Laura,
no es una mujer normal. Tiene los ojos bien abiertos y los oídos bien
despiertos, a tal punto que no puede dejar de preguntarse y preguntar el porqué
de todo.
Nació
en 1950, estudió filosofía y letras en la Universidad de los Andes para luego
enfocarse en las Ciencias Políticas. Fue maestra, activista, periodista y
ahora, escritora. Una de las mejores.
Es
zurda, izquierdista. Jugó con el Trotskismo como militancia política, al igual
que jugó un papel importante en los procesos de negociación con el M19 durante
los años 80. Como parte del Comité de Verificación de Paz, siempre andaba con un pañuelo blanco en el bolsillo: no sabía cuándo tenía que amarrarlo a un palo y usarlo como escudo ante el fuego cruzado.
Tuvo
que abandonar el país, se refugió en México donde el diario La Jornada y la revista Proceso labraron sus caminos como
periodista. Cinco años después regresó a su patria, “donde la muerte campea,
reina y señora",
a trabajar para la revista Semana y
la revista Cromos. Llegó incluso a
dirigir el Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá.
Sus
relatos, todos y cada uno de ellos, tienen un sello personal; una marca que
sólo ella les puede dar. Ésos testimonios de vida, ésa construcción sencilla
pero eficaz de los personajes, ésa particular descripción de los espacios, ésa
prosa ágil y directa, ése sentido del humor, ésa manera diferente y
característica de narrar, ésa maña de trasgredir las normas, de comerse los
puntos, de jugar con el lenguaje; ésa Laura que tilda adrede palabras porquesí, es la misma de la que cualquiera se puede
enamorar.
Casada
con el periodismo narrativo, se dejó seducir por la magia de la literatura: “En la ficción hay una capacidad de
interpretación que va un poco más allá”. Sin embargo, y a pesar de
que desde los 90 se haya decidido por la musa literaria, sus producciones,
siempre, sin excepción alguna, terminan salpicadas por su primer amor: el
oficio periodístico.
Sus
letras, siempre impregnadas de pasión: amor y dolor, no sólo retratan un país
verde y sangrante como Colombia, sino también, muestran los enredos y nudos de
la existencia humana a través de historias simples. Historias únicas,
personajes singulares, lugares que hablan, palabras que saltan y se convierten
en barcos de papel, capaces de llevar al lector a otros mundos.
Laura,
no es una mujer normal. Para mí, es la mejor periodista y escritora de este
país de ficción.
"La vida se debate en aguas profundas mientras las palabras y las explicaciones resbalan sobre la lisura de la superficie".
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