11.22.2013

Santiago, aguzáte


Al intentar describir a Santiago, es casi inevitable no caer en los ‘lugares comunes’. El mirá vé, todo aquí es cuestión de pandebono porque Cali es Cali y lo demás es loma, retumba como eco en nuestra definición de ciudad.

Sin embargo, ¿vos sabés en realidad dónde estás parado?
 
-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
-No sé.

-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
-Ni idea.

-¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?
-Porque tenemos el swing.

 
El swing y el tumbao’ se dejan de lao’ cuando de historia se trata. Una Cali llena de esquinas, en cada esquina una historia, relata cómo pasó de ser una ciudad de paso, a ‘tirarse un paso’. Paso a paso, mirando pa’ lante se posicionó como la Capital Mundial de un género, de un ritmo ajeno.

“Llegaron a la Caseta Panamericana, situada en el antiguo hipódromo. Todavía existían las graderías del viejo edificio, y estaba así de gente, No cabía un alma, pero ellos llevaban extraviada el alma, así encontrarían campo, las boletas aún no estaban agotadas. La luna le causaba hinchazones como de pus al cielo, y Rubén no lo pensó dos veces: se tiró de cabeza entre la gente para ver si se ubicaba en la cola, porque se oía música adentro, las trompetas alpinistas, el zapateo, la bullaranga buena, pero “No seas loco”, dijo Salvador, y lo sacó de un brazo, “Antes de meterse allí vamos a meternos un Barbaco, que vea”: y abrió la mano: “Ya estaba armado, acá detrasito (Más vale vigilar a este pelado, que está muy pepo)”. “Fresco –dijo el Tuercas-, yo me lo conozco, ¿sí o no, Rubén? ¿Chévere?” “Chévere”, dijo él. “¿Cheverísimo?” “Cheverísimo”, dijo él. ¿La verraquera?” “¡La verraquera!” “¿Tremenda soda?” “Solladísimo”.”[i] Eso pensó Andrés, sus dedos lo plasmaron para la posteridad. Caicedo documentó aquella transformación cultural.

No era un año normal, era uno bisiesto, con un día de más. Feria de Cali, la cuestión no era de pandebono, esta vez, era de bestias, de música, de ‘jalá pa’ aquí y jalá pa’ allá’.

Fecha: Diciembre de 1968

Hora: 8 pm

Lugar: Caseta Panamericana.

¿Caseta?, caseta improvisada, caseta de guadua, caseta de madera.

Como quien juega a deletrear lo primero que se le viene a la mente; quién creería que madera, guadua, zinc, aserrín, mucho aserrín; y luces, muchas luces, cambiarían por completo la historia de esta ciudad. Cali se marcó por una rumba, una, que aún retumba en el timbal.

 Richie Ray y Bobby Cruz en concierto.

Era la primera vez, ‘las bestias’ llegaban a Cali, llegaron cargados. La descarga de esa noche, no sólo dejaría a Bobby sin camisa, sin botones, no; la descarga de esa noche, cambiaría por completo a Santiago*[ii], todo su contexto social y el entramado cultural. Ellos no se imaginaban, pero esa mezcla, esa mezcolanza sin nombre aún se convertiría en una idea, un imaginario, una realidad: una ciudad.

“Recuerdo la primera vez que vinimos en el 69 –cuenta Richie- y ¡Oh my God! Fue un viaje legendario, porque cambió nuestras vidas. Ahí fue cuando conocimos a Colombia, a las colombianas, toda esta cultura, toda esta gente chévere, rumbera; tocaban los discos de nosotros en una velocidad más rápida,  eran locos con la salsa.

Nosotros para ese entonces estábamos experimentando, no existía la salsa como tal. Estábamos mezclando diferentes cosas, empezamos con una cosa que se llamaba  Bogaloo, y del Bogaloo entramos en lo que es la salsa, y lo que notamos fue que la gente de aquí se lo tragaba todo, le encantaba. Le encantaba la música.

El día que fuimos a tocar, tres veces le rompieron la ropa a Bobby, las mujeres eran agresivas con él y querían un cantito ¿verdad?”[iii]

Un ‘cantito’, le llama Richie, sí, ese mismo, Ricardo Cruz, el que viene de frente con su sonido bestial, el maestro del piano, el rey, uno de los ‘Reyes de la Salsa’.

