No hay eufonía en sus palabras, los tropiezos de su lengua se hacen evidentes. A decir verdad, no las necesita, su obra habla por él.
Los recuerdos, como el arte, están tirados en la calle. Ahí afuera, al alcance de cualquier ojo escrutador que se pose en sus sienes en busca de sentido, avivando los sentidos que sólo la pintura y su particular sensibilidad pueden despertar.
Ésta es la apuesta de Alberto Campuzano, un artista visual caleño formado en el Instituto Departamental de Bellas Artes; quien antes de graduarse ya vendía sus cuadros. Su talento y don para la pintura le hicieron merecedor de un Premio Nacional.
Entre arte, pinturas, lienzos y matices Alberto realizó sus estudios de postgrado en México, país donde residió cerca de 10 años. Estadía que permeó su visión, orientando su carrera a lo callejero, otorgándole esa visión fresca, liberal y altruista: al arte hay que sacarlo del museo.
El arte, ése chico rebelde y obstinado no aguanta más la presión de aquellas cuatro paredes que buscan protegerlo, que le otorgan esa comodidad y cualidad de deidad. Está cansado, quiere conocer el mundo, la ralea, la gentuza, la gente del común. Quiere vibrar con los acordes de la vida, quiere mirar pasar los minutos en un andén, quiere hablarle a sus ojos, quiere comunicarse con usted, eso que él quiere, es lo que quiere Campuzano.
Dentro de su trayectoria figura un trabajo realizado a mediados del 2008, un vídeo-libro llamado ‘Manual’, proyecto basado en los diálogos y apreciaciones de artistas, historiadores y personajes de ciudades como Buenos Aires, México y Bogotá, basado en historias del común, para gente del común.
Hoy, Alberto Campuzano se encuentra en un aula de clases, compartiendo su conocimiento y experiencia con los estudiantes de Artes Visuales de la Universidad Javeriana de Cali, estudiantes que encuentran en él un “muy buen teórico”*1. Mientras ahí afuera, aquél desinhibido camina al lado suyo, no es raro verlo sentado por ahí tomándose una birra, no es raro verlo contonearse al compás de una guitarra desafinada, no es raro verlo junto a usted. Así es él, caprichoso, sólo como el arte lo es.
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