6.14.2013

¡Rotá un libro!




Las palabras como los libros, son impermeables. Nada los corroe, nada los desgasta, rompen con las barreras del tiempo y el espacio; sólo el polvo los ensucia e intenta colarse inútilmente en sus adentros.

Lo cierto es que un libro es más que papel, Neruda decía que un “mínimo bosque” se escondía en ellos; un bosque dónde perderse, dónde refugiarse o simplemente, dónde buscar compañía.

“Cabezas Sucias” es un grupo de personas que buscan que la gente lea y deje atrás las excusas para hacerlo.  Un “no tengo tiempo”, “no tengo plata”, o un “no me gusta” se derrumban en el momento en que por cosas del destino un libro llega a tus manos como por arte de magia.

La propuesta que se teje detrás del nombre de “El club de los libros perdidos” es una manifestación cultural más, hija de esta ciudad que pide a gritos nuevos espacios; la idea básicamente se centra en desempolvar aquellos libros que arrumados en bibliotecas no sirven más que de simple decoración, para compartirlos con la ciudad.

Adolfo Ochoa Moyano, un “cabeza sucia” líder de esta iniciativa cree firmemente en que “no hay nada que sirva más que un buen libro. No importa quién seas o qué hagas. Un libro es como tener una extensa conversación con alguien que te cuenta todo lo que sabe sobre algo, sus miedos, sus pensamientos sobre los tomates o sobre la escuela primaria. Un libro siempre  te lleva a sitios que no has ido jamás”.

Lastimosamente el amor por la lectura es inversamente proporcional al paso del tiempo y las nuevas dinámicas de vida, restan importancia a este ejercicio realmente esencial. “Cali es muy pobre con respecto a la lectura y tal vez esta iniciativa sea un fracaso, pero alguien debe hacerlo ¿no?”.

Los pasos para compartir un libro son bastante sencillos: se escoge uno y se pone una nota dónde especifique que pertenece al Club de los libros perdidos y que quién lo encuentre después de leerlo debe ponerlo a circular nuevamente. Éstos tendrán la libertad de perderse en cualquier lugar público de la ciudad, ya sea un bus, un parque, un museo, una sala de cine o en el MIO.


Y tú, ¿qué libro perderás?

La pesadilla

Cuando la música suena mi alma vuela, mi sangre fluye, mis ojos saltan y  mis pies se mueven. La música es mi vida, la música da vida. Dicen que estoy rayada, pero yo no les creo. Cuando la salsa suena, emprendo un viaje: siento hormiguitas en el cerebro, las paredes de mi cráneo se expanden,  un fuego lento desciende, ¡el guaguancó se siente, la tumba no miente!

Me dicen Maryuri, pero me llamo MaríaCa; creen que soy negra, pobre y que vendo chontaduros, pero lo que no saben es lo que llevo dentro, nadie sabe la verdad. La cédula me pone 30 de más, ya me cree cuarentona la jodida esa. La gente murmura, los hombres me miran y las mujeres tiemblan cuando piso la pista.

Tengo un gato, se llama Cheo y vive quejándose porque ‘no puede vacilar’, nunca lo dejan entrar a la “Ruñidera”, el bar que queda al lado de mi casa. Dicen que es un “animalejo” y lo tratan con desprecio; yo ni me quejo, la verdad es que ni hablo; sólo bailo, gozo, grito y escribo para mí, escribo para vos… Eso sí, sólo lunes y martes porque miércoles, jueves, viernes,  sábado y domingo son para ella; mi confidente, mi amante, mi amiga, mi todo: la salsa.

Me cojo el pelo, me pinto los labios, me pongo la percha y me alisto pa’ la gozadera, siempre es así, yo soy el alma de la fiesta. Ya son las 9:30, el bar lo abrieron a las 7:00, pero es mejor hacerse esperar: tomen pa’ que lleven.

La atmosfera cambia, la música se escucha desde afuera, el ta-ta-ta-tatá de la clave se define a metros, aquí estoy y aquí me quedo, lo mío es está vaina, pa’ que me complico más. Con lo de los chontaduros me hago lo de la noche, me compro una caneca de guaro y tres cervezas para mí solita. Siempre ando solita, nací sola, vivo sola, moriré sola; hasta bailo sola, si nadie me saca, ¡pobres! no saben de lo que se están perdiendo.