Para el 68, los caleños, no tenían aún clara su identidad, ese simple “cantito”, significó todo un choque cultural:

“Richie Ray dividió los ánimos, los afectos musicales en este lugar de la provincia del Valle del río Cauca, hasta provocar una confrontación social e intelectual entre sus habitantes, delante de la música como vehículo determinante de la identidad cultural. Para una ciudad mayoritariamente mestiza, los festejos decembrinos se convirtieron en la necesidad de un arraigo definitivo en los ritmos Caribes, en un evidente adiós a otros aires musicales provenientes del interior del país. Esta onda, no obstante, se detuvo en los 80’, con una fuerte irrupción del vallenato, el ritmo propio de la costa norte colombiana, el cual permanece hasta hoy en bailaderos y emisoras especializadas. Tierra caliente, distante dos horas del océano Pacífico, Cali se convirtió rápidamente en centro de la actividad musical antillana, a la par de Nueva York, Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana”.[iv]

Para ese entonces, Nelson y sus estrellas, los Graduados y los Hispanos sonaban en la ciudad; el ‘Loko Quintero’ halagaba al Paisa Bedoya. La burguesía caleña, los de alto estrato social, se identificaban con la música del interior. La pachanga y el jolgorio se formaban a punta de música decembrina; la salsa era para los pobres, para la ‘plebe’.

Esa misma plebe, que se tomó aquél concierto; se tomó la ciudad. Después de que Richie descargará y Bobby la cogiera, nada volvería a ser igual. Las fronteras entre las diferentes clases sociales se esfumaron; aquel concierto representó para Santiago de Cali una transformación abismal. Encontró en ritmos ajenos, en ritmos del norte, del norte, bien al norte del continente, su camino; su sabor.

“Hello, hello, okey: everybody happy?
Yeah!!
Everybody hot?
Yeah!!
So now take off my clothes!!
Okey we need a bottle we got a bottle
Right we wanna welcome and compliment Okey que pare Changó.

Right now I want to introduce a man who made real hit right here in New York, right from Brooklyn… We’d like to welcome (tenebroso ambiente, indesición, del que no tiene ni fen i amparo)… direct from Puerto Rico… uuuuuuugg rezongar pesado era que Ricardo no quería salir, dicen… direct from Puerto Rico how about a very, very good man in the past: Bobby Cruz and Ricardo Ray on piano gimme eeeeeeeey!!”[v]
Es así como lo recuerda Rubén, Andrés, más bien, Andrés Caicedo. Ese rebelde que se quitó la vida a los 25 y dejó como última palabra un punto después de una “A” en la carta que le escribió a Patricia – su novia – antes de suicidarse, ese mismo loco, narró la historia, la convirtió, la re-hizo y la hizo la realidad.

Como el mismo Andrés lo narra, la pugna, la guerra entre clases, entre ritmos, arremetió aquella noche. Más que un libro de ficción, ‘Qué viva la música’, cuenta con detalles –unos reales y otros no tanto- la noche que marcaría el resto de las noches de esta ciudad.

“Ricardo Ray alternaría con el comodón de Nelson y sus Estrellas y los infames Graduados de Gustavo Quintero. Y no se iba a sentir del todo bien teniendo a su lado a los que nombro de últimos, meros aficionados. Se habla de ese esmirriado trompetista acercándose al micrófono de Gustavo Quimba Quintero, dándole pautas, una más alta que la otra, luego, por lo bajito, el piano, la clave que se instalaba, la voz de Bobby Cruz desfigurando, subvirtiendo, desde el coro, las boberías de Quintero, toda la banda encima, luego Nelson (que por esa época sonaba con mucha más Salsa) ayudando en el golpeteo, en el bataneo, obligando a Nelson y Richie, a improvisar a los Graduados (¡!). Se habla de la vergüenza pública por la que pasaron los paisas”.[vi]

Una noche, sin duda para recordar, una noche que se perdió en los vericuetos de la historia, en el pasar de los días. Si Caicedo no hubiera afilado y dibujado con su pluma, aquella noche no estaría allí. De hecho, no hay un día, no hay uno marcado como tal. El calendario, se reduce al mes y al año, en el que la salsa tocó las puertas, tocó las puertas para entrar.

