pero creo que debo hacerlos con más regularidad.
¿Cómo vió a los artístas colombianos en los Grammys?
Disfruté inmensamente que hayan estado nominada la maestra Toto, a la gente de Choquibtown y al papá, Carlos. Me pareció una cosa inmensa que Juanes haya cantado en español su disco, con su banda. Los que estamos en esta industria sabemos lo que significa tener la posibilidad de cantar allí.
¿Santiago Cruz sueña con el Grammy?

Yo vivo el sueño de la música. Mi sueño siempre fue hacer músca, pagar las cuentas de la casa, comprar los pañales y el mercado con el fruto de lo que hago. Tengo la fortuna de vivir mi sueño desde hace varios años ya.

11.19.2014

Agúzate

Como en todo romance, siempre hay un punto de quiebre. Un hasta luego que parece adiós. ¿Un dueto musical sufre también los rigores del amor? Esta la historia del noviazgo que durante cincuenta años ha mantenido unidos –aunque no siempre- a Richie Ray y Bobby Cruz.  “Yo lo necesito, los dos somos uno”, dice Richie hablando del que podría ser el hombre de su vida.




Aquel lunes a Richie se le puso “temblorosa la mente”. No sabía qué pasaba, algo le faltaba. El vacío entre él y su vida se agrandaba. Lo primero que pensó: “estoy fumando demasiada marihuana”, pero no.  En un monólogo con Richie, Ricardo le decía que era Dios. Podía escuchar su voz como si le susurrara al oído: “yo soy todo lo que tú necesitas”. Ese día, la bestia, el Rey de la Salsa, el de la combinación 3-4-7 que revolucionó el ámbito musical, comprobó que aquella canción grabada cuatro años antes, sería como una predicción: Siento una voz que me dice agúzate, que te están velando.

Ricardo Maldonado y Richie Ray son el mismo hombre con diferente nombre. El mismo hombre que aquél lunes de 1974 se partió en dos, como su vida y su carrera musical. Ya llevaba bastante tiempo sintiéndose como Pagliacci, se veía a sí mismo como un payaso que llora por dentro. Como un músico completo, con una vida vacía. Lo primero que hizo, como siempre, fue llamar a su hermano del alma, a su compañero de orquesta, a su otro yo:

-¡Bobby, el Señor me habló!

-¿Qué te dijo?, ¿cuánto va a pagar?

Roberto Cruz, Bobby Cruz, no entendió. Ese mismo año se habían ganado un concurso en el Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico, una maratón de 12 horas que los posicionaría en la cima, ya no eran Los Durísimos, como para ese entonces se les conocía. Ahora eran los reyes de su género: Los Reyes de la Salsa. Bobby, pensaba que se trataba de una nueva presentación; jamás imaginó que aquél lunes, aquella llamada, aquella semana, marcarían el fin de su relación. Richie, vivía un proceso interno de conversión, que para Bobby no era más que una locura del montón.

-¿Qué pasa?, ¡te volviste loco!  Bobby repetía. Al igual que los presentadores de entretenimiento en las principales cadenas de televisión de Nueva York. ¿Cómo era posible?, nadie lo sabía. Sin embargo, Richie mantenía firme su desición: “A mí me encantaba todo lo malo, pero era una propuesta que no podía rechazar. Necesitaba cambiar, aunque para mí esa gente era pentecostal”.

Después del escándalo, una brecha se abrió entre los dos. Las discusiones comenzaron, los días se alargaron, el desencuentro se convirtió en desesperación:
-Richie, te traigo algo que no puedes rechazar.

Afirmaba Bobby, con gran convicción mientras abrazaba con cada uno de sus brazos a dos mujeres de belleza prodigiosa. Unas gemelas paisas que se acomodaban el cabello mientras Richie abría la puerta de su habitación en un hotel de Nueva York.

- “Eran hermosas, despampanantes. Pero en el cuarto, empecé a hablarles de Dios”.

El  comienzo del fin, terminó. Ya era definitivo. Richie había perdido la cabeza y Bobby su paciencia al escucharle hablar de Dios. De inmediato, Bobby consiguió un nuevo pianista, buscando un consuelo en los dedos musicales de otro amor.

A pesar de la separación, Richie tenía la esperanza de volverse a encontrar con su compañero. La música de Bobby sin el piano de Richie, no tenía razón.

Aunque muchos sospechaban y aseguraban que eran homosexuales por la cercanía que los caracterizaba; el único homosexual  resultó siendo el tercero en este triángulo de amor. El punto de divergencia y el motivo de desunión, veía en Bobby una pareja, no sólo en el ámbito musical, sino también, del corazón.

Cuatro meses pasaron para que lo obvio sucediera: mi amor por ti, no ha terminado... te confieso mi amor, estoy desesperado. Richie, lo recibió con los brazos abiertos y con la biblia en la mano: “te presentó a la salvación”.




11.18.2014

Laura Restrepo: Laura de mi amor.




Laura, no es una mujer normal. Tiene los ojos bien abiertos y los oídos bien despiertos, a tal punto que no puede dejar de preguntarse y preguntar el porqué de todo.

Nació en 1950, estudió filosofía y letras en la Universidad de los Andes para luego enfocarse en las Ciencias Políticas. Fue maestra, activista, periodista y ahora, escritora. Una de las mejores.

Es zurda, izquierdista. Jugó con el Trotskismo como militancia política, al igual que jugó un papel importante en los procesos de negociación con el M19 durante los años 80. Como parte del Comité de Verificación de Paz, siempre andaba con un pañuelo blanco en el bolsillo: no sabía cuándo tenía que amarrarlo a un palo y usarlo como escudo ante el fuego cruzado.

Tuvo que abandonar el país, se refugió en México donde el diario La Jornada y la revista Proceso labraron sus caminos como periodista. Cinco años después regresó a su patria, “donde la muerte campea, reina y señora", a trabajar para la revista Semana y la revista Cromos. Llegó incluso a dirigir el Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá.