La noche es joven y yo también, hoy sólo espero levantarme un “sardino” que me dé la talla porque mañana madrugo, llevo ahorrando más de un mes para el concierto de los Hermanos Lebrón, vienen a Cali, a mi ciudad, muero por ver a Pablito, José, Carlos, Ángel y Frankie; muero por sentirlos cerca, susurrándome al oído, enamorándome con su tumbao’; esos manes son unos maestros, ya veré como hago pa’ subirme al escenario y arrancarles un beso, uno por uno, los dejaré suspirando, ya verán. Por el momento me agarraré a baila’.




***
¡Ay, ay, ay, como dice Henrycito: ‘La juma de ayer, ya se me pasó, esta es otra juma, que hoy traigo yo’!, pero nada de eso, hoy nos vamos con toda, me voy con toda, porque yo soy una reina, una “mona” espectacular, con mis pasos los voy a enamorar, a cualquiera puedo conquistar.

Usted se preguntará, y bueno esta Maryuri ¿qué o qué?, ¿cómo es esa vaina de negra y luego de mona?. Pues bueno, yo le cuento que hace varios años tuve un sueño, ¿usted ha escuchado de ese pelao’ Andrés Caicedo?, bueno, él, él mismito se me apareció y me dijo que yo era la re-encarnación de María del Carmen Huerta, la mona loca esa… Me dijo que nunca envejecería, y yo le creo, que era la mejor bailarina de Cali, y yo le creo, que nunca moriría, y yo le creo.

La vaina es que el flacuchento ese se perdió, si bien hace 29 años ya murió, el guevón se desapareció, me firmó el cerebro con la misma “A.” que marcó la carta para Patricia el día de su muerte; la vaina fue que se me perdió. Yo nací en 1958, no lloré, reí, y ahora en el 2006, sigo con 18 ¿cómo la ven? MaríaCa, la que terminó de puta en “Qué Viva la Música”, MaríaCa, soy yo.

Hoy es 28, Andrés nació un  29 y mañana cumplo 30 años de loca, digo, de rayada, la locura es contagiosa, el raye no. ¡Qué raye los números, qué raye yo!
Antes de que me coja el Clonazepam y que llegue el enfermero, le quiero acabar de contar, antes de que  Antonio me ponga la camisa de fuerza y empiece con la joda… Tanto blanco me marea, este sitio produce nauseas, vomito palabras, escucho voces y veo fantasmas.

¡Ah sí! Ese día, aquél 28 de diciembre del 2006 en el Teatro Jorge Isaacs vi por última vez a esa trilogía, digo, “quintología” porque son cinco ¿no?; ¿sabe qué?, no me haga caso; el caso es que yo iba preparada para mi función, me puse el vestido rojo con flores amarillas, si me agachaba se me veía la colita; me monté en unos zancos, digo, en unos taconsísimos de unos 20 cm, ¡malditos zapatos!, si no fuera por ellos estaría con Pablo y Cheito.

El telón subió, yo no podía de la emoción, mi piel se erizó, mis manos temblaban y a duras penas podía mantener el equilibrio. ‘Y por eso es que yo digo una vez más, regresa a mí, te necesito, cada día es un poco más largo’, ¿te acordás Pablo, te acordás que así empezaste?, estabas postrado en una silla y yo, no sabía si reír o llorar.

Y allí estaba él, ahí estabas vos Pablo, y ahí estaba yo, mirándote, contemplándote desde lejos. Tu pantalón blanco, tu camisa intacta, tu saco azul, y esa boina blanca, esa que te robé ese día. ¡Ay mi pablo!, verte así, me partió el alma; verte ahí, sin poder pararte, dando alaridos en vez de cantar, ¡Ay mi pablo!, mi sueño hecho pesadilla, ese día, como pocos en mi vida, lloré, lo juro.

