Para perder el tiempo.
3.04.2015
2.13.2015
La cruz del equilibrio
Su piel lo grita y su boca lo canta. En el brazo derecho tiene tatuado
una cruz formada por cuatro flechas que representan el 'Equilibrio', el mismo
nombre del último albúm que lanzó el año pasado bajo en sello de Sony Music.
Para Santiago Cruz, la música es vida y por eso hay que compartirla. El próximo
21 de marzo estará de paso por la ciudad en su gira 'Estar Vivos'.
¿Por qué 'Estar vivos'?
'Estar vivos' es una de mis canciones favoritas del disco. Es una
canción coescrita por Fernando Osorio. Un compositor colombo-venezolano con el
que ya había escrito otras canciones hace varios años. Decidí que la gira
llevará este nombre porque me gusta mucho el mensaje que da la canción, creo
que vale la pena ser resaltado.
¿Qué lo hace sentir vivo?
Una de las cosas que me hace sentir vivo de la forma más intensa es
subirme a un escenario a cantar para la gente. Eso le da sentido al nombre de
la gira. Y por supuesto, también lo
hacen el hecho de hacer música y ver crecer a mi hija.
¿Cuáles son sus expectativas con 'Estar vivos' después del éxito del
disco?
Espero que la gira tenga la misma acogida que el disco. 'Equilibrio' en
menos de un mes fue Disco de Oro en ventas físicas en el país, algo que es un
gran halago en estos tiempos. Esta gira la emprenderemos a nivel
latinoaméricano, lo que evidencia que hemos ido creciendo. Lo que esperamos es
que el número de gente, ciudades y países aumente.
¿En qué países se va a presentar?
Voy a estar en Argentina, Chile, Ecuador, México y Venezuela. Me hace
mucha ilusión llegar hasta Puerto Rico y Perú. Voy a estar en un festival de
cantautores en Guatemala, en una ciudad llamada Antigua. Por otro lado, estamos organizando fechas para presentarnos
en España. El 2015 es un año que se viene con muchos conciertos, mucho viaje
y guitarra al hombro.
¿Se aproximan conciertos con Andrés Cepeda y Juan Fernando Velazco?
Nos estuvimos presentando el año pasado, pero por ahora en el panorama
no lo tengo presupuestado.
¿Qué tiene tatuado en el brazo derecho?
En el brazo derecho tengo un precolombino de la Cultura Tolima, una cruz
que armé con mi equipo cuando salió el disco 'Cruce de caminos', una manilla
tipo tribal en la muñeca y el logo que sacamos para el albúm que representa el
equilibrio.
¿Cómo le fue en el lanzamiento online de 'No nos digamos mentiras'?
El 3 de este mes lanzamos el vídeo. Estoy muy contento y satisfecho con
la bienvenida que le dieron a la canción las distintas emisoras, la gente en
las redes sociales, en YouTube. Lleva muy poco y ya tiene más de 400.000 views.
Es grato saber que después de lo que pasó con 'Cómo haces', tenemos un
seguimiento de la gente con 'No nos digamos mentiras'.
Durante su carrera usted dijo que estuvo a punto de decir "no
más", ¿por qué?
Uno en esta carrera, tiene momentos más cercanos a lo que uno soñaba o
esperaba que otros. Antes del albúm
'Cruce de caminos', los dos primeros discos no tuvieron el éxito comercial que
esperaba. Realmente, tenía mucho que ver con una confusión interior muy fuerte
que se fue calmando. Cuando realmente le dejé de echar la culpa a los demás por
lo que pasaba o no con mi carrera y empecé a trabajar por ella sin ningún tipo
de disculpas, todo empezó a fluir.
¿Qué tanto lo marcó prestar servicio militar?
A mí me pareció una experiencia muy valiosa. Tuve la oportunidad de
nacer en una familia de clase media donde no nos faltaba nada. Llegué allí y
vaía a la gente muy contenta porque durante un año tenía la comida garantizada,
porque iban a estrenar uniforme. Fue un choque con la realidad, una experiencia
que me marcó. Allí entendí que todos somos iguales y pude concebirlo de la
manera más cruda y vivencial posible.
Si no fuera cantante, ¿qué le hubiera gustado ser?
Me hubiera gustado tener talento para jugar fútbol bien y poder
dedicarme a eso. Pero como no lo soy, soy un gran aficionado del Deportes
Tolima.
¿En que otro género le gustaría incursionar?
Pienso que cualquier experiencia musical debe nacer de un afán meramente
artístico. Soy un enamorado de la salsa y me encantaría algún día hacer un
disco de salsa, pero como un afán creativo, nunca como una estrategia
comercial. Algún día me daré el gusto de hacer un disco.
¿Con quién le gustaría compartir escenario si lo intentara con la salsa?
Ruben Blades me parecería un sueño. Es un artista integro en todos los
campos; un hombre muy lúcido y coherente, características que admiro en un ser
humano.
¿Cómo le va en su faceta de padre?
Yo espero que bien, es una pregunta que algún día tendrá que responder
mi hija. Yo hago el intento y doy lo mejor de mí para desempeñar un buen rol.
¿Qué ciudados tiene con su voz?
Soy sincero: no tanto como debería. Sobre todo antes de cada show, hago
mis ejercicios de calentamiento. Procuro no tomar nada muy frío. Lo más
importante son los ejercicios, pero creo que debo hacerlos con más regularidad.
¿Cómo vió a los artístas colombianos en los Grammys?
Disfruté inmensamente que hayan estado nominada la maestra Toto, a la
gente de Choquibtown y al papá, Carlos. Me pareció una cosa inmensa que Juanes
haya cantado en español su disco, con su banda. Los que estamos en esta
industria sabemos lo que significa tener la posibilidad de cantar allí.
¿Santiago Cruz sueña con el Grammy?
Yo vivo el sueño de la música. Mi sueño siempre fue hacer músca, pagar
las cuentas de la casa, comprar los pañales y el mercado con el fruto de lo que
hago. Tengo la fortuna de vivir mi sueño desde hace varios años ya.
11.19.2014
Agúzate
Como en todo romance, siempre
hay un punto de quiebre. Un hasta luego que parece adiós. ¿Un dueto
musical sufre también los rigores del amor? Esta la historia del noviazgo que
durante cincuenta años ha mantenido unidos –aunque no siempre- a Richie Ray y
Bobby Cruz. “Yo lo necesito, los dos somos uno”, dice Richie hablando del que
podría ser el hombre de su vida.
Aquel
lunes a Richie se le puso “temblorosa la mente”. No sabía qué pasaba, algo le
faltaba. El vacío entre él y su vida se agrandaba. Lo primero que pensó: “estoy fumando demasiada marihuana”, pero
no. En un monólogo con Richie, Ricardo
le decía que era Dios. Podía escuchar su voz como si le susurrara al oído: “yo soy todo lo que tú necesitas”. Ese
día, la bestia, el Rey de la Salsa, el de la combinación 3-4-7 que revolucionó
el ámbito musical, comprobó que aquella canción grabada cuatro años antes,
sería como una predicción: Siento una voz
que me dice agúzate, que te están velando.