Sus relatos, todos y cada uno de ellos, tienen un sello personal; una marca que sólo ella les puede dar. Ésos testimonios de vida, ésa construcción sencilla pero eficaz de los personajes, ésa particular descripción de los espacios, ésa prosa ágil y directa, ése sentido del humor, ésa manera diferente y característica de narrar, ésa maña de trasgredir las normas, de comerse los puntos, de jugar con el lenguaje; ésa Laura que tilda adrede palabras porquesí, es la misma de la que cualquiera se puede enamorar.

Casada con el periodismo narrativo, se dejó seducir por la magia de la literatura: “En la ficción hay una capacidad de interpretación que va un poco más allá”. Sin embargo, y a pesar de que desde los 90 se haya decidido por la musa literaria, sus producciones, siempre, sin excepción alguna, terminan salpicadas por su primer amor: el oficio periodístico.


Sus letras, siempre impregnadas de pasión: amor y dolor, no sólo retratan un país verde y sangrante como Colombia, sino también, muestran los enredos y nudos de la existencia humana a través de historias simples. Historias únicas, personajes singulares, lugares que hablan, palabras que saltan y se convierten en barcos de papel, capaces de llevar al lector a otros mundos.


Laura, no es una mujer normal. Para mí, es la mejor periodista y escritora de este país de ficción.


"La vida se debate en aguas profundas mientras las palabras y las explicaciones resbalan sobre la lisura de la superficie".








11.09.2014

Cuando el Pacífico es canción.




Aquí, la música no es sólo eso. Aquí, es un espíritu, un alma, una negra con un corazón grande y de voz ronca. Una tradición que va de boca en boca, de canto en canto. Aquí, en esta tierra: un punto perdido entre el agua del río y el mar. El Pacífico Sur canta, vibra y baila al son de su propio compás.

Ella, cuelga del techo. El corazón le late y cuando Genaro la toca, empieza a cantar. Ella, ‘La Marimba de los Espíritus’, con sus más de 80 años, marca el tono que las cantadoras seguirán con su Guasá. El bombo, lleva la base y el punto. El río, camina lento a sus pies.

Allí están ‘Los Torres’, o al menos cuatro de sus integrantes: Pacho, Genaro, Eloisa y Mercedes. Hijos, primos, nietos, herederos de esta tradición. Se dice que Leonte, su abuelo, fue el primero en construir una marimba por esta región. Guiado por el diablo, aprendió a tocar cada nota como nadie más lo haría, como nadie más lo ha hecho. Cuentan que le echaba la bendición a sus catorce hijos con la punta de caucho de las baquetas, antes de golpear un pedazo de madera de chonta musical.

A cinco metros sobre el nivel del mar, 2688 kilómetros cuadrados alojan a más de 30.759 habitantes. 30.759 guapireños pertenecientes a esta tierra fértil. Más que a la tierra, al río. A ese río grande que bautiza a su municipio. El río Guapi es la arteria aorta de esta población. De sus aguas, no sólo sale su alimento, su sustento, su bebida; de allí, brota su música, sus cantos, y por qué no, sus sueños.

Él vive en cada canción”, recalca Carmenza Ocoró,  “nosotras cantamos al son de la marea”. Así es como ella, cantadora de cuna, explica la importancia del río en sus tonadas, en la fuerza dueña de su voz: “Mientras más duro suena el río, más duro habla la gente. Más fuerte cantan las de allá”; lo dice, mientras señala al norte, donde están veredas como San Antonio, El Carmen y Limones; veredas que son casa de más mujeres, que como ella, le cantan a la vida, a la virgen María, a los santos, a su razón de ser: el agua que las vio crecer.

Y es que ellas crecen cantando. Dicen que una cantadora no se hace, una cantadora nace, y fieles a su devoción, se dedican a ello toda su vida; le regalan su voz a los años.

-¿Desde cuándo empezó cantar, Doña María?

Yo empecé a cantar desde que nací. Desde que tuve uso de razón. Una nace con un don. Nadie nos enseña nada. Sólo con el oído aprendemos. En ese tiempo, una no tenía estudio de música, lo hacía con la voz de Dios”, cuenta Doña María, quien con sus más de 80 años, es una de las cantadoras más viejas de la región.

La vida, nació con la música. Según Doña María y la sabiduría popular, el Niño Dios, trajo consigo los arrullos, y con ellos, la razón de ser de esta tradición: “La mamá de la virgen María es Santa Ana. Cuando el Niño ya había nacido, la mula y el buey que estaban al lado, lo arrullaban. En ese momento ella empezó a cantar. Nosotras le respondemos:Abuela Santa Ana, qué dirán de vos, que sos soberana y abuela de Dios”.


Paola Ponce, también es cantadora. Tiene 19 años, y su sonrisa es de color algodón. Es dulce, como un turrón de azúcar, y encanta a cualquiera con su voz: “A mí me gusta la música folclórica, pero yo canto baladas. Hace cuatro años gané un concurso en el colegio. Sin embargo, las demás cantadoras no están de acuerdo; me tocó dejar la otra música para no traicionar la tradición”, se cuestiona mientras nos cuenta, se pregunta por qué otros géneros no son permitidos, por qué hay canciones que no caben en su voz.

Las matronas, la señalan. Ella calla, pero sabe que algún día la vida le dará la oportunidad de hacer una fusión: “más adelante, me gustaría hacer algo diferente. Tener en cuenta la música folclórica, pero no dejar lo que me gusta”. Paola, es de las pocas adolescentes que han salido de Guapi; con el orgullo de representar a su gente. Con el grupo Amanecer Guapireño ocupó el tercer lugar en la categoría de Marimba en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez de este año.

Las cantadoras son la música y su letra; la tonada y el ritmo que deben seguir los demás instrumentos. Son las mujeres que acompañan al grupo y le regalan la energía de su voz. Una agrupación musical se compone de más de seis instrumentos: una marimba, dos bombos –un arrullador y un golpeador-, dos cununos –una hembra y un macho-, y los guasás.