Y a todo el mundo quiere jalar pa' llá. 
Que jala jala pa' vacilar 
Que jala jala pa' vacilar 
El jala jala pa' vacilar 
El jala jala para gozar 

Y jalaron y gozaron. Hoy, 45 años después Richie y Bobby lo recuerdan, como un paso hacia adelante, uno más pa’allá. La relación entre Cali y su carrera musical, ha sido estrecha, a pesar de que pocos caleños conocen y  reconocen en los ‘Reyes’ los precursores de la salsa, los que trajeron el sabor, ellos hablan de los de aquí con un sentimiento, parecido a la devoción:

RR:

“Esto ha sido una relación, un romance, una relación de amor que se estableció desde ese tiempo; han pasado muchísimos años y verdaderamente yo diría que Colombia, en especial Cali es la Capital de la Salsa.

Ni en el mismo Puerto Rico, a decir verdad, Cali tiene un lugar muy muy especial para nosotros. Agradecemos el apoyo y el amor que hemos sentido durante tantos años”

BC:

“Los caleños tienen ciertos dichos “Cali es Cali y lo demás… es loma”, y entonces cuando yo le digo eso, por ejemplo a los bogotanos, ellos dicen “capital es capital, lo demás no cuenta”, pero si yo les digo a los bogotanos: “los caleños dicen que ellos son la capital de la salsa”, ahí si dicen que es verdad, no lo discuten.

Cali sí es la Capital Mundial de la Salsa.”
Aquella noche terminó y Cali quedo, como el mismo Caicedo lo dijo “Sepultada por la Salsa”.

  

Échele salsita

 Salsa: Cosa que mueve o excita el gusto.[vii]

Si la RAE lo dice, se debe aceptar. Y quién lo pone en duda, quién no ha sentido esas ganas de moverse, esas ganas de bailar, cuando la salsa empieza a sonar, bien lo decía ‘La Ocho y Media’, la salsa es un sueño, una ‘pesadilla’: sin salsa no hay sabores, no hay ritmo sin guaguancó. Sin guaracha no hay alegría, no hay gozadera’

¿Y quién sabe cómo la gozadera empezó?

La salsa es una cosa que mueve, que excita al gusto, una cosa que mueve y hace mover al cuerpo. Ritmos caribeños, y afrocubanos se fusionaron para dar origen a lo que hoy en día se conoce como este género musical.

A partir de la década de los 70’, se adopta este término para definir esta mezcla.

Si bien, las fusiones entre el son cubano, música caribeña, ritmos latinoamericanos y jazz ya existían, sólo con Richie Ray y Bobby Cruz se comprendió que los no estudiados, los no conocedores, no comprendían la diferencia entre una guaracha, un chachachá, un bogaloo y un guaguancó.

El término salsa, para definir al género, nació en Venezuela, a manos, responsabilidad y voz de un locutor: Phidias Danilo Escalona.

RR:

“La salsa no existía cuando comenzamos, en sí la música latina allá en Nueva York, estaba medio calladita, y nosotros queríamos entrar a hacer algo. Era difícil porque habían unas orquestas ya con renombre y pensamos que la única manera para entrar era sí lográbamos llamar la atención.

Comenzamos a hacer música, a mezclar diferentes cosas: música árabe, música judía, música clásica, rock and roll.

Lo de la anécdota fue que fuimos a una entrevista en Venezuela, el locutor se llamaba Phidias Danilo Escalona y él nos dijo “muchachos ésto no es guaracha, ésto no es mambo, hay tantas cosas metidas en la música de ustedes ¿qué es eso?

Yo soy Puertorriqueño, pero yo crecí en Nueva York, casi no hablaba español, y le dije “eso es como el kétchup”, y yo lo que estaba pensando es que cuando las mujeres cocinan mezclan los condimentos y hacen la salsa donde está el sabor de la comida, entonces en lo que pensé fue que mezclamos diferentes elementos musicales.

Pero él pensó que yo estaba era estornudando cuando yo dije “kétchup, kétchup”, y dice “Bobby, creo que Richie tiene catarro”, entonces Bobby le explicó.”

BC:

“Le dijimos mira lo que pasa es que el kétchup es la salsa que se les echa a las hamburguesas para que cojan sabor y él pensó un momento y dijo “claro, la música de Richie Ray y Bobby Cruz es: ¡Salsa!”, lo gritó y puso a sonar el piano de Sonido Bestial.