Ricardo
Maldonado y Richie Ray son el mismo hombre con diferente nombre. El mismo
hombre que aquél lunes de 1974 se partió en dos, como su vida y su carrera
musical. Ya llevaba bastante tiempo sintiéndose como Pagliacci, se veía a sí
mismo como un payaso que llora por dentro. Como un músico completo, con una
vida vacía. Lo primero que hizo, como siempre, fue llamar a su hermano del
alma, a su compañero de orquesta, a su otro yo:
-¡Bobby,
el Señor me habló!
-¿Qué
te dijo?, ¿cuánto va a pagar?
Roberto
Cruz, Bobby Cruz, no entendió. Ese mismo año se habían ganado un concurso en el
Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico, una maratón de 12
horas que los posicionaría en la cima, ya no eran Los Durísimos, como para ese
entonces se les conocía. Ahora eran los reyes de su género: Los Reyes de la
Salsa. Bobby, pensaba que se trataba de una nueva presentación; jamás imaginó
que aquél lunes, aquella llamada, aquella semana, marcarían el fin de su
relación. Richie, vivía un proceso interno de conversión, que para Bobby no era
más que una locura del montón.
-¿Qué pasa?, ¡te volviste loco! Bobby repetía. Al igual que los presentadores
de entretenimiento en las principales cadenas de televisión de Nueva York.
¿Cómo era posible?, nadie lo sabía. Sin embargo, Richie mantenía firme su
desición: “A mí me encantaba todo lo
malo, pero era una propuesta que no podía rechazar. Necesitaba cambiar, aunque
para mí esa gente era pentecostal”.
Después del escándalo, una brecha se abrió entre los dos. Las
discusiones comenzaron, los días se alargaron, el desencuentro se convirtió en
desesperación:
-Richie, te traigo algo que no
puedes rechazar.
Afirmaba Bobby, con gran convicción mientras abrazaba con
cada uno de sus brazos a dos mujeres de belleza prodigiosa. Unas gemelas paisas
que se acomodaban el cabello mientras Richie abría la puerta de su habitación
en un hotel de Nueva York.
- “Eran hermosas,
despampanantes. Pero en el cuarto, empecé a hablarles de Dios”.
El comienzo del fin,
terminó. Ya era definitivo. Richie había perdido la cabeza y Bobby su paciencia
al escucharle hablar de Dios. De inmediato, Bobby consiguió un nuevo pianista,
buscando un consuelo en los dedos musicales de otro amor.
A pesar de la separación, Richie tenía la esperanza de
volverse a encontrar con su compañero. La música de Bobby sin el piano de
Richie, no tenía razón.
Aunque muchos sospechaban y aseguraban que eran homosexuales
por la cercanía que los caracterizaba; el único homosexual resultó siendo el tercero en este triángulo
de amor. El punto de divergencia y el motivo de desunión, veía en Bobby una
pareja, no sólo en el ámbito musical, sino también, del corazón.
Cuatro meses pasaron para que lo obvio sucediera: mi amor por ti, no ha terminado... te
confieso mi amor, estoy desesperado. Richie, lo recibió con los brazos
abiertos y con la biblia en la mano: “te
presentó a la salvación”.
11.18.2014
Laura Restrepo: Laura de mi amor.
Laura,
no es una mujer normal. Tiene los ojos bien abiertos y los oídos bien
despiertos, a tal punto que no puede dejar de preguntarse y preguntar el porqué
de todo.
Nació
en 1950, estudió filosofía y letras en la Universidad de los Andes para luego
enfocarse en las Ciencias Políticas. Fue maestra, activista, periodista y
ahora, escritora. Una de las mejores.
Es
zurda, izquierdista. Jugó con el Trotskismo como militancia política, al igual
que jugó un papel importante en los procesos de negociación con el M19 durante
los años 80. Como parte del Comité de Verificación de Paz, siempre andaba con un pañuelo blanco en el bolsillo: no sabía cuándo tenía que amarrarlo a un palo y usarlo como escudo ante el fuego cruzado.
Tuvo
que abandonar el país, se refugió en México donde el diario La Jornada y la revista Proceso labraron sus caminos como
periodista. Cinco años después regresó a su patria, “donde la muerte campea,
reina y señora",
a trabajar para la revista Semana y
la revista Cromos. Llegó incluso a
dirigir el Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá.
Sus
relatos, todos y cada uno de ellos, tienen un sello personal; una marca que
sólo ella les puede dar. Ésos testimonios de vida, ésa construcción sencilla
pero eficaz de los personajes, ésa particular descripción de los espacios, ésa
prosa ágil y directa, ése sentido del humor, ésa manera diferente y
característica de narrar, ésa maña de trasgredir las normas, de comerse los
puntos, de jugar con el lenguaje; ésa Laura que tilda adrede palabras porquesí, es la misma de la que cualquiera se puede
enamorar.
Casada
con el periodismo narrativo, se dejó seducir por la magia de la literatura: “En la ficción hay una capacidad de
interpretación que va un poco más allá”. Sin embargo, y a pesar de
que desde los 90 se haya decidido por la musa literaria, sus producciones,
siempre, sin excepción alguna, terminan salpicadas por su primer amor: el
oficio periodístico.
Sus
letras, siempre impregnadas de pasión: amor y dolor, no sólo retratan un país
verde y sangrante como Colombia, sino también, muestran los enredos y nudos de
la existencia humana a través de historias simples. Historias únicas,
personajes singulares, lugares que hablan, palabras que saltan y se convierten
en barcos de papel, capaces de llevar al lector a otros mundos.
Laura,
no es una mujer normal. Para mí, es la mejor periodista y escritora de este
país de ficción.
"La vida se debate en aguas profundas mientras las palabras y las explicaciones resbalan sobre la lisura de la superficie".
11.09.2014
Cuando el Pacífico es canción.
Aquí, la música no es sólo eso. Aquí,
es un espíritu, un alma, una negra con un corazón grande y de voz ronca. Una
tradición que va de boca en boca, de canto en canto. Aquí, en esta tierra: un
punto perdido entre el agua del río y el mar. El Pacífico Sur canta, vibra y
baila al son de su propio compás.
Ella,
cuelga del techo. El corazón le late y cuando Genaro la toca, empieza a cantar.
Ella, ‘La Marimba de los Espíritus’, con sus más de 80 años, marca el tono que
las cantadoras seguirán con su Guasá. El bombo, lleva la base y el punto. El
río, camina lento a sus pies.
Allí
están ‘Los Torres’, o al menos cuatro de sus integrantes: Pacho, Genaro, Eloisa
y Mercedes. Hijos, primos, nietos, herederos de esta tradición. Se dice que
Leonte, su abuelo, fue el primero en construir una marimba por esta región.