La marimba, es un armazón de 23 láminas de madera de chonta, 23 tubos de guadua, y un tronco bañado en fibra vegetal. Su fabricación es manual, su afinación al sentido, es decir, al oído del marimbero que intenta afinar el resonador. El 18 de julio de 2011, la marimba fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Otro orgullo colombiano como el Carnaval de Barranquilla, San Basilio de Palenque, el Carnaval de Blancos y Negros, y las procesiones de la Semana Santa en Popayán, que también hacen parte de la lista.

El bombo, por su parte, más que un tambor,es el condimento que da el sabor. Despojado de su carne, el árbol de balso se convierte en instrumento. El arrullador, que es más pequeño, lleva la base; y el golpeador, que es más grande, le da fuerza a cada canción. Las baquetas, más conocidas como palos, están hechas de esta madera también. La punta, recubierta de cuero de vaca o de caucho, brama como un animal con cada toque que se da.

Los cununos, se diferencian por su sexo y tamaño. El macho tiene 120 cm de altura, mientras su hembra, tan sólo 60. El hombre, es bajo y ronco: es el que repica. La mujer, lleva una tonada alta y clara: es la que lleva el compás. Se toca con la mano, con las palmas, con los dedos, con la piel.
El guasá, es un trozo de guadua cerrado por dos discos de caña de balso. Está llenito de piedras, de semillas secas, de achiras. Quienes lo fabrican, ven en ese pedazo de 60 cm un lienzo: dibujan líneas, figuras geométricas y ondulantes. Le dan personalidad, fuerza y hermosura, que se reflejan en las sacudidas que le pegan al corazón.

-¿Se va a purgar?

Pregunta Pacho, mientras ofrece tragos amargos de Viche para empezar el ‘rumbón’.

Es una casa zurda, echada pa’ un lao’. A decir verdad, está a punto de caerse. Nueve escalones de madera la separan del río. Abajo, algunos cangrejos pequeños escuchan con atención. Las hendijas del tiempo dejan pasar el sol. Arriba, no es techo. Es el atardecer reflejado en el río que se mete en la casa. Son sus ondulaciones, sus curvas, su sensualidad. Es el agua que baila en el techo, y nos anima también a bailar.

-¡Ay démele palo!,
arrulla Genaro mientras toca la marimba.
- a la condenaa…

Responden Eloisa y Mercedes, mientras agitan con una furia indómita sus guasás.

Francisco y Genaro, son sólo dos de los nueve hijos de José Antonio Torres. Hermanos de Gualajo -merecedor del premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura del año 2013-, siguen viviendo en la misma casa de madera que construyó su abuelo en Sansón,corregimiento a 15 minutos en lancha rápida desde Guapi. Esa caja musical, se ha convertido en un conservatorio para los más importantes exponentes de la música tradicional del Pacífico Sur. Hugo Candelario, aprendió allí a tocar ese instrumento, que para Los Torres, es más que un simple“plato de madera”:

“La marimba tiene espíritu. A como uno está hablando, así tiene que hablar ella. Una marimba solamente hecha, no puede cantar, es sólo un plato. Eso apenas hace bulla. A ella, le tiene que poner corazón. La marimba es armonía, es alegría; usted se puede estar muriendo, pero si oye en una marimba, un bambuco, usted se para a ver qué queda. Usted la escucha y no quiere morirse. Es lo primero y lo último de esta vida”, reflexiona Genaro, el hermano mayor.

Pacho, por su parte, mastica bien sus palabras antes de escupirlas. Prefiere tragárselas y pasarlas con un trago de viche. Mirando fijamente a la nada, revela en su afirmación un todo amargo: “a la marimba de hoy en día, le hace falta corazón”.

Recuerda como en sus tiempos la columna vertebral de la vida, era la música. Esa música sagrada que hace hervir su sangre y lo llena de emoción: “Nosotros nacimos sobre la música. Esto viene de nuestras raíces, porque esto es de África y somos afrocolombianos.Ahora es que se están poniendo a hacer la marimba  con afinador, con afinador de piano. La marimba queda elegante, pero sin alma, sólo con cuerpo”.

-¿Acaso la marimba está viva?

Ríe. Se quita el ‘Piel Roja’ de la boca, y dejando escapar una bocanada de humo azul, hace un gesto con su mano derecha; calla los pensamientos e invita sólo a escuchar.

-Poromponpón,poromponpón, poromponpón-, late el corazón.

Silvino Mina, es otro de los grandes exponentes de la música tradicional. Este año fue homenajeado en el Festival Petronio Álvarez reconociendo su gran influencia en el ámbito cultural. Tiene 84 años, cuatro hijos, dos dientes y lleva encima cuatro operaciones de hernia en el mismo lugar. Está sentado, mirando al infinito, esperando a que la vida le responda el porqué de su soledad: Solo, solo, solo.Así es cómo me siento”, repite una y otra vez.

Lleva una camiseta amarilla ya curtida por los años, y una pantaloneta gris remarcada con letras negras a los costados que hablan otro idioma y gritan en mayúscula: ‘QUICKSTOWN’. En su cabeza, una gorra negra marca Puma; en su cuello, un escapulario plateado; en sus pies, unos crocsEvacol con huequitos. Orificios pequeños por los cuales se le meten los mosquitos como hormigas, buscando su nido.Más que un Mina, es una mina de conocimiento:

Tengo más de 80 años. Yo empecé a tocar marimba de muchachito. Cuando nací, encontré en mi casa una marimba negrita, un bombo, y un cununo. Yo no tuve nadies que me enseñara. Solo, solito aprendí. Cuando tocaba me sentía alegre, era muy feliz”.

Recuerda Silvino, mientras se queja de un dolor en su brazo derecho que no lo deja trabajar. Por estos días, Elkin, su nieto, es quien fabrica los pedidos de instrumentos a entregar: “este brazo ya no lo puedo mover. Llevo varios días pringándome con agua mala, pero nada. Nada pasa”.En sus ojos se forma un río de lagrimas de sal: “A veces me coge un asaramiento terrible. Ya tengo los sentidos perdidos”, remata.