Después de eso, se prendió la cosa, no había donde presentarnos.

La juventud comenzó a decirnos “Richie, Bobby ¡salsa!”, lo gritaban a coro y yo dije wow, ésto puede pegar.

En aquel tiempo la salsa no existía, la primera vez que se le llamo salsa a nuestra música fue ahí, entonces cuando ellos querían bailar un bolero nos decían “control, Richie, control”. Eso significaba que querían algo lento para bailar.”

RR:

“No existía antes y quiero aclarar algo, porque hay quienes dicen que la salsa viene de Cuba, que si la inventó Johnny Pacheco, que si esto, que lo otro.

Nosotros comenzamos, salió el nombre, nunca nos sentamos a decir  “vamos a inventar algo y vamos a llamarlo salsa”, no, sucedió sobre la marcha, pero básicamente el nombre salió por ese señor venezolano y la gente siguió diciéndolo. “

 No sólo la gente, la salsa, se convirtió en el movimiento del momento; más que un género, fue una oleada cultural:

“El acto de Richie y Bobby, fue el preámbulo para la creación de la Fania All Stars, por convocatoria exprensa de Jerry Masucci, un judío estadounidense metido desde muy joven en los barrios calientes de Nueva York. Logró reunir a los más destacados, bajo el nombre de su madre, Fania.

En esa luna llena del movimiento musical afrolatino, brillaron todas las estrellas; Celia Cruz, Yomo Toro, Pete El Conde Rodríguez, Jorge Santana, Ricardo Ray y Bobby Cruz, Ismael Quintana, Ray Barreto, Willie Colón, Héctor Lavoe, Santos Colón, Ismael Miranda, Roberto Roena, Johny Pachecho, Luigui Texidor, Oreste Vilato, Barry Rodgers, Roberto Rodríguez, Chao Feliciano, Reinaldo Jorge, Adalberto Santiago, Rubén Blades. Muchos de ellos hicieron partes de los comienzos de la jornada musical de los año 70’ en Nueva York”.[viii]

La Fania, reunió a los mejores. Richie y Bobby, hicieron parte de ella.

Para el año 1974 la conversión llegó a sus vidas. Bobby fue el primero en convertirse, encontró su camino en Dios. Richie no lo siguió, inclusive, Bobby consiguió un nuevo pianista, pero no funcionó. La magia, sucedía cuando estaban los dos.

¡Échele salsita! - le dice Doña Martha a Juanita – Échele pues mamita, para que le dé el sabor.

 

‘Capital es Capital’

Si Cali es Cali, ¿dónde está la loma?

Los caleños nos jactamos, se nos llena la boca a de orgullo al hablar de nuestro sabor, cualquier canción que hable de Santiago, se canta a todo pulmón.

El aire se eleva, la sangre hierve, el sabor, las revoluciones se llevan en el corazón.

El golpeteo de sus sienes no lo dejan escuchar la música.

Sus latidos, no marcan el rimo habitual, no es ta-ta, ta-ta, es ta-ta-ta, ta-tá. Esa es la clave, es la clave la que hace que sus pies se muevan sin parar.

A millas siento tu aroma, 
cualquiera justo razona, 

-Todos gritan-
Que Cali es Cali señoras, señores 
lo demás es loma.


Y sí, todos nos jactamos, ¿pero dónde estamos parados?

Era época de la Conquista, a eso de 1498, Sebastián de Belalcázar viajó con Cristóbal Colón, éste era su tercer viaje a América. Por aquí pasó Sebastián, como muchos viajeros. La diferencia, fue que en 1536 él mismo la fundó.

Siempre fue conocida como una ciudad de paso, su ubicación privilegiada entre las regiones mineras de Antioquia, Chocó y Popayán, la dejaron sin arraigo. Por aquí venían, y se iban. Y así. Para 1793, el 20% de su población eran esclavos. El sentido de apropiación se fue dando, a medida del paso del tiempo, y a medida de que un paso, los pasos de baile, marcaran y crearan un nuevo camino.

Alejandro Ulloa, antropólogo salsero, en una entrevista para el diario El País explica: Entre 1940 y 1980 se fundaron un poco más de 100 barrios populares, construidos por la misma gente en la periferia, en terrenos ejidos o en las antiguas haciendas parceladas para la vivienda. Miles de hombres, mujeres y niños participaron de esa construcción, y en ese proceso la música antillana y la salsa estuvieron presentes en kioscos, terrazas y casetas comunales, como símbolo de una gesta colectiva”.