Guiado por el diablo, aprendió a tocar cada nota como nadie más lo haría, como
nadie más lo ha hecho. Cuentan que le echaba la bendición a sus catorce hijos
con la punta de caucho de las baquetas, antes de golpear un pedazo de madera de
chonta musical.
A cinco
metros sobre el nivel del mar, 2688 kilómetros cuadrados alojan a más de 30.759
habitantes. 30.759 guapireños pertenecientes a esta tierra fértil. Más que a la
tierra, al río. A ese río grande que bautiza a su municipio. El río Guapi es la
arteria aorta de esta población. De sus aguas, no sólo sale su alimento, su
sustento, su bebida; de allí, brota su música, sus cantos, y por qué no, sus
sueños.
“Él vive en cada canción”, recalca
Carmenza Ocoró, “nosotras cantamos al son de la marea”. Así es como ella, cantadora
de cuna, explica la importancia del río en sus tonadas, en la fuerza dueña de
su voz: “Mientras más duro suena el río,
más duro habla la gente. Más fuerte cantan las de allá”; lo dice, mientras
señala al norte, donde están veredas como San Antonio, El Carmen y Limones;
veredas que son casa de más mujeres, que como ella, le cantan a la vida, a la
virgen María, a los santos, a su razón de ser: el agua que las vio crecer.
Y es
que ellas crecen cantando. Dicen que una cantadora no se hace, una cantadora
nace, y fieles a su devoción, se dedican a ello toda su vida; le regalan su voz
a los años.
-¿Desde cuándo empezó cantar,
Doña María?
“Yo empecé a cantar desde que nací. Desde que
tuve uso de razón. Una nace con un don. Nadie nos enseña nada. Sólo con el oído
aprendemos. En ese tiempo, una no tenía estudio de música, lo hacía con la voz
de Dios”, cuenta Doña María, quien con sus más de 80 años, es una de las
cantadoras más viejas de la región.
La
vida, nació con la música. Según Doña María y la sabiduría popular, el Niño
Dios, trajo consigo los arrullos, y con ellos, la razón de ser de esta
tradición: “La mamá de la virgen María es
Santa Ana. Cuando el Niño ya había nacido, la mula y el buey que estaban al
lado, lo arrullaban. En ese momento ella empezó a cantar. Nosotras le
respondemos:Abuela Santa Ana, qué dirán de vos, que sos soberana y abuela de
Dios”.
Paola
Ponce, también es cantadora. Tiene 19 años, y su sonrisa es de color algodón.
Es dulce, como un turrón de azúcar, y encanta a cualquiera con su voz: “A mí me gusta la música folclórica, pero yo
canto baladas. Hace cuatro años gané un concurso en el colegio. Sin embargo,
las demás cantadoras no están de acuerdo; me tocó dejar la otra música para no
traicionar la tradición”, se cuestiona mientras nos cuenta, se pregunta por
qué otros géneros no son permitidos, por qué hay canciones que no caben en su
voz.
Las
matronas, la señalan. Ella calla, pero sabe que algún día la vida le dará la
oportunidad de hacer una fusión: “más
adelante, me gustaría hacer algo diferente. Tener en cuenta la música
folclórica, pero no dejar lo que me gusta”. Paola, es de las pocas
adolescentes que han salido de Guapi; con el orgullo de representar a su gente.
Con el grupo Amanecer Guapireño ocupó el tercer lugar en la categoría de
Marimba en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez de este año.
Las
cantadoras son la música y su letra; la tonada y el ritmo que deben seguir los demás
instrumentos. Son las mujeres que acompañan al grupo y le regalan la energía de
su voz. Una agrupación musical se compone de más de seis instrumentos: una
marimba, dos bombos –un arrullador y un golpeador-, dos cununos –una hembra y
un macho-, y los guasás.
La
marimba, es un armazón de 23 láminas de madera de chonta, 23 tubos de guadua, y
un tronco bañado en fibra vegetal. Su fabricación es manual, su afinación al
sentido, es decir, al oído del marimbero que intenta afinar el resonador. El 18
de julio de 2011, la marimba fue reconocida por la Unesco como Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad. Otro orgullo colombiano como el Carnaval de
Barranquilla, San Basilio de Palenque, el Carnaval de Blancos y Negros, y las
procesiones de la Semana Santa en Popayán, que también hacen parte de la lista.
El bombo,
por su parte, más que un tambor,es el condimento que da el sabor. Despojado de
su carne, el árbol de balso se convierte en instrumento. El arrullador, que es
más pequeño, lleva la base; y el golpeador, que es más grande, le da fuerza a
cada canción. Las baquetas, más conocidas como palos, están hechas de esta
madera también. La punta, recubierta de cuero de vaca o de caucho, brama como
un animal con cada toque que se da.
Los
cununos, se diferencian por su sexo y tamaño. El macho tiene 120 cm de altura,
mientras su hembra, tan sólo 60. El hombre, es bajo y ronco: es el que repica.
La mujer, lleva una tonada alta y clara: es la que lleva el compás. Se toca con
la mano, con las palmas, con los dedos, con la piel.
El
guasá, es un trozo de guadua cerrado por dos discos de caña de balso. Está
llenito de piedras, de semillas secas, de achiras. Quienes lo fabrican, ven en
ese pedazo de 60 cm un lienzo: dibujan líneas, figuras geométricas y
ondulantes. Le dan personalidad, fuerza y hermosura, que se reflejan en las
sacudidas que le pegan al corazón.
-¿Se va a purgar?
Pregunta
Pacho, mientras ofrece tragos amargos de Viche para empezar el ‘rumbón’.
Es una
casa zurda, echada pa’ un lao’. A decir verdad, está a punto de caerse. Nueve
escalones de madera la separan del río. Abajo, algunos cangrejos pequeños
escuchan con atención. Las hendijas del tiempo dejan pasar el sol. Arriba, no
es techo. Es el atardecer reflejado en el río que se mete en la casa. Son sus
ondulaciones, sus curvas, su sensualidad. Es el agua que baila en el techo, y
nos anima también a bailar.
-¡Ay démele palo!,
arrulla
Genaro mientras toca la marimba.
- a la condenaa…
Francisco
y Genaro, son sólo dos de los nueve hijos de José Antonio Torres. Hermanos de
Gualajo -merecedor del premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura del año
2013-, siguen viviendo en la misma casa de madera que construyó su abuelo en
Sansón,corregimiento a 15 minutos en lancha rápida desde Guapi. Esa caja
musical, se ha convertido en un conservatorio para los más importantes
exponentes de la música tradicional del Pacífico Sur. Hugo Candelario, aprendió
allí a tocar ese instrumento, que para Los Torres, es más que un simple“plato de madera”:
“La marimba tiene espíritu. A
como uno está hablando, así tiene que hablar ella. Una marimba solamente hecha,
no puede cantar, es sólo un plato. Eso apenas hace bulla. A ella, le tiene que
poner corazón. La marimba es armonía, es alegría; usted se puede estar
muriendo, pero si oye en una marimba, un bambuco, usted se para a ver qué
queda. Usted la escucha y no quiere morirse. Es lo primero y lo último de esta
vida”,
reflexiona Genaro, el hermano mayor.