Y es que Mina, no es el único al que los sentidos traicionan. Guapi, de alguna manera lo padece: se está quedando sordo. A pesar de que el Ministerio de Cultura y la Coordinación Departamental de Cultura, en asociación con la Alcaldía de Guapi, destinan anualmente un dinero para promover la fabricación de marimbas bajo el programa ‘Oí marimba’, éste se pierde. Más de cien millones de pesos que se diluyen entre los dedos de quién sabe quién, mientras en Guapi, las marimbas que quedan no alcanzan a llenar ambas manos.

La corrupción, hecha hombre y bajo el nombre de Yarlei Ocoró, exalcalde de Guapi; salió corriendo de su despacho el pasado 12 de agosto del presente año. Doce multas por no rendición de cuentas, negligencia y abandono de cargo, hacen parte del prontuario que adorna los documentos de la Contraloría General del Cauca  desde su suspensión.

Aquí, donde la gasolina cuesta cuatro mil pesos más y el 80% de la población pertenece al estrato uno;la música, ha logrado callar a la violencia,hacerse oír, y devolverle la tranquilidad a sus habitantes. Quienes indiferentes ante esta situación, prefieren entonar un arrullo y olvidar sus penas con una canción.




A pesar de los malos tragos, Guapi no pierde su ilusión. Yamilé Cortés, cantadora del grupo Semblanza –quienes este año ocuparon el segundo lugar del Festival Petronio Álvarez en la categoría de marimba- sueña y cree fielmente en el poder de una canción: “Yo no pensé que la música me fuera a llevar tan lejos, no sólo nos abrió muchas puertas, sino también los ojos. Aquí nunca nos enseñaron a soñar, a ver más allá de estas cuatro paredes”.

Cuatro paredes formadas por río y por selva. A Guapi, como a los demás municipios del Departamento del Cauca, ubicados lejos de las urbes, sólo se llega por aire o por mar. Los niños juegan en la calle, su inocencia se hace notar: “Yo todos los días me tiro al río a nadar, o si no uno coge un olor feísimo”, nos dice Juan, de nueve años, mientras eleva sus sueños pegados a la cola de bolsas plásticas que adornan su cometa.

La música es una bendición. Es la puerta de salida, de salida de emergencia. Es esa que mantiene abierta y muestra a los jóvenes y niños, nuevos caminos por recorrer, senderos por rehacer. El futuro más azul que gris, ondea sobre sus cabezas y les recuerda que para llegar al cielo, deben aferrarse a sus raíces. A su música. A su sabiduría: a la popular.



A 10 kilómetros de Guapi, está Sansón:

En esa casa en medio de la nada, no sólo se escucha. Allí se siente, se vive, se prende, y se aprende. Es una energía indescriptible. Cuando la familia Torres toca, el tiempo llega con una botella bajo el brazo. Se detiene y ya no quiere más correr. Se queda allí y se deja llevar suavecito por el arrullo a San Antonio. Descansa y nace ahí, un instante eterno.

Currulaos’, bogas, bundes, jugas y abozaos’, aplauden mientras esperan impacientemente su turno. El turno de bailar, y hacer mover hasta las vigas de madera que sostienen nuestra humanidad.

Ya son las 6:30 pm. El atardecer nos abraza, la música para. Del río, ya sólo nos separa un solo escalón.

“¡Lástima que uno se muera!”, le gritan ‘Los Torres’ a la vida que los vio nacer.

5.01.2014

Los invisibles

Las precipitaciones de los meses de invierno, siempre dejan estragos en la ciudad. Daños, que aunque sólo son materiales, se cuelan en lo profundo de la gente. Gente, que no sabe qué hacer, que grita, que llora, que corre, que pide auxilio, que busca y rebusca la manera de menguar la furia de la naturaleza. Gente invisible, a la que se le da la espalda.

Al recordarlo, su voz se entrecorta. En su cabeza aún llueve: los recuerdos no paran de caer. Ahí, en el antejardín de su casa, aún se encuentran tirados en el piso los procesos de Desarrollo Comunitario que adelantaba. Ahí tirados: mojados, enlodados, manchados, perdidos. Dice que su vida, al igual que su lucha, cambió; que la poliomisitis y sus espasmos, no se comparan con el dolor que un simple aguacero le causó.

Es miércoles, y la semana se parte en dos al igual que el cielo. No llueven maridos de milagro. El aguacero se desata. En esta época es normal que llueva. Cali caliente, deja de serlo, ahora, huele a tierra mojada. Es un 12 de marzo, la tarde llega pasada de agua.

Héctor Guazá es abogado. Después de trabajar como servidor público y como Secretario de Gobierno de un municipio del Cauca; se ha visto obligado a quedarse en su cama. El año pasado, le diagnosticaron Polimiositis, una enfermedad musculo esquelética, extraña y huérfana; una enfermedad que sólo  uno de cada 100 mil habitantes padece.  Vive en el Barrio Santa Mónica Popular, ubicado sobre la Autopista Sur Oriental. Allí, su esposa y sus cuatro hijos lo acompañan.

No sabía qué estaba más frío, si el piso o su alma. Estaba inundado hasta el cuello de angustia y hasta las rodillas, de agua: “La impotencia que da al ver cómo se daña todo lo que con esfuerzo se ha construido, no tiene nombre. Saber que todo se pierde y no podés hacer nada. En mi caso, es una impotencia especial, como mi patología me tiene sin fuerza física, me tocó ver cómo el agua se entraba, sin poder mover ni siquiera una silla y ver cómo mi esposa y mis hijos guerreaban”.

La historia se repite al unísono por todo el barrio. Como si se tratara de un simple corrillo, lo vecinos se reúnen a contar sus penas, a contar cuánto perdieron, mientras esperan.  Algunos, resignados ya, sólo dejan caer el tiempo. Que las gotas se acaben, que la lluvia muera.

Lo cierto, es que Santiago, no consiente mucha agua. Cuando llueve, es normal que la ciudad colapse, los trancones abunden y los talones se empapen. Por los 92 kilómetros de canales de desagüe, pasean 400 toneladas de basura diaria. A pesar de los esfuerzos del Departamento de Recolección de Emcali por mantener las alcantarillas limpias, la basura y los residuos suelen burlársele en la cara. Son más los balones, las tablas, las llantas, los perros y los gatos, que sumados a una inconciencia colectiva, replican los daños que causa una pequeña oleada de agua.