 
¿Usted sabe por qué Cali es ‘La Capital Mundial de la Salsa’?

Jaime Henao, Director de la Fundación Musical ‘El Colectivo’, responde:
“Más bien creo que sé por qué no lo es. En esta historia nadie se pone de acuerdo.
Se dice que la capital del Jazz es Nueva York, entonces vos llegás cualquier día de la semana y cogés un periódico y ves los bares, escogés y vas. Vos sos un ejecutivo, y buscás pasar la noche.

Entonces, ese mismo ejecutivo, viene a pasar un tiempo en Cali y viene en el mismo plan y ¿qué encuentra?, nada, ¡nada!
¿Cómo así que somos la Capital Mundial de la Salsa?
Si la salsa no se entiende como un fenómeno sociológico antes que musical, es muy difícil asumir qué representa para nosotros. Aquí no hay fervor. Aquí todo es por decreto.
El sentido de apropiación del caleño es un sentido esnobista”

Mientras Jaime lo duda, Alberto no sabe, Beatriz no sabe, Andrea no tiene ni idea. Lo cierto, es que los campeones mundiales, son de acá, o que lo digan Adriana y Jefferson, los campeones de la salsa como baile deportivo en los Juegos Mundiales.

Según la Secretaría de Cultura y Turismo, hay más de 100 escuelas de baile y 3 asociaciones que las respaldan: Asosalcali, Asobasalsa y Fedesalsa son la cuna de los nuevos talentos, de los bailarines que buscarán esa representación.

El sabor de la salsa, llega a ser amargo, sobre todo cuando se goza, sin una real apreciación.  Un caleño promedio, se jacta del Grupo Niche, de Jairo Varela, de Chipichape, del sabor; pero poco sabe de su proveniencia.

O como diría Caicedo, mientras tanto: “tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de tu confusión.”

Mirá, Cali, Aguzáte, te están velando. Te estás velando. Si no sabés de dónde venís, no sabés pa’ dónde vas. Si no sabés cómo aprendés, ¿de qué te sirve bailar?.

 

 


[i] Qué viva la música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 133
[ii] *Santiago de Cali
[iii] Entrevista realizada por María Fernanda Lizcano y Lina María Álvarez a Richie Ray y Bobby Cruz, 6 de Julio de 2013
[iv] La verdadera historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
[v] Qué viva la música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 138
[vi] Qué viva la música, Andrés Caicedo, Editorial Norma, Febrero de 2001, Bogotá, Pág. 139
[vii] II Definición según la RAE de la palabra ‘salsa’
[viii] La verdadera historia de la salsa, Medardo Arias Satizabal
- Gómez, A (1985). Historia de Cali. Cali: Ediciones Andinas.
 

9.21.2013

Del Petronio al pecado.



Un olor extraño inunda la calle. Uno, no, muchos. Un 4 y un 9 marcan la parada esta noche; una calle y una carrera que más que números son música, gente, ritmo, vicio, peligro y por qué no, libertad. Por algo le llaman: ‘La calle del pecado’

- “Soy dulce, pero en inglés me dicen Candy”

Lo grita a más de 4 vientos, ésta es la segunda noche de las tres que vendrán. Es jueves y ‘Candy’ lo sabe, su cuerpo lo sabe. Sus carnes se mueven al compás del tambor, la guasa, el clarinete y el cununo. Del mundo la separa “la noche” y del piso más de 15 cm de altura. Sus tacones son de un fucsia estridente, al igual que su vestido. A no ser por su voz, pasa por mujer.

‘Candy’ es sólo uno de los tantos travestis que adornan la calle, hacen parte de ella. La carrera cuarta con calle novena los 360 días restantes al Festival Petronio Álvarez es conocida como la ‘Calle del Pecado’, foco de la prostitución gay de Cali. Gigolós, prostitutos y travestis conviven en su zona pecando día a día.

“Es una tradición”, dice un policía que por primera vez cubre la zona. Una noche de la que no sabe qué esperar.