Pacho,
por su parte, mastica bien sus palabras antes de escupirlas. Prefiere
tragárselas y pasarlas con un trago de viche. Mirando fijamente a la nada,
revela en su afirmación un todo amargo: “a
la marimba de hoy en día, le hace falta corazón”.
Recuerda
como en sus tiempos la columna vertebral de la vida, era la música. Esa música
sagrada que hace hervir su sangre y lo llena de emoción: “Nosotros nacimos sobre la música. Esto viene de nuestras raíces, porque
esto es de África y somos afrocolombianos.Ahora es que se están poniendo a
hacer la marimba con afinador, con
afinador de piano. La marimba queda elegante, pero sin alma, sólo con cuerpo”.
-¿Acaso la marimba está viva?
Ríe. Se
quita el ‘Piel Roja’ de la boca, y dejando escapar una bocanada de humo azul,
hace un gesto con su mano derecha; calla los pensamientos e invita sólo a
escuchar.
-Poromponpón,poromponpón,
poromponpón-, late
el corazón.
Silvino
Mina, es otro de los grandes exponentes de la música tradicional. Este año fue
homenajeado en el Festival Petronio Álvarez reconociendo su gran influencia en
el ámbito cultural. Tiene 84 años, cuatro hijos, dos dientes y lleva encima
cuatro operaciones de hernia en el mismo lugar. Está sentado, mirando al infinito,
esperando a que la vida le responda el porqué de su soledad: Solo, solo, solo.Así es cómo me siento”,
repite una y otra vez.
Lleva una camiseta amarilla ya curtida
por los años, y una pantaloneta gris remarcada con letras negras a los costados
que hablan otro idioma y gritan en mayúscula: ‘QUICKSTOWN’. En su cabeza, una
gorra negra marca Puma; en su cuello, un escapulario plateado; en sus pies,
unos crocsEvacol con huequitos. Orificios pequeños por los cuales se le meten
los mosquitos como hormigas, buscando su nido.Más que un Mina, es una mina de
conocimiento:
“Tengo más de 80 años. Yo empecé a tocar
marimba de muchachito. Cuando nací, encontré en mi casa una marimba negrita, un
bombo, y un cununo. Yo no tuve nadies que me enseñara. Solo, solito aprendí.
Cuando tocaba me sentía alegre, era muy feliz”.
Recuerda
Silvino, mientras se queja de un dolor en su brazo derecho que no lo deja
trabajar. Por estos días, Elkin, su nieto, es quien fabrica los pedidos de
instrumentos a entregar: “este brazo ya
no lo puedo mover. Llevo varios días pringándome con agua mala, pero nada. Nada
pasa”.En sus ojos se forma un río de lagrimas de sal: “A veces me coge un asaramiento terrible. Ya tengo los sentidos perdidos”,
remata.
Y es
que Mina, no es el único al que los sentidos traicionan. Guapi, de alguna
manera lo padece: se está quedando sordo. A pesar de que el Ministerio de
Cultura y la Coordinación Departamental de Cultura, en asociación con la
Alcaldía de Guapi, destinan anualmente un dinero para promover la fabricación
de marimbas bajo el programa ‘Oí marimba’, éste se pierde. Más de cien millones
de pesos que se diluyen entre los dedos de quién sabe quién, mientras en Guapi,
las marimbas que quedan no alcanzan a llenar ambas manos.
La
corrupción, hecha hombre y bajo el nombre de Yarlei Ocoró, exalcalde de Guapi;
salió corriendo de su despacho el pasado 12 de agosto del presente año. Doce
multas por no rendición de cuentas, negligencia y abandono de cargo, hacen
parte del prontuario que adorna los documentos de la Contraloría General del
Cauca desde su suspensión.
Aquí,
donde la gasolina cuesta cuatro mil pesos más y el 80% de la población
pertenece al estrato uno;la música, ha logrado callar a la violencia,hacerse
oír, y devolverle la tranquilidad a sus habitantes. Quienes indiferentes ante
esta situación, prefieren entonar un arrullo y olvidar sus penas con una
canción.
A pesar
de los malos tragos, Guapi no pierde su ilusión. Yamilé Cortés, cantadora del
grupo Semblanza –quienes este año ocuparon el segundo lugar del Festival
Petronio Álvarez en la categoría de marimba- sueña y cree fielmente en el poder
de una canción: “Yo no pensé que la
música me fuera a llevar tan lejos, no sólo nos abrió muchas puertas, sino
también los ojos. Aquí nunca nos enseñaron a soñar, a ver más allá de estas
cuatro paredes”.
Cuatro
paredes formadas por río y por selva. A Guapi, como a los demás municipios del
Departamento del Cauca, ubicados lejos de las urbes, sólo se llega por aire o
por mar. Los niños juegan en la calle, su inocencia se hace notar: “Yo todos los días me tiro al río a nadar, o
si no uno coge un olor feísimo”, nos dice Juan, de nueve años, mientras
eleva sus sueños pegados a la cola de bolsas plásticas que adornan su cometa.
La
música es una bendición. Es la puerta de salida, de salida de emergencia. Es
esa que mantiene abierta y muestra a los jóvenes y niños, nuevos caminos por
recorrer, senderos por rehacer. El futuro más azul que gris, ondea sobre sus
cabezas y les recuerda que para llegar al cielo, deben aferrarse a sus raíces.
A su música. A su sabiduría: a la popular.
A 10
kilómetros de Guapi, está Sansón:
En esa
casa en medio de la nada, no sólo se escucha. Allí se siente, se vive, se
prende, y se aprende. Es una energía indescriptible. Cuando la familia Torres toca,
el tiempo llega con una botella bajo el brazo. Se detiene y ya no quiere más
correr. Se queda allí y se deja llevar suavecito por el arrullo a San Antonio.
Descansa y nace ahí, un instante eterno.
Currulaos’,
bogas, bundes, jugas y abozaos’, aplauden mientras esperan impacientemente su turno.
El turno de bailar, y hacer mover hasta las vigas de madera que sostienen
nuestra humanidad.
Ya son las
6:30 pm. El atardecer nos abraza, la música para. Del río, ya sólo nos separa
un solo escalón.
“¡Lástima que uno se muera!”, le gritan ‘Los Torres’ a la vida que
los vio nacer.
5.01.2014
Los invisibles
Las precipitaciones de los meses de invierno, siempre dejan
estragos en la ciudad. Daños, que aunque sólo son materiales, se cuelan en lo
profundo de la gente. Gente, que no sabe qué hacer, que grita, que llora, que
corre, que pide auxilio, que busca y rebusca la manera de menguar la furia de
la naturaleza. Gente invisible, a la que se le da la espalda.