Jesús Orlando Naranjo, Auxiliar de Recolección de Emcali, en una entrevista le comentó al diario El País su experiencia después de 25 años en el oficio: “La gente, explica el hombre, suele pensar que si patea algo por las rejillas que hay en los andenes, nada pasará; entonces hay personas que cuando salen a barrer el antejardín, echan el polvo por allí; cuando matan un ratón que se coló en la casa, lo echan por allí; cuando encuentran una roca en la calle, peligrosa para motos y carros, la echan por allí.”

Hábitos que más que dañinos, son perjudiciales. Hace parte de la rutina trivial de algunos caleños, creer que toda la basura, se la traga la alcantarilla. Pero no, no saben los perjuicios que causan.

Llega la noche, y con ella, la aparente calma. La luz tenue de los postes, acentúa los rostros de la gente. Se congregan en la calle. Sacan el agua, lavan el piso, botan las cosas. Colchones, mesas, muebles y toda clase de enseres se apilan en la acera. La calle misma, es una casa de suelo marrón y piso de lodo.

El agua no cesa, algunos lloran mientras ven lo que el agua se llevó. No son sólo pérdidas materiales, insisten. Son cosas, sí, pero allí, con esas simples cosas, van años de esfuerzo, de trabajo, de recuerdos. Un pedazo de su vida, de su familia, de su hogar.

Aquel aguacero, que según el Cuerpo de Bomberos de Cali, colapsó el 80% de la ciudad, dejó cerca de 20 barrios inundados, dos personas heridas, una mujer muerta, y cientos de daños materiales, que afectaron no sólo a la gente de los barrios, sino también, a las mismas instalaciones del CAM.

50 milímetros de agua, fue lo que según Rodrigo Zamorano, Director del CLOPAD, cayó en tan sólo diez horas. 50 milímetros en medidas pluviales, corresponden a lo que serían 50 litros de gaseosa por cada metro cuadrado de la ciudad.

Diez horas, que aún no se acaban de contar para los habitantes del barrio Santa Mónica Popular.

Hoy, ha pasado más de un mes, sin embargo, algunas cosas no cambian. Aleyda Padilla, otra afectada, cuenta cómo son las cosas en su casa: “Perdimos casi todo. Los colchones, las mesas, la alacena, los equipos, el mercado… Ni para qué hacer la cuenta. Todo este tiempo hemos botado, lavado, mandado a repellar, a lijar, pero las cosas no son lo mismo. Las paredes se llenaron de hongos, y por más que se quiten vuelven y salen. Es desesperante. Ya no sabemos qué hacer.”

No saben qué hacer. Héctor Guazá, convocó una reunión con los vecinos para lograr encontrar solución al problema. Se firmó un acta y se envió al Comité Local para la Prevención y Atención de Desastres, CLOPAD.
Al mes, la respuesta fue rotunda:


Solicitud: 2014 41100257422

“El artículo 56 de la presentada ley nos define de manera expresa los casos para poder declarar la situación de desastre. Es menester informarles que el municipio de Santiago de Cali viene trabajando en el fondo de afectación. Emcali, el Dagma, y la CVC en el proyecto Plan Jarillón Cali, el cual está orientado a eximir de riesgo a las inundaciones de nuestro municipio, mejorar las capacidades de los canales, y las fugas de regulación de agua; y desarrollando encuentros con la comunidad para que no arrojen basuras y escombros a los canales”.

“Después de toda esa leguleyada”, manifiesta Guazá, rematan:

“No es posible brindar apoyos humanitarios como ustedes los solicitan”.

No es posible, según el ente local, no los hay. No los ameritan. Una comunidad de menos de 50 personas afectadas, no les compete. Para ellos, una inundación como esta, no es un desastre; es una simple calamidad más.

La ley pasa por encima que el bienestar común. Cali es el único municipio en el que sucede una cosa de esas, y no se le colabora a la gente con una colchoneta, con comida, con mercado, con café. En los municipios de categoría 6, los más pobres y los más pequeños, no se presenta esto. ¿Es justo que los soportes legales estén por encima de la ayuda humanitaria?”, recalca Héctor, quien sabe lo que dice en su rol de abogado.

Ante la indiferencia de los entes municipales, no queda más que acudir a otros. La comunidad del barrio, aún sigue buscando ayuda. Rebuscándola, rellenando papeles y siguiendo tramites que logren una repercusión a este grito de auxilio.

Como lo mencionaron en una de las reuniones en la casa de Guazá: “mientras no nos manifestemos, nosotros, no existimos. Seguimos siendo invisibles”. Lo triste, es que aún lo son.



11.22.2013

Santiago, aguzáte


Al intentar describir a Santiago, es casi inevitable no caer en los ‘lugares comunes’. El mirá vé, todo aquí es cuestión de pandebono porque Cali es Cali y lo demás es loma, retumba como eco en nuestra definición de ciudad.

Sin embargo, ¿vos sabés en realidad dónde estás parado?
 
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
-No sé.

-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
-Ni idea.

-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
-Porque tenemos el swing.

 
El swing y el tumbao’ se dejan de lao’ cuando de historia se trata. Una Cali llena de esquinas, en cada esquina una historia, relata cómo pasó de ser una ciudad de paso, a ‘tirarse un paso’. Paso a paso, mirando pa’ lante se posicionó como la Capital Mundial de un género, de un ritmo ajeno.

“Llegaron a la Caseta Panamericana, situada en el antiguo hipódromo. Todavía existían las graderías del viejo edificio, y estaba así de gente, No cabía un alma, pero ellos llevaban extraviada el alma, así encontrarían campo, las boletas aún no estaban agotadas. La luna le causaba hinchazones como de pus al cielo, y Rubén no lo pensó dos veces: se tiró de cabeza entre la gente para ver si se ubicaba en la cola, porque se oía música adentro, las trompetas alpinistas, el zapateo, la bullaranga buena, pero “No seas loco”, dijo Salvador, y lo sacó de un brazo, “Antes de meterse allí vamos a meternos un Barbaco, que vea”: y abrió la mano: “Ya estaba armado, acá detrasito (Más vale vigilar a este pelado, que está muy pepo)”. “Fresco –dijo el Tuercas-, yo me lo conozco, ¿sí o no, Rubén? ¿Chévere?” “Chévere”, dijo él. “¿Cheverísimo?” “Cheverísimo”, dijo él. ¿La verraquera?” “¡La verraquera!” “¿Tremenda soda?” “Solladísimo”.”[i] Eso pensó Andrés, sus dedos lo plasmaron para la posteridad. Caicedo documentó aquella transformación cultural.