Definitivamente, es una tradición que año tras año ha hecho eco en la cabeza de diferentes generaciones. Anteriormente, cuando el Festival se realizaba en el Teatro al Aire Libre Los Cristales, los músicos se alojaban en el Hotel Camino Real y en el Hotel Los Reyes, ambos ubicados en la misma cuadra. Después de sus presentaciones, en procesión a ritmo pacífico, continuaban la fiesta y terminaban en ésa calle destinada a rematar, a pecar.

Y es que en la Calle del Pecado se mata y se re-mata. Las penas se hacen livianas, las sonrisas flotan, algunos ceños se fruncen y los ojos no se cansan de mirar. “Aquí hay que estar es pilas pelados”, cuenta Adrian*; como él mismo se denomina, “una de las tantas ratas”, que terminan pecando acá.

Es una calle, pero no una simple. De esquina a esquina el ambiente cambia, la atmosfera también lo hace. O muy pesada o muy liviana, como se quiera tomar. Un “aquí se hace lo que me da la gana” es un voz a voz que se repite en cada rincón del lugar.

John Urán, reconocido diseñador caleño, compara ésta mezcolanza de colores, olores, ritmos y sabores con Europa, “es un mezcla de cosas, una mezcla de clases, aquí se ve de todo”. Afirmación que no está nada lejos de la realidad, si usted quiere conocer la otra cara del Petronio, debe irse a rematar.

El ritmo se mueve, la música camina. El currulao, el bunde y el abozao hacen de esa cuadra un escenario. Primero aquí y luego allá; la multitud se desplaza hacia dónde va la música, se dejan llevar.

Negros, mestizos, blancos, colorados, y hasta amarillos pintan el lugar, aquí la etnia pasa a un segundo plano, “aquí lo que venimos es a gozar”, repiten.

Las barreras invisibles que dividen las clases sociales se derrumban en el mismo instante que ‘la calentura’ comienza. “Calentura pa’ aquí ¡eh!”, dice el negro, “Calentura pa’ allá ¡ah!”, responde el gringo. La euforia sube, la temperatura revienta, la energía se siente y con un grito alegre, retumba todo.

El viche, el tumbacatre, el arrechón y el siete polvos no se quedan por fuera. El pacífico no sólo se prueba, también se vive y se siente.

Son las 3 am y la patrulla 24-1559 llega al lugar. Es hora de irse, no más remate por hoy.  Hay que descansar.

Algunos se rehúsan, esta vez siguen la fiesta es por las demás calles de la ciudad. “Que no muera el paso” corean mientras caminan, bailan y siguen “Petroneando” hasta la colina de San Antonio, son más de 20. Poco a poco se dispersan. El sol sale y son sólo un murmullo ya.


Es un hecho, Petronio sabe pecar.

9.09.2013

Para viajar a otro mundo sólo necesitás 5 'lukas'



Una imagen que te habla a vos.

Мигель

¿Мигель?, sí, Мигель. Mika’el, Misha, Miguel. En hebreo, en ruso o en español, el idioma no importa, discernir no le importa, no le agradan los juicios, detesta decidir. Hedonista y ambiguo, no es fácil de descifrar, sus ojos reflejan lo que sus palabras intentan ocultar.

Resulta difícil describir y mucho más, de escribir. Las palabras se escurren por sus dedos mientras los acordes de una guitarra logran encerrar un sentido.  Para él, los sentidos, son lo primordial.

¿Para qué falta tiene usted la mayor indulgencia?
- No me agradan los juicios.

¿Qué es para usted el colmo de la miseria?
- Aceptarla.

¿Quién hubiera querido ser usted?
- Siempre seria yo. Aunque decidiera ser otro, seguiría siendo yo.

Peca por ególatra y apático, eso sí, dice que no es su intención. Su intención es clara y concisa, sus objetivos se perfilan nítidos mientras sus intereses dicten el paso a seguir. Milimétrico, perspicaz y por qué no, manipulador, le gusta tener siempre el control de la situación.

¿Qué don de la naturaleza preferiría poseer?
- El don de la manipulación de la materia para la reconfiguración.

¿Qué es lo que más detesta?
- Que me hagan este tipo de preguntas, siento que tengo que rebuscar la respuesta desde mi interior.

¿Cuál sería para usted la mayor desdicha?
- Vivimos entre muchas desdichas, la mayor desdicha es que sigan surgiendo más.