Al recordarlo, su voz se entrecorta.
En su cabeza aún llueve: los recuerdos no paran de caer. Ahí, en el antejardín
de su casa, aún se encuentran tirados en el piso los procesos de Desarrollo
Comunitario que adelantaba. Ahí tirados: mojados, enlodados, manchados,
perdidos. Dice que su vida, al igual que su lucha, cambió; que la poliomisitis
y sus espasmos, no se comparan con el dolor que un simple aguacero le causó.
Es miércoles, y la semana se parte en
dos al igual que el cielo. No llueven maridos de milagro. El aguacero se
desata. En esta época es normal que llueva. Cali caliente, deja de serlo,
ahora, huele a tierra mojada. Es un 12 de marzo, la tarde llega pasada de agua.
Héctor Guazá es abogado. Después de
trabajar como servidor público y como Secretario de Gobierno de un municipio
del Cauca; se ha visto obligado a quedarse en su cama. El año pasado, le
diagnosticaron Polimiositis, una enfermedad musculo esquelética, extraña y
huérfana; una enfermedad que sólo uno de
cada 100 mil habitantes padece. Vive en
el Barrio Santa Mónica Popular, ubicado sobre la Autopista Sur Oriental. Allí,
su esposa y sus cuatro hijos lo acompañan.
No sabía qué estaba más frío, si el
piso o su alma. Estaba inundado hasta el cuello de angustia y hasta las
rodillas, de agua: “La impotencia que da
al ver cómo se daña todo lo que con esfuerzo se ha construido, no tiene nombre.
Saber que todo se pierde y no podés hacer nada. En mi caso, es una impotencia
especial, como mi patología me tiene sin fuerza física, me tocó ver cómo el
agua se entraba, sin poder mover ni siquiera una silla y ver cómo mi esposa y
mis hijos guerreaban”.
La historia se repite al unísono por
todo el barrio. Como si se tratara de un simple corrillo, lo vecinos se reúnen
a contar sus penas, a contar cuánto perdieron, mientras esperan. Algunos, resignados ya, sólo dejan caer el
tiempo. Que las gotas se acaben, que la lluvia muera.
Lo cierto, es que Santiago, no
consiente mucha agua. Cuando llueve, es normal que la ciudad colapse, los
trancones abunden y los talones se empapen. Por los 92 kilómetros de canales de
desagüe, pasean 400 toneladas de basura diaria. A pesar de los esfuerzos del
Departamento de Recolección de Emcali por mantener las alcantarillas limpias,
la basura y los residuos suelen burlársele en la cara. Son más los balones, las
tablas, las llantas, los perros y los gatos, que sumados a una inconciencia
colectiva, replican los daños que causa una pequeña oleada de agua.
Jesús Orlando Naranjo, Auxiliar de
Recolección de Emcali, en una entrevista le comentó al diario El País su
experiencia después de 25 años en el oficio: “La gente, explica el hombre, suele pensar que si patea algo por las rejillas
que hay en los andenes, nada pasará; entonces hay personas que cuando salen a
barrer el antejardín, echan el polvo por allí; cuando matan un ratón que se
coló en la casa, lo echan por allí; cuando encuentran una roca en la calle,
peligrosa para motos y carros, la echan por allí.”
Hábitos que más que dañinos, son
perjudiciales. Hace parte de la rutina trivial de algunos caleños, creer que
toda la basura, se la traga la alcantarilla. Pero no, no saben los perjuicios
que causan.
Llega la noche, y con ella, la
aparente calma. La luz tenue de los postes, acentúa los rostros de la gente. Se
congregan en la calle. Sacan el agua, lavan el piso, botan las cosas.
Colchones, mesas, muebles y toda clase de enseres se apilan en la acera. La
calle misma, es una casa de suelo marrón y piso de lodo.
El agua no cesa, algunos lloran mientras
ven lo que el agua se llevó. No son sólo pérdidas materiales, insisten. Son
cosas, sí, pero allí, con esas simples cosas, van años de esfuerzo, de trabajo,
de recuerdos. Un pedazo de su vida, de su familia, de su hogar.
Aquel aguacero, que según el Cuerpo de
Bomberos de Cali, colapsó el 80% de la ciudad, dejó cerca de 20 barrios
inundados, dos personas heridas, una mujer muerta, y cientos de daños
materiales, que afectaron no sólo a la gente de los barrios, sino también, a las
mismas instalaciones del CAM.
50 milímetros de agua, fue lo que
según Rodrigo Zamorano, Director del CLOPAD, cayó en tan sólo diez horas. 50
milímetros en medidas pluviales, corresponden a lo que serían 50 litros de
gaseosa por cada metro cuadrado de la ciudad.
Diez horas, que aún no se acaban de
contar para los habitantes del barrio Santa Mónica Popular.
Hoy, ha pasado más de un mes, sin
embargo, algunas cosas no cambian. Aleyda Padilla, otra afectada, cuenta cómo
son las cosas en su casa: “Perdimos casi
todo. Los colchones, las mesas, la alacena, los equipos, el mercado… Ni para
qué hacer la cuenta. Todo este tiempo hemos botado, lavado, mandado a repellar,
a lijar, pero las cosas no son lo mismo. Las paredes se llenaron de hongos, y
por más que se quiten vuelven y salen. Es desesperante. Ya no sabemos qué
hacer.”
No saben qué hacer. Héctor Guazá,
convocó una reunión con los vecinos para lograr encontrar solución al problema.
Se firmó un acta y se envió al Comité Local para la Prevención y Atención de
Desastres, CLOPAD.
Al mes, la respuesta fue rotunda:
Solicitud: 2014 41100257422
“El artículo 56
de la presentada ley nos define de manera expresa los casos para poder declarar
la situación de desastre. Es menester informarles que el municipio de Santiago
de Cali viene trabajando en el fondo de afectación. Emcali, el Dagma, y la CVC
en el proyecto Plan Jarillón Cali, el cual está orientado a eximir de riesgo a
las inundaciones de nuestro municipio, mejorar las capacidades de los canales,
y las fugas de regulación de agua; y desarrollando encuentros con la comunidad
para que no arrojen basuras y escombros a los canales”.
…“Después de toda esa leguleyada”, manifiesta Guazá, rematan:
“No es posible brindar
apoyos humanitarios como ustedes los solicitan”.
No es posible,
según el ente local, no los hay. No los ameritan. Una comunidad de menos de 50
personas afectadas, no les compete. Para ellos, una inundación como esta, no es
un desastre; es una simple calamidad más.