No era un año normal, era uno bisiesto, con un día de más. Feria de Cali, la cuestión no era de pandebono, esta vez, era de bestias, de música, de ‘jalá pa’ aquí y jalá pa’ allá’.

Fecha: Diciembre de 1968

Hora: 8 pm

Lugar: Caseta Panamericana.

¿Caseta?, caseta improvisada, caseta de guadua, caseta de madera.

Como quien juega a deletrear lo primero que se le viene a la mente; quién creería que madera, guadua, zinc, aserrín, mucho aserrín; y luces, muchas luces, cambiarían por completo la historia de esta ciudad. Cali se marcó por una rumba, una, que aún retumba en el timbal.

 Richie Ray y Bobby Cruz en concierto.

Era la primera vez, ‘las bestias’ llegaban a Cali, llegaron cargados. La descarga de esa noche, no sólo dejaría a Bobby sin camisa, sin botones, no; la descarga de esa noche, cambiaría por completo a Santiago*[ii], todo su contexto social y el entramado cultural. Ellos no se imaginaban, pero esa mezcla, esa mezcolanza sin nombre aún se convertiría en una idea, un imaginario, una realidad: una ciudad.

“Recuerdo la primera vez que vinimos en el 69 –cuenta Richie- y ¡Oh my God! Fue un viaje legendario, porque cambió nuestras vidas. Ahí fue cuando conocimos a Colombia, a las colombianas, toda esta cultura, toda esta gente chévere, rumbera; tocaban los discos de nosotros en una velocidad más rápida,  eran locos con la salsa.

Nosotros para ese entonces estábamos experimentando, no existía la salsa como tal. Estábamos mezclando diferentes cosas, empezamos con una cosa que se llamaba  Bogaloo, y del Bogaloo entramos en lo que es la salsa, y lo que notamos fue que la gente de aquí se lo tragaba todo, le encantaba. Le encantaba la música.

El día que fuimos a tocar, tres veces le rompieron la ropa a Bobby, las mujeres eran agresivas con él y querían un cantito ¿verdad?”[iii]

Un ‘cantito’, le llama Richie, sí, ese mismo, Ricardo Cruz, el que viene de frente con su sonido bestial, el maestro del piano, el rey, uno de los ‘Reyes de la Salsa’.

Para el 68, los caleños, no tenían aún clara su identidad, ese simple “cantito”, significó todo un choque cultural:

“Richie Ray dividió los ánimos, los afectos musicales en este lugar de la provincia del Valle del río Cauca, hasta provocar una confrontación social e intelectual entre sus habitantes, delante de la música como vehículo determinante de la identidad cultural. Para una ciudad mayoritariamente mestiza, los festejos decembrinos se convirtieron en la necesidad de un arraigo definitivo en los ritmos Caribes, en un evidente adiós a otros aires musicales provenientes del interior del país. Esta onda, no obstante, se detuvo en los 80’, con una fuerte irrupción del vallenato, el ritmo propio de la costa norte colombiana, el cual permanece hasta hoy en bailaderos y emisoras especializadas. Tierra caliente, distante dos horas del océano Pacífico, Cali se convirtió rápidamente en centro de la actividad musical antillana, a la par de Nueva York, Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana”.[iv]

Para ese entonces, Nelson y sus estrellas, los Graduados y los Hispanos sonaban en la ciudad; el ‘Loko Quintero’ halagaba al Paisa Bedoya. La burguesía caleña, los de alto estrato social, se identificaban con la música del interior. La pachanga y el jolgorio se formaban a punta de música decembrina; la salsa era para los pobres, para la ‘plebe’.

Esa misma plebe, que se tomó aquél concierto; se tomó la ciudad. Después de que Richie descargará y Bobby la cogiera, nada volvería a ser igual. Las fronteras entre las diferentes clases sociales se esfumaron; aquel concierto representó para Santiago de Cali una transformación abismal. Encontró en ritmos ajenos, en ritmos del norte, del norte, bien al norte del continente, su camino; su sabor.

“Hello, hello, okey: everybody happy?
Yeah!!
Everybody hot?
Yeah!!
So now take off my clothes!!
Okey we need a bottle we got a bottle
Right we wanna welcome and compliment Okey que pare Changó.

Right now I want to introduce a man who made real hit right here in New York, right from Brooklyn… We’d like to welcome (tenebroso ambiente, indesición, del que no tiene ni fen i amparo)… direct from Puerto Rico… uuuuuuugg rezongar pesado era que Ricardo no quería salir, dicen… direct from Puerto Rico how about a very, very good man in the past: Bobby Cruz and Ricardo Ray on piano gimme eeeeeeeey!!”[v]
Es así como lo recuerda Rubén, Andrés, más bien, Andrés Caicedo. Ese rebelde que se quitó la vida a los 25 y dejó como última palabra un punto después de una “A” en la carta que le escribió a Patricia – su novia – antes de suicidarse, ese mismo loco, narró la historia, la convirtió, la re-hizo y la hizo la realidad.

Como el mismo Andrés lo narra, la pugna, la guerra entre clases, entre ritmos, arremetió aquella noche. Más que un libro de ficción, ‘Qué viva la música’, cuenta con detalles –unos reales y otros no tanto- la noche que marcaría el resto de las noches de esta ciudad.