Volátiles trazos de una semblanza se mezclan con una canción, entre notas y no sés, susurra al mismo son: “some live repressing their instinctive feelings”… Polifonías del personaje y eufonías de este autor, “protest the way we're built don't point the blame on me”.


8.28.2013

Julio César.

‘Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé’, él lo sabe, Gardel lo supo.
‘En el 506 y en el 2000 también’, es un hecho, no lo soporta.
Que siempre ha habido chorros, Maquiavelos y estafaos’, siempre, una constante que no cambia.
‘Contentos y amagaos, valores y doblez’, no entiende el por qué.





La injusticia es su pesadilla, pero al mismo tiempo, su pan de cada día. Se llama Julio César, como aquél general romano, es un líder nato. Demasiado diplomático, con un toque de político y mucho de humano, cree que la vida es una batalla y que todos los días “hay que mantenerse en la lucha”.

-¿Dónde le gustaría vivir?
-“Donde la justicia determine las acciones de los hombres”.

-¿Cuál es su virtud favorita?
-“Poder de decisión”.

-¿Cuál es el rasgo principal de su carácter?
-“La fortaleza”.

Es fuerte y la vida se ha encargado de forjar su carácter, mientras él como artesano, forja hierro, su destino y el de más de 7 familias que dependen económicamente de su bolsillo. Es un ángel, le cortaron las alas, pero no pierde esa luz, ese brillo que se cuela en sus ojos, que vislumbra sueños, anhelos y cantidad infinita de buenas acciones.

Trabaja y trabaja, pero no como Uribe, a ese ni nombrárselo, trabaja como Neruda: ‘A mis obligaciones’, no se reserva nada, ‘a todos tengo que dar algo’, lo da todo.

Le gustaría poder cambiar y poder cambiarse, por qué no; sólo así podría vivir con el peso a cuestas de éste mundo: irrazonable, cáustico y cínico, el mundo que le tocó.

-¿Cuál es el sueño que más quisiera ver realizado?
-“La justicia social”.

-¿Cuál sería para usted la mayor desdicha?
-“La es. Vivir en un país injusto, como éste”

- ¿Qué caracteres históricos detesta?
-“Que la historia la escriban los vencedores, porque no siempre hay justicia en un resultado”.

El amor por el conocimiento, la entereza, el aplomo y la determinación como características no lo definen, él las define a ellas.



De Dostoievski conoce sus letras y coincide con él, en aquello de que “el secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para qué se vive”.

8.22.2013

9-2=7

-¨Ay me duele, me duele, me duele ¿Dónde está Julio?, ¿por qué no llega?, ¡maldita sea! ¿Estará en el Estadio?, ¡llamálo, que se venga ya!¨
Fragmentos de palabras se sumaban a los alaridos de Aleyda.
Era un hecho, no aguantaba más.

Toqué la puerta, nadie contestaba, durante más de cinco horas esperé paciente, tic-tac, tic-tac, tic-tac, -¿cuánto más falta?, ya son las ocho-, nada pasaba. Me senté a un lado a ver cómo el tiempo se escurría, se escurría, al igual que lo hacía aquella agua que inundaba mi cerebro. Nada qué hacer, ahí ya estaba. Pasaron los siglos, no había reloj, a las 9:45 de la noche,comenzó la función.

Era un domingo, de esos parsimoniosos, de esos hechos para asaltar la armonía, para violar la rutina. De esos calurosos, de esos que nos sabe regalar Santiago, esta particular ciudad. Era un 27, de un año bisiesto. Ya estaba escrito, ese día, yo, tenía que llegar.

Ese 27 de septiembre se rompió algo, digo, se rompieron varias cosas, llegué haciendo daños: el florero del centro de mesa de mi casa, el llanto de mi madre, su fuente, devalúe el dólar en un 17.77%, pedí la extradición de Alán García, cogí a un tipo en Madrid que intentaba pasar 850 gramos de cocaína en un reloj de mesa, encontré armas químicas en Irak y puse a Faustino Asprilla y a Iván René Valenciano en los titulares de la prensa.

Daños, de esos pequeños, que se gestaron desde el primer día en que mi ‘cabezota’ llena de agua vio la luz de lo que ahora sería, su nuevo mundo.

Digo cabezota, en aumentativo, al parecer, jamás sería normal.