Al despertar todos los días, siento un dolor en mi corazón, porque en la vida cuando hay una alegría, por cada risa…’ hay setenta y siete mil doscientas lágrimas…



Yo no pensé, yo nunca pienso, actúe con la rapidez y agilidad de un ratón. Después de verte pedir ayuda con ese grito de auxilio, de verte llorar frente a mis ojos, no me iba a quedar con los brazos cruzados, no sé cómo, no sé, no sé, pero sé que en un 2 x 3 estaba corriendo con vos Pablo, vos en tu silla y yo en mis tacones, al mismo paso, al mismo ritmo; vos gritabas y yo lloraba. Teníamos que salir de ahí, teníamos que huir.

Y claro, no faltaba el sapo, el Antonio, grande como siempre, grandote y bobote estaba en la salida, llamaron al hospital y me cogieron entre 5 pelaos. Y aquí estoy, aquí  tengo tu boina, me pregunto ¿qué será de vos Pablito?, todos los días me asalta la misma maldita pregunta.


Pero, ¿sabés qué? Pal’ carajo los sentimentalismos, él allá y yo acá, usted allá y yo acá, yo sigo con mi rumba, sigo con mi vida. ¿Qué más puedo hacer?, vivo entre 4 paredes, más allá de vos.

Eso sí, cuando la escuchés y la bailés, vos que estás afuera de estas 3 dimensiones, acordáte que estás en Cali, la sucursal de cielo, olé, sentí, escuchá y acordáte que ‘sin salsa no hay sabores, no hay ritmo sin guaguancó. Sin guaracha no hay alegría, no hay bolero sin amor’



Intento de cuento,  ensayando con la ficción. Junio 2013


6.13.2013

Piques: Un juego mortal.


Una fila de carros se apila a ambos lados de la calle. La música, el licor y la droga son los cómplices de la noche. Una descarga de adrenalina recorre en cuestión de segundos cada centímetro del cuerpo; segundos contados para la acción, segundos contados para picar.

El aire como el ambiente se tornaba pesado, la lluvia caía sobre la cajuela de los carros 'engallados', mientras un humo denso pretendía rodearlos ocultando sus rostros y el equipo de sonido que ponía a retumbar el puente donde se encontraban.

Con suficiente espacio para correr y la libertad de pisar al máximo el acelerador, la vía al Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, a las afueras de Cali, en la variante cerca de Rozo, parece ser el escenario perfecto para distraer a la policía. En la parte inferior del puente siempre se ubica un retén; a unos 200 metros en la parte superior, siempre se ubican cerca de 50 carros y hasta 200 motos listas para picar. Paradoja que sólo se entiende bajo la lógica de la 'vista gorda'.

Desde hace más de quince años la práctica de los piques o “pikes”, como la llaman sus adeptos, se viene realizando en la ciudad, un juego mortal donde se conjugan y mezclan la adrenalina de correr con el peligro que se corre al hacerlo en éstas condiciones. La música, el licor y la droga son los cómplices de la noche; y lo cierto, es que en este contexto el miedo se convierte en placer.

 80, 100, 120, 140... Mientras la aguja sube, el acelerador baja. El corazón de Mateo no late, parece que un tambor se le metió en el pecho. Las manos frías y la cabeza caliente le permiten una exactitud casi matemática, con los sentidos al 100, la adrenalina corre y re-corre mayores distancias que sus 4 llantas; su torrente sanguíneo, es ahora otra pista.

Un Twingo rojo y un Mazda 3 blanco son los protagonistas, los ojos de todos los asistentes se posan ansiosos esperando a que la bandera roja descienda, los motores se enciendan y la acción comience. La música estridente hace rechinar hasta los dientes; la cerveza, el 'guaro', el cigarrillo y la marihuana abundan por montones. Nadie sabe que se cruza por la cabeza de los conductores,  sin embargo, para nadie es un secreto que la situación no adquiere su verdadera dimensión, sus vidas se echan a un juego de azar.

Corredores y espectadores de todas partes de la ciudad y del Valle forman parte de este grupo clandestino de piques. María cuenta que “viene gente de Cali, Palmira, Cerrito, Vijes, San Marcos, además de la gente de Rozo. Todos los jueves llegan carros y motos por todos lados; la mayoría de accidentes que hay sobre el puente es por la cantidad de gente. Hay ocasiones en las que pueden ir casi 500 personas, es impresionante”.

A pesar de la cantidad incontable de asistentes, las razones que los impulsan no son muy diferentes. Mateo, de 22 años, estudiante de Mercadeo y Negocios Internacionales afirma que “nadie corre por la plata, lo que motiva a toda la gente es sentir ese miedo, esa euforia, esa adrenalina. Cuando vos estás al timón, nadie ni nada te paran, te sentís como invencible”.

Lleva 2 años corriendo sagradamente todas las semanas, dice que cuando llueve mucho o un evento se cancela por algún motivo, se siente “completamente vacío”. Su Mazda 3 “es el niño consentido de la casa”, ha invertido cerca de 7 millones de pesos en reformas para poder “sacarle el jugo al máximo”. Su “niño” cuenta con un sistema mejorado de audio, rines de lujo, luces HID, ampliación de la tubería de escape, frenos marca Brembo y una mejoría en el motor que le permite mezclar gasolina con 2 onzas de combustible para avión, “eso de la más potencia”, asegura.

Motos y carros zumban como una estampida lista para arrollar a todo el que se atraviese en su camino. Mateo acaba de ganar $50.000 en su apuesta contra el Twingo rojo, “no hubo necesidad ni de meterle 170, el pobre tenía un turbo, nada que ver”, presume Mateo.

El ambiente en su mayor parte es tranquilo: muestras de tunning, stunts, carros derrapando, competidores, y curiosos. Por supuesto, al tratarse de algo ilegal y clandestino, las drogas, las armas, las peleas y los robos, no se quedan por fuera. El peligro no deja la pista, estas rutas de igual manera son frecuentadas por carros, buses y camiones ajenos a estas competencias.


Cuatro ruedas, no siempre son necesarias para correr, las motos también hacen parte de la función. Carlos, tiene 17 años, vive en rozo y junto con su Suzuki,  frecuenta constantemente éstos espacios. Al movilizarse en estos vehículos “no falta uno que se vaya de pela”, afirma que cada ocho días alguien se cae o se raspa las piernas, muchas veces se lanzan sin casco o algún tipo de protección. Cuenta que un amigo hace unos meses se fracturó el tobillo y los dedos de las manos.

Accidentes, sangre, huesos rotos y una que otra muerte hacen parte de la lista de elementos que conjugan para llevar a cabo estos eventos. Aunque no se cuenta con una cifra exacta como tal, Mateo asegura que “en una noche pueden resultar de 2 a 3 heridos. Sobre todo los de las motos son los que llevan del bulto. En 2 años, he visto 3 muertes”.

Por su parte, Carlos dice “Al que le gusta, le sabe”, aclarando que una fractura o raspón no lo desanima ni lo desmotiva a seguir en esa búsqueda de adrenalina pura que les causa la velocidad; un torrente de químicos placenteros y definitivamente, adictivos. Asegura que la mejor parte de la noche es “la persecución de la policía”.

En Cali existen cuatro puntos estratégicos dónde se realizan estas competencias: la Variante de Rozo en la vía al Aeropuerto, la Avenida Cañas Gordas, la Bomba de Sameco y el Kilómetro 18. En lo que concierne a las apuestas, las más comunes son las de $20.000; $50.000 es el promedio. Han llegado a los $500.000, sin embargo, existen determinadas ocasiones donde el premio son los propios autos.

Generalmente los piques se realizaban los jueves en las noches, después de las 9 pm hasta las 2 o 3 de la madrugada; ahora, se han visto obligados a cambiar de estrategia.  Para despistar a los policías cada semana se organizan sin previo aviso, ya no hay un día específico; sólo quienes pertenecen a los grupos creados en Blackberry Messenger, WhatsApp, o Facebook están al tanto del lugar y la hora exacta de la reunión.




Esquivando la ley

Julián Rojas, Director y presidente del Club Pulsar Moto Parche de Cali, grupo  donde se forman motociclistas y se educan acerca del uso adecuado de las normas de tránsito, afirma que están “en total desacuerdo con este tipo de eventos, ya que solo fomentan accidentes y desorden en las vías”.

Según Julián, hasta el momento lo único que hace la policía es poner multas o llevarse carros y motos a los patios, aun no se sabe de campañas que busquen contrarrestar esta práctica ilegal. Al dirigirse a la Secretaria de Transito por información acerca de este tema, obtienen respuestas monosílabas. Sí, los operativos se realizan, sin embargo como el mismo Julián señala, “los piques se les salen de las manos”.

Por su lado, Néstor Henao, Supervisor del grupo operativo de Tránsito, en una entrevista realizada para El Pais.com afirmó, “Estamos armando operativos solos porque el acompañamiento del Gobierno y de otras entidades que tienen que llegar allá no está llegando”….“Generalmente estos operativos se hacen programados pero como éstos salen de un momento a otro es imposible llegar a neutralizarlos”.

Dentro del contexto de la competencia, el peligro es latente, no sólo por la escena, sino también por el perfil de algunos espectadores. Víctor, de 22 años, estudiante de Diseño y  propietario de una Scooter dice que en los piques de Rozo “se ve de todo, pero también, mucha gente malandra”, asegura que la diversidad de sus asistentes es la razón por la cual se presentan tantos robos, la mayoría son menores de edad. 

Éste es uno de los puntos más frecuentados por carros y motos “normales”, algunos con modificaciones y equipos de sonido de alto costo. Sin embargo, asegura que en la Avenida Cañas Gordas “la gente es más 'bien', el ambiente es menos pesado, y se puede llegar a  ver carros de alta gama como Audis, BMW´s y motos de alto cilindraje”. Paralelo reflejo de la realidad, la Cañas Gordas es frecuentada en su gran mayoría por estudiantes de universidades aledañas.

La tensión que se vive en éstos espacios aumenta, cuando aparece la policía; muchos no sólo temen la inmovilización de sus carros o motos carentes de papeles, sino también una detención, debido a las drogas y armas que tienen en su poder.

Para los amantes de la velocidad, la ilegalidad no es ineludible. Cada 3 meses la Federación Colombiana de Automovilismo Deportivo organiza un evento de piques legales en Cavasa, la inscripción del automóvil oscila entre unos $300.000, $400.000; la ganancia es de aproximadamente $100.000 para el ganador, además de la satisfacción de haber desafiado a sus competidores.

Carlos, piensa que hacer un Kartodromo sería la solución, pues de ésta manera se contaría con un lugar idóneo para darle rienda suelta a la velocidad, sin embargo, no cree que “el Gobierno bote la plata en algo así”; por el momento, seguirán al margen de la ley, ignorando adrede las normas quebradas que los piques dejan a su paso.

...
Seis policías motorizados aparecen torpemente entre la oscuridad, sin una palabra o grito en el aire, ya todos saben qué hacer. Como si una bomba hubiera explotado se escabullen como cucarachas  por encima de los andenes, las calles y la fila de carros que se forma.
Familiares del opio se liberan en el torrente sanguíneo, esta vez, la satisfacción es mayor: burlar a la autoridad.


Glosario Piques:
Turbo: Equipo que mediante que aumenta la combustión y aceleración del carro.
Stunts: Piruetas realizadas por motociclistas.
Tunning: Personalización y modificación de vehículos.
Derrapar: Patinar un vehículo, desviando lateralmente su dirección.




*Reportaje publicado por el periodico El Giro, Periodismo Reflexivo, Edición 29

Efímero viaje



Si usted señor lector quiere conocer que hay detrás del mundo de las “drogas sintéticas”, prepárese, agudice sus sentidos, abra su mente, comprenda los entrelíneas que se esconden y gritan por ser leídos. Una realidad latente y ciega. Bienvenidos…

Se cierran las puertas, el alma se embarca en un viaje hacia nuevas dimensiones, se desvanece el cuerpo, los sentidos se aguzan ¡A Daniel no lo están velando, se está drogando!; abandona su noción, ahora sólo es un ente, un elemento más que conjuga con su vívido contexto, una mezcla entre euforia, angustia, música, licor, y un líquido espeso que recorre su torrente sanguíneo… lo hará por una, dos, tres, cuatro horas de su vida, ni él lo sabe. Nada sabe.

Sí, suena desorbitado, resulta difícil comprender y digerir una lista de ambigüedades, pero así lo es, éstos son los efectos de las llamadas “drogas sintéticas”, nombradas con recurrencia últimamente por su posible legalización, sin embargo, se ha preguntado ¿qué son