“Ricardo Ray alternaría con el comodón de Nelson y sus Estrellas y los infames Graduados de Gustavo Quintero. Y no se iba a sentir del todo bien teniendo a su lado a los que nombro de últimos, meros aficionados. Se habla de ese esmirriado trompetista acercándose al micrófono de Gustavo Quimba Quintero, dándole pautas, una más alta que la otra, luego, por lo bajito, el piano, la clave que se instalaba, la voz de Bobby Cruz desfigurando, subvirtiendo, desde el coro, las boberías de Quintero, toda la banda encima, luego Nelson (que por esa época sonaba con mucha más Salsa) ayudando en el golpeteo, en el bataneo, obligando a Nelson y Richie, a improvisar a los Graduados (¡!). Se habla de la vergüenza pública por la que pasaron los paisas”.[vi]

Una noche, sin duda para recordar, una noche que se perdió en los vericuetos de la historia, en el pasar de los días. Si Caicedo no hubiera afilado y dibujado con su pluma, aquella noche no estaría allí. De hecho, no hay un día, no hay uno marcado como tal. El calendario, se reduce al mes y al año, en el que la salsa tocó las puertas, tocó las puertas para entrar.

Y a todo el mundo quiere jalar pa' llá. 
Que jala jala pa' vacilar 
Que jala jala pa' vacilar 
El jala jala pa' vacilar 
El jala jala para gozar 

Y jalaron y gozaron. Hoy, 45 años después Richie y Bobby lo recuerdan, como un paso hacia adelante, uno más pa’allá. La relación entre Cali y su carrera musical, ha sido estrecha, a pesar de que pocos caleños conocen y  reconocen en los ‘Reyes’ los precursores de la salsa, los que trajeron el sabor, ellos hablan de los de aquí con un sentimiento, parecido a la devoción:

RR:

“Esto ha sido una relación, un romance, una relación de amor que se estableció desde ese tiempo; han pasado muchísimos años y verdaderamente yo diría que Colombia, en especial Cali es la Capital de la Salsa.

Ni en el mismo Puerto Rico, a decir verdad, Cali tiene un lugar muy muy especial para nosotros. Agradecemos el apoyo y el amor que hemos sentido durante tantos años”

BC:

“Los caleños tienen ciertos dichos “Cali es Cali y lo demás… es loma”, y entonces cuando yo le digo eso, por ejemplo a los bogotanos, ellos dicen “capital es capital, lo demás no cuenta”, pero si yo les digo a los bogotanos: “los caleños dicen que ellos son la capital de la salsa”, ahí si dicen que es verdad, no lo discuten.

Cali sí es la Capital Mundial de la Salsa.”
Aquella noche terminó y Cali quedo, como el mismo Caicedo lo dijo “Sepultada por la Salsa”.

  

Échele salsita

 Salsa: Cosa que mueve o excita el gusto.[vii]

Si la RAE lo dice, se debe aceptar. Y quién lo pone en duda, quién no ha sentido esas ganas de moverse, esas ganas de bailar, cuando la salsa empieza a sonar, bien lo decía ‘La Ocho y Media’, la salsa es un sueño, una ‘pesadilla’: sin salsa no hay sabores, no hay ritmo sin guaguancó. Sin guaracha no hay alegría, no hay gozadera’

¿Y quién sabe cómo la gozadera empezó?

La salsa es una cosa que mueve, que excita al gusto, una cosa que mueve y hace mover al cuerpo. Ritmos caribeños, y afrocubanos se fusionaron para dar origen a lo que hoy en día se conoce como este género musical.

A partir de la década de los 70’, se adopta este término para definir esta mezcla.

Si bien, las fusiones entre el son cubano, música caribeña, ritmos latinoamericanos y jazz ya existían, sólo con Richie Ray y Bobby Cruz se comprendió que los no estudiados, los no conocedores, no comprendían la diferencia entre una guaracha, un chachachá, un bogaloo y un guaguancó.

El término salsa, para definir al género, nació en Venezuela, a manos, responsabilidad y voz de un locutor: Phidias Danilo Escalona.

RR:

“La salsa no existía cuando comenzamos, en sí la música latina allá en Nueva York, estaba medio calladita, y nosotros queríamos entrar a hacer algo. Era difícil porque habían unas orquestas ya con renombre y pensamos que la única manera para entrar era sí lográbamos llamar la atención.

Comenzamos a hacer música, a mezclar diferentes cosas: música árabe, música judía, música clásica, rock and roll.

Lo de la anécdota fue que fuimos a una entrevista en Venezuela, el locutor se llamaba Phidias Danilo Escalona y él nos dijo “muchachos ésto no es guaracha, ésto no es mambo, hay tantas cosas metidas en la música de ustedes ¿qué es eso?

Yo soy Puertorriqueño, pero yo crecí en Nueva York, casi no hablaba español, y le dije “eso es como el kétchup”, y yo lo que estaba pensando es que cuando las mujeres cocinan mezclan los condimentos y hacen la salsa donde está el sabor de la comida, entonces en lo que pensé fue que mezclamos diferentes elementos musicales.

Pero él pensó que yo estaba era estornudando cuando yo dije “kétchup, kétchup”, y dice “Bobby, creo que Richie tiene catarro”, entonces Bobby le explicó.”

BC:

“Le dijimos mira lo que pasa es que el kétchup es la salsa que se les echa a las hamburguesas para que cojan sabor y él pensó un momento y dijo “claro, la música de Richie Ray y Bobby Cruz es: ¡Salsa!”, lo gritó y puso a sonar el piano de Sonido Bestial.

Después de eso, se prendió la cosa, no había donde presentarnos.

La juventud comenzó a decirnos “Richie, Bobby ¡salsa!”, lo gritaban a coro y yo dije wow, ésto puede pegar.

En aquel tiempo la salsa no existía, la primera vez que se le llamo salsa a nuestra música fue ahí, entonces cuando ellos querían bailar un bolero nos decían “control, Richie, control”. Eso significaba que querían algo lento para bailar.”

RR:

“No existía antes y quiero aclarar algo, porque hay quienes dicen que la salsa viene de Cuba, que si la inventó Johnny Pacheco, que si esto, que lo otro.