Las seis horas de espera mientras Julio César, mi papá, llegaba del Pascual de ver a su “glorioso”, concluyeron para mí en una enfermedad, de esas peligrosas. Mientras 22 hombres corrían detrás de una pelota, yo estaba jugándome la vida en una clínica al norte de la ciudad.

El líquido encefalorraquídeo inundaba mi cerebro, ensopaba mis neuronas, la hidrocefalia haría de mi cabeza un balón. Desde ese día, también nació hacia el futbol mi animadversión.

Nací, no me nacieron. Quería llegar, quería vivir, quería llorar, quería vibrar. Así fue como sobreviví y logré sobrepasar aquel obstáculo, que sólo una válvula de Hakim (científico y compatriota colombiano) podía quitar. Fui un milagro, de esos que se proclaman a grandes voces. Dios, la vida o el azar, por alguna razón que aún no me explico, me querían acá.

Ese año, mi año, pasaron cosas, como todos los años, como todos los días, como todas las horas. Nunca pasa nada, siempre pasa algo y sin embargo, qué difícil resulta encontrar en los vericuetos de la historia puntos exactos, escenarios concretos. Cada año, cada día, cada hora, ese pasado se hace más lejano.

En su lejanía, se alcanzan a divisar aciertos y desaciertos, hechos y deshechos que al unísono retumban en la memoria: desde el 2 de mayo de 1992 Colombia dio un paso adelante, digo, sus relojes, quienes se adelantaron una hora, debido al ‘Niño’ que había azotado al país, llevando al entonces presidente César Gaviria a optar por la medida que Juan Manuel Santos, Ministro de Comercio, le sugirió.

El tiempo marchaba y el país retrocedía. El racionamiento y los apagones trajeron consigo los fogones de leña, las pipas de gas, las velas y los radiecitos de pilas. Mientras Gaviria proclamaba su famosa frase “bienvenidos al futuro”; el neoliberalismo feroz enterraba por primera vez sus garras.

Afortunadamente, no todo es oscuro, ese mismo año se emitió por primera vez ‘La Luciérnaga’, que le dio en la cabeza a las trasmisiones del Canal Uno y el Canal A.

Mientras Amparito Grisales y Danilo Santos, atizaban pasiones y discordias en ‘El cuerpo ajeno’, Jorge Barón ya le echaba ‘agüita’ a la gente; y Pablo Escobar se fugaba de la cárcel de ‘La Catedral’ a las afueras de Medellín.

En ese mismo año, Argentina cambió de moneda, Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas con Rusia, George H.W. Bush le perdonó la deuda a Camboya, Hugo Chávez falló en su golpe de estado, en España se aprobó la Ley de Seguridad Ciudadana, un atentado destruyó la embajada de Israel en Buenos Aires, Sixto Durán ganó las elecciones ecuatorianas, capturaron al ‘Pájaro’, hombre de confianza de Escobar; se estrenó el canal Cartoon Network y el Papa Juan Pablo II reconoció por fin, 350 años después, que la muerte de Galileo Galilei a manos de la iglesia, fue injusta.

Conmigo vinieron Neymar y Selena Gómez, se fueron Rafael Orozco y Daniel Santos. En Cuba, Dulce María Loinaz, obtuvo un Miguel de Cervantes; mientras Madonna, Serú Girán, Silvio Rodríguez y Soda Estéreo lanzaban sus álbumes.

Fue un año promisorio, sobre todo para este pedazo de 1.141.748 km² de tierra. Según The Economist en un informe especial sobre las perspectivas de la economía mundial de 1992, Colombia era el país con el giro más dramático (un giro positivo) del hemisferio occidental.
Pasaron cosas, como las que siempre pasan. Pero como cosas que pasan quedan en el pasado que pasó, pasado recordado como años de antaño.

De una antología de sucesos y decesos, queda un sabor magro en la punta de mi lengua. A veces siento que me equivoqué de época, tal vez no pertenezco sólo a una.


Hoy, mi mente es una amalgama de ideas húmedas, escurridizas; galimatías confusas. No es el líquido encefalorraquídeo, no, es la idea naufraga de que día a día, paso a paso, esquina a esquina sobrevive al torrencial aguacero de mis pensamientos: nuestra existencia está condenada. Estamos condenados a seguir construyendo, día a día, paso a paso, esquina a esquina: futuros olvidos.