“La ley pasa por encima que el bienestar
común. Cali es el único municipio en el que sucede una cosa de esas, y no se le
colabora a la gente con una colchoneta, con comida, con mercado, con café. En
los municipios de categoría 6, los más pobres y los más pequeños, no se
presenta esto. ¿Es justo que los soportes legales estén por encima de la ayuda
humanitaria?”, recalca Héctor, quien sabe lo que dice en su rol de abogado.
Ante la
indiferencia de los entes municipales, no queda más que acudir a otros. La
comunidad del barrio, aún sigue buscando ayuda. Rebuscándola, rellenando
papeles y siguiendo tramites que logren una repercusión a este grito de
auxilio.
Como lo
mencionaron en una de las reuniones en la casa de Guazá: “mientras no nos manifestemos, nosotros, no existimos. Seguimos siendo
invisibles”. Lo triste, es que aún lo son.
11.22.2013
Santiago, aguzáte
Al intentar describir a Santiago, es casi inevitable no caer en los ‘lugares comunes’. El mirá vé, todo aquí es cuestión de pandebono porque Cali es Cali y lo demás es loma, retumba como eco en nuestra definición de ciudad.
Sin embargo, ¿vos sabés en
realidad dónde estás parado?
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital
Mundial de la Salsa’?
-No sé.
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital
Mundial de la Salsa’?
-Ni idea.
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital
Mundial de la Salsa’?
-Porque tenemos el swing.
“Llegaron a la
Caseta Panamericana, situada en el antiguo hipódromo. Todavía existían las graderías
del viejo edificio, y estaba así de gente, No cabía un alma, pero ellos
llevaban extraviada el alma, así encontrarían campo, las boletas aún no estaban
agotadas. La luna le causaba hinchazones como de pus al cielo, y Rubén no lo
pensó dos veces: se tiró de cabeza entre la gente para ver si se ubicaba en la
cola, porque se oía música adentro, las trompetas alpinistas, el zapateo, la
bullaranga buena, pero “No seas loco”, dijo Salvador, y lo sacó de un brazo,
“Antes de meterse allí vamos a meternos un Barbaco, que vea”: y abrió la mano:
“Ya estaba armado, acá detrasito (Más vale vigilar a este pelado, que está muy
pepo)”. “Fresco –dijo el Tuercas-, yo me lo conozco, ¿sí o no, Rubén?
¿Chévere?” “Chévere”, dijo él. “¿Cheverísimo?” “Cheverísimo”, dijo él. ¿La
verraquera?” “¡La verraquera!” “¿Tremenda soda?” “Solladísimo”.”[i]
Eso pensó
Andrés, sus dedos lo plasmaron para la posteridad. Caicedo documentó aquella
transformación cultural.
No
era un año normal, era uno bisiesto, con un día de más. Feria de Cali, la
cuestión no era de pandebono, esta vez, era de bestias, de música, de ‘jalá pa’
aquí y jalá pa’ allá’.
Fecha: Diciembre de 1968
Hora: 8 pm
Lugar: Caseta Panamericana.
¿Caseta?,
caseta improvisada, caseta de guadua, caseta de madera.
Como
quien juega a deletrear lo primero que se le viene a la mente; quién creería
que madera, guadua, zinc, aserrín, mucho aserrín; y luces, muchas luces,
cambiarían por completo la historia de esta ciudad. Cali se marcó por una
rumba, una, que aún retumba en el timbal.
Era
la primera vez, ‘las bestias’ llegaban a Cali, llegaron cargados. La descarga
de esa noche, no sólo dejaría a Bobby sin camisa, sin botones, no; la descarga
de esa noche, cambiaría por completo a Santiago*[ii],
todo su contexto social y el entramado cultural. Ellos no se imaginaban, pero
esa mezcla, esa mezcolanza sin nombre aún se convertiría en una idea, un
imaginario, una realidad: una ciudad.
“Recuerdo la primera vez que
vinimos en el 69 –cuenta
Richie- y ¡Oh my God! Fue un viaje
legendario, porque cambió nuestras vidas. Ahí fue cuando conocimos a Colombia,
a las colombianas, toda esta cultura, toda esta gente chévere, rumbera; tocaban
los discos de nosotros en una velocidad más rápida, eran locos con la salsa.
Nosotros para ese entonces
estábamos experimentando, no existía la salsa como tal. Estábamos mezclando
diferentes cosas, empezamos con una cosa que se llamaba Bogaloo, y del Bogaloo entramos en lo que es
la salsa, y lo que notamos fue que la gente de aquí se lo tragaba todo, le
encantaba. Le encantaba la música.
El día que fuimos a tocar, tres
veces le rompieron la ropa a Bobby, las mujeres eran agresivas con él y querían
un cantito ¿verdad?”[iii]
Un
‘cantito’, le llama Richie, sí, ese mismo, Ricardo Cruz, el que viene de frente con su sonido bestial, el
maestro del piano, el rey, uno de los ‘Reyes de la Salsa’.
Para
el 68, los caleños, no tenían aún clara su identidad, ese simple “cantito”,
significó todo un choque cultural:
“Richie Ray dividió los ánimos,
los afectos musicales en este lugar de la provincia del Valle del río Cauca,
hasta provocar una confrontación social e intelectual entre sus habitantes,
delante de la música como vehículo determinante de la identidad cultural. Para
una ciudad mayoritariamente mestiza, los festejos decembrinos se convirtieron
en la necesidad de un arraigo definitivo en los ritmos Caribes, en un evidente
adiós a otros aires musicales provenientes del interior del país. Esta onda, no
obstante, se detuvo en los 80’, con una fuerte irrupción del vallenato, el
ritmo propio de la costa norte colombiana, el cual permanece hasta hoy en
bailaderos y emisoras especializadas. Tierra caliente, distante dos horas del
océano Pacífico, Cali se convirtió rápidamente en centro de la actividad
musical antillana, a la par de Nueva York, Puerto Rico, Venezuela y República
Dominicana”.[iv]
Para
ese entonces, Nelson y sus estrellas, los Graduados y los Hispanos sonaban en
la ciudad; el ‘Loko Quintero’ halagaba al Paisa Bedoya. La burguesía caleña,
los de alto estrato social, se identificaban con la música del interior. La
pachanga y el jolgorio se formaban a punta de música decembrina; la salsa era
para los pobres, para la ‘plebe’.
Esa
misma plebe, que se tomó aquél concierto; se tomó la ciudad. Después de que
Richie descargará y Bobby la cogiera, nada volvería a ser igual. Las fronteras
entre las diferentes clases sociales se esfumaron; aquel concierto representó
para Santiago de Cali una transformación abismal. Encontró en ritmos ajenos, en
ritmos del norte, del norte, bien al norte del continente, su camino; su sabor.
“Hello, hello, okey: everybody happy?
Yeah!!Everybody hot?
Yeah!!
So now take off my clothes!!
Okey we need a bottle we got a bottle
Right we wanna welcome and compliment Okey que pare Changó.