Nosotros comenzamos, salió el nombre, nunca nos sentamos a decir  “vamos a inventar algo y vamos a llamarlo salsa”, no, sucedió sobre la marcha, pero básicamente el nombre salió por ese señor venezolano y la gente siguió diciéndolo. “

 No sólo la gente, la salsa, se convirtió en el movimiento del momento; más que un género, fue una oleada cultural:

“El acto de Richie y Bobby, fue el preámbulo para la creación de la Fania All Stars, por convocatoria exprensa de Jerry Masucci, un judío estadounidense metido desde muy joven en los barrios calientes de Nueva York. Logró reunir a los más destacados, bajo el nombre de su madre, Fania.

En esa luna llena del movimiento musical afrolatino, brillaron todas las estrellas; Celia Cruz, Yomo Toro, Pete El Conde Rodríguez, Jorge Santana, Ricardo Ray y Bobby Cruz, Ismael Quintana, Ray Barreto, Willie Colón, Héctor Lavoe, Santos Colón, Ismael Miranda, Roberto Roena, Johny Pachecho, Luigui Texidor, Oreste Vilato, Barry Rodgers, Roberto Rodríguez, Chao Feliciano, Reinaldo Jorge, Adalberto Santiago, Rubén Blades. Muchos de ellos hicieron partes de los comienzos de la jornada musical de los año 70’ en Nueva York”.[viii]

La Fania, reunió a los mejores. Richie y Bobby, hicieron parte de ella.

Para el año 1974 la conversión llegó a sus vidas. Bobby fue el primero en convertirse, encontró su camino en Dios. Richie no lo siguió, inclusive, Bobby consiguió un nuevo pianista, pero no funcionó. La magia, sucedía cuando estaban los dos.

¡Échele salsita! - le dice Doña Martha a Juanita – Échele pues mamita, para que le dé el sabor.

 

‘Capital es Capital’

Si Cali es Cali, ¿dónde está la loma?

Los caleños nos jactamos, se nos llena la boca a de orgullo al hablar de nuestro sabor, cualquier canción que hable de Santiago, se canta a todo pulmón.

El aire se eleva, la sangre hierve, el sabor, las revoluciones se llevan en el corazón.

El golpeteo de sus sienes no lo dejan escuchar la música.

Sus latidos, no marcan el rimo habitual, no es ta-ta, ta-ta, es ta-ta-ta, ta-tá. Esa es la clave, es la clave la que hace que sus pies se muevan sin parar.

A millas siento tu aroma, 
cualquiera justo razona, 

-Todos gritan-
Que Cali es Cali señoras, señores 
lo demás es loma.


Y sí, todos nos jactamos, ¿pero dónde estamos parados?

Era época de la Conquista, a eso de 1498, Sebastián de Belalcázar viajó con Cristóbal Colón, éste era su tercer viaje a América. Por aquí pasó Sebastián, como muchos viajeros. La diferencia, fue que en 1536 él mismo la fundó.

Siempre fue conocida como una ciudad de paso, su ubicación privilegiada entre las regiones mineras de Antioquia, Chocó y Popayán, la dejaron sin arraigo. Por aquí venían, y se iban. Y así. Para 1793, el 20% de su población eran esclavos. El sentido de apropiación se fue dando, a medida del paso del tiempo, y a medida de que un paso, los pasos de baile, marcaran y crearan un nuevo camino.

Alejandro Ulloa, antropólogo salsero, en una entrevista para el diario El País explica: Entre 1940 y 1980 se fundaron un poco más de 100 barrios populares, construidos por la misma gente en la periferia, en terrenos ejidos o en las antiguas haciendas parceladas para la vivienda. Miles de hombres, mujeres y niños participaron de esa construcción, y en ese proceso la música antillana y la salsa estuvieron presentes en kioscos, terrazas y casetas comunales, como símbolo de una gesta colectiva”.

 
¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?

Jaime Henao, Director de la Fundación Musical ‘El Colectivo’, responde:
“Más bien creo que sé por qué no lo es. En esta historia nadie se pone de acuerdo.
Se dice que la capital del Jazz es Nueva York, entonces vos llegás cualquier día de la semana y cogés un periódico y ves los bares, escogés y vas. Vos sos un ejecutivo, y buscás pasar la noche.

Entonces, ese mismo ejecutivo, viene a pasar un tiempo en Cali y viene en el mismo plan y ¿qué encuentra?, nada, ¡nada!
¿Cómo así que somos la Capital Mundial de la Salsa?
Si la salsa no se entiende como un fenómeno sociológico antes que musical, es muy difícil asumir qué representa para nosotros. Aquí no hay fervor. Aquí todo es por decreto.
El sentido de apropiación del caleño es un sentido esnobista”

Mientras Jaime lo duda, Alberto no sabe, Beatriz no sabe, Andrea no tiene ni idea. Lo cierto, es que los campeones mundiales, son de acá, o que lo digan Adriana y Jefferson, los campeones de la salsa como baile deportivo en los Juegos Mundiales.

Según la Secretaría de Cultura y Turismo, hay más de 100 escuelas de baile y 3 asociaciones que las respaldan: Asosalcali, Asobasalsa y Fedesalsa son la cuna de los nuevos talentos, de los bailarines que buscarán esa representación.

El sabor de la salsa, llega a ser amargo, sobre todo cuando se goza, sin una real apreciación.  Un caleño promedio, se jacta del Grupo Niche, de Jairo Varela, de Chipichape, del sabor; pero poco sabe de su proveniencia.

O como diría Caicedo, mientras tanto: “tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de tu confusión.”

Mirá, Cali, Aguzáte, te están velando. Te estás velando. Si no sabés de dónde venís, no sabés pa’ dónde vas. Si no sabés cómo aprendés, ¿de qué te sirve bailar?.

 

 


[i] Qué viva la música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 133
[ii] *Santiago de Cali
[iii] Entrevista realizada por María Fernanda Lizcano y Lina María Álvarez a Richie Ray y Bobby Cruz, 6 de Julio de 2013
[iv] La verdadera historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
[v] Qué viva la música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 138
[vi] Qué viva la música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 139
[vii] II Definición según la RAE de la palabra ‘salsa’
[viii] La verdadera historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
- Gómez, A (1985). Historia de Cali. Cali: Ediciones Andinas.