Right now I want to introduce a man who made real hit right here in New
York, right from Brooklyn… We’d like to welcome (tenebroso ambiente,
indesición, del que no tiene ni fen i amparo)… direct from Puerto Rico…
uuuuuuugg rezongar pesado era que Ricardo no quería salir, dicen… direct from
Puerto Rico how about a very, very good man in the past: Bobby Cruz and Ricardo
Ray on piano gimme eeeeeeeey!!”[v]
Es
así como lo recuerda Rubén, Andrés, más bien, Andrés Caicedo. Ese rebelde que
se quitó la vida a los 25 y dejó como última palabra un punto después de una
“A” en la carta que le escribió a Patricia – su novia – antes de suicidarse,
ese mismo loco, narró la historia, la convirtió, la re-hizo y la hizo la
realidad.Como el mismo Andrés lo narra, la pugna, la guerra entre clases, entre ritmos, arremetió aquella noche. Más que un libro de ficción, ‘Qué viva la música’, cuenta con detalles –unos reales y otros no tanto- la noche que marcaría el resto de las noches de esta ciudad.
“Ricardo Ray alternaría con el comodón de Nelson y sus Estrellas y los infames Graduados de Gustavo Quintero. Y no se iba a sentir del todo bien teniendo a su lado a los que nombro de últimos, meros aficionados. Se habla de ese esmirriado trompetista acercándose al micrófono de Gustavo Quimba Quintero, dándole pautas, una más alta que la otra, luego, por lo bajito, el piano, la clave que se instalaba, la voz de Bobby Cruz desfigurando, subvirtiendo, desde el coro, las boberías de Quintero, toda la banda encima, luego Nelson (que por esa época sonaba con mucha más Salsa) ayudando en el golpeteo, en el bataneo, obligando a Nelson y Richie, a improvisar a los Graduados (¡!). Se habla de la vergüenza pública por la que pasaron los paisas”.[vi]
Una
noche, sin duda para recordar, una noche que se perdió en los vericuetos de la
historia, en el pasar de los días. Si Caicedo no hubiera afilado y dibujado con
su pluma, aquella noche no estaría allí. De hecho, no hay un día, no hay uno marcado
como tal. El calendario, se reduce al mes y al año, en el que la salsa tocó las
puertas, tocó las puertas para entrar.
Y a todo el mundo quiere jalar pa' llá.
Que jala jala pa' vacilar
Que jala jala pa' vacilar
El jala jala pa' vacilar
El jala jala para gozar
Que jala jala pa' vacilar
Que jala jala pa' vacilar
El jala jala pa' vacilar
El jala jala para gozar
Y
jalaron y gozaron. Hoy, 45 años después Richie y Bobby lo recuerdan, como un
paso hacia adelante, uno más pa’allá. La relación entre Cali y su carrera
musical, ha sido estrecha, a pesar de que pocos caleños conocen y reconocen en los ‘Reyes’ los precursores de
la salsa, los que trajeron el sabor, ellos hablan de los de aquí con un
sentimiento, parecido a la devoción:
RR:
“Esto ha sido una relación, un
romance, una relación de amor que se estableció desde ese tiempo; han pasado
muchísimos años y verdaderamente yo diría que Colombia, en especial Cali es la
Capital de la Salsa.
Ni en el mismo Puerto Rico, a
decir verdad, Cali tiene un lugar muy muy especial para nosotros. Agradecemos
el apoyo y el amor que hemos sentido durante tantos años”
BC:
“Los caleños tienen ciertos
dichos “Cali es Cali y lo demás… es loma”, y entonces cuando yo le digo eso,
por ejemplo a los bogotanos, ellos dicen “capital es capital, lo demás no
cuenta”, pero si yo les digo a los bogotanos: “los caleños dicen que ellos son
la capital de la salsa”, ahí si dicen que es verdad, no lo discuten.
Cali sí es la Capital Mundial
de la Salsa.”
Aquella
noche terminó y Cali quedo, como el mismo Caicedo lo dijo “Sepultada por la
Salsa”.
Échele salsita
Si
la RAE lo dice, se debe aceptar. Y quién lo pone en duda, quién no ha sentido
esas ganas de moverse, esas ganas de bailar, cuando la salsa empieza a sonar,
bien lo decía ‘La Ocho y Media’, la salsa es un sueño, una ‘pesadilla’: ‘sin salsa no hay sabores, no hay ritmo
sin guaguancó. Sin guaracha no hay alegría, no hay gozadera’.
¿Y quién sabe cómo la gozadera empezó?
La salsa es una cosa que mueve, que excita al
gusto, una cosa que mueve y hace mover al cuerpo. Ritmos caribeños, y
afrocubanos se fusionaron para dar origen a lo que hoy en día se conoce como
este género musical.
A partir de la década de los 70’, se adopta este
término para definir esta mezcla.
Si bien, las fusiones entre el son cubano, música
caribeña, ritmos latinoamericanos y jazz ya existían, sólo con Richie Ray y
Bobby Cruz se comprendió que los no estudiados, los no conocedores, no
comprendían la diferencia entre una guaracha, un chachachá, un bogaloo y un
guaguancó.
El término salsa, para definir al género, nació
en Venezuela, a manos, responsabilidad y voz de un locutor: Phidias Danilo
Escalona.
RR:
“La salsa no existía cuando
comenzamos, en sí la música latina allá en Nueva York, estaba medio calladita,
y nosotros queríamos entrar a hacer algo. Era difícil porque habían unas
orquestas ya con renombre y pensamos que la única manera para entrar era sí
lográbamos llamar la atención.
Comenzamos a hacer música, a
mezclar diferentes cosas: música árabe, música judía, música clásica, rock and
roll.
Lo de la anécdota fue que
fuimos a una entrevista en Venezuela, el locutor se llamaba Phidias Danilo
Escalona y él nos dijo “muchachos ésto no es guaracha, ésto no es mambo, hay
tantas cosas metidas en la música de ustedes ¿qué es eso?
Yo soy Puertorriqueño, pero yo
crecí en Nueva York, casi no hablaba español, y le dije “eso es como el
kétchup”, y yo lo que estaba pensando es que cuando las mujeres cocinan mezclan
los condimentos y hacen la salsa donde está el sabor de la comida, entonces en
lo que pensé fue que mezclamos diferentes elementos musicales.
Pero él pensó que yo estaba era
estornudando cuando yo dije “kétchup, kétchup”, y dice “Bobby, creo que Richie
tiene catarro”, entonces Bobby le explicó.”
BC:
“Le dijimos mira lo que pasa es
que el kétchup es la salsa que se les echa a las hamburguesas para que cojan
sabor y él pensó un momento y dijo “claro, la música de Richie Ray y Bobby Cruz
es: ¡Salsa!”, lo gritó y puso a sonar el piano de Sonido Bestial.
Después de eso, se prendió la
cosa, no había donde presentarnos.
La juventud comenzó a decirnos
“Richie, Bobby ¡salsa!”, lo gritaban a coro y yo dije wow, ésto puede pegar.
En aquel tiempo la salsa no
existía, la primera vez que se le llamo salsa a nuestra música fue ahí,
entonces cuando ellos querían bailar un bolero nos decían “control, Richie,
control”. Eso significaba que querían algo lento para bailar.”
RR:
“No existía antes y quiero
aclarar algo, porque hay quienes dicen que la salsa viene de Cuba, que si la
inventó Johnny Pacheco, que si esto, que lo otro.
Nosotros comenzamos, salió el
nombre, nunca nos sentamos a decir
“vamos a inventar algo y vamos a llamarlo salsa”, no, sucedió sobre la
marcha, pero básicamente el nombre salió por ese señor venezolano y la gente
siguió diciéndolo. “
“El acto de Richie y Bobby, fue el preámbulo para
la creación de la Fania All Stars, por convocatoria exprensa de Jerry Masucci,
un judío estadounidense metido desde muy joven en los barrios calientes de
Nueva York. Logró reunir a los más destacados, bajo el nombre de su madre,
Fania.
En esa luna llena del movimiento musical
afrolatino, brillaron todas las estrellas; Celia Cruz, Yomo Toro, Pete El Conde
Rodríguez, Jorge Santana, Ricardo Ray y Bobby Cruz, Ismael Quintana, Ray
Barreto, Willie Colón, Héctor Lavoe, Santos Colón, Ismael Miranda, Roberto
Roena, Johny Pachecho, Luigui Texidor, Oreste Vilato, Barry Rodgers, Roberto
Rodríguez, Chao Feliciano, Reinaldo Jorge, Adalberto Santiago, Rubén Blades.
Muchos de ellos hicieron partes de los comienzos de la jornada musical de los
año 70’ en Nueva York”.[viii]
La Fania, reunió a los mejores. Richie y Bobby,
hicieron parte de ella.
Para el año 1974 la conversión llegó a sus vidas.
Bobby fue el primero en convertirse, encontró su camino en Dios. Richie no lo
siguió, inclusive, Bobby consiguió un nuevo pianista, pero no funcionó. La
magia, sucedía cuando estaban los dos.
¡Échele salsita! - le dice Doña Martha a Juanita – Échele pues mamita, para que le dé el sabor.
‘Capital es Capital’
Si Cali es Cali, ¿dónde está la loma?
Los caleños nos jactamos, se nos llena la boca a
de orgullo al hablar de nuestro sabor, cualquier canción que hable de Santiago,
se canta a todo pulmón.
El aire se eleva, la sangre hierve, el sabor, las
revoluciones se llevan en el corazón.
El golpeteo de sus sienes no lo dejan escuchar la
música.
Sus latidos, no marcan el rimo habitual, no es
ta-ta, ta-ta, es ta-ta-ta, ta-tá. Esa es la clave, es la clave la que hace que
sus pies se muevan sin parar.
A millas siento tu aroma,
cualquiera justo razona,
-Todos gritan-
Que Cali es Cali señoras, señores cualquiera justo razona,
-Todos gritan-
lo demás es loma.
Y
sí, todos nos jactamos, ¿pero dónde estamos parados?
Era
época de la Conquista, a eso de 1498, Sebastián de Belalcázar viajó con
Cristóbal Colón, éste era su tercer viaje a América. Por aquí pasó Sebastián,
como muchos viajeros. La diferencia, fue que en 1536 él mismo la fundó.
Siempre
fue conocida como una ciudad de paso, su ubicación privilegiada entre las
regiones mineras de Antioquia, Chocó y Popayán, la dejaron sin arraigo. Por
aquí venían, y se iban. Y así. Para 1793, el 20% de su población eran esclavos.
El sentido de apropiación se fue dando, a medida del paso del tiempo, y a
medida de que un paso, los pasos de baile, marcaran y crearan un nuevo camino.
Alejandro
Ulloa, antropólogo salsero, en una entrevista para el diario El País explica: “Entre 1940 y 1980 se fundaron un poco más de 100
barrios populares, construidos por la misma gente en la periferia, en terrenos
ejidos o en las antiguas haciendas parceladas para la vivienda. Miles de
hombres, mujeres y niños participaron de esa construcción, y en ese proceso la
música antillana y la salsa estuvieron presentes en kioscos, terrazas y casetas
comunales, como símbolo de una gesta colectiva”.
¿Usted sabe por
qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
Jaime
Henao, Director de la Fundación Musical ‘El Colectivo’, responde:
“Más bien creo
que sé por qué no lo es. En esta historia nadie se pone de acuerdo. Se dice que la capital del Jazz es Nueva York, entonces vos llegás cualquier día de la semana y cogés un periódico y ves los bares, escogés y vas. Vos sos un ejecutivo, y buscás pasar la noche.
Entonces, ese
mismo ejecutivo, viene a pasar un tiempo en Cali y viene en el mismo plan y
¿qué encuentra?, nada, ¡nada!
¿Cómo así que
somos la Capital Mundial de la Salsa?
Si la salsa no
se entiende como un fenómeno sociológico antes que musical, es muy difícil
asumir qué representa para nosotros. Aquí no hay fervor. Aquí todo es por
decreto.
El sentido de
apropiación del caleño es un sentido esnobista”
Mientras
Jaime lo duda, Alberto no sabe, Beatriz no sabe, Andrea no tiene ni idea. Lo
cierto, es que los campeones mundiales, son de acá, o que lo digan Adriana y
Jefferson, los campeones de la salsa como baile deportivo en los Juegos
Mundiales.
Según
la Secretaría de Cultura y Turismo, hay más de 100 escuelas de baile y 3
asociaciones que las respaldan: Asosalcali, Asobasalsa y Fedesalsa son la cuna
de los nuevos talentos, de los bailarines que buscarán esa representación.
El
sabor de la salsa, llega a ser amargo, sobre todo cuando se goza, sin una real
apreciación. Un caleño promedio, se
jacta del Grupo Niche, de Jairo Varela, de Chipichape, del sabor; pero poco
sabe de su proveniencia.
O
como diría Caicedo, mientras tanto: “tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de
tu confusión.”
Mirá, Cali, Aguzáte, te están
velando. Te estás velando. Si no sabés de dónde venís, no sabés pa’ dónde vas.
Si no sabés cómo aprendés, ¿de qué te sirve bailar?.
[i] Qué viva la
música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 133
[ii] *Santiago de
Cali
[iii] Entrevista
realizada por María Fernanda Lizcano y Lina María Álvarez a Richie Ray y Bobby
Cruz, 6 de Julio de 2013
[iv] La verdadera
historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
[v] Qué viva la
música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 138
[vi] Qué viva la
música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 139
[vii] II
Definición según la RAE de la palabra ‘salsa’
[viii] La verdadera
historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
-
Gómez, A (1985). Historia de
Cali. Cali: Ediciones Andinas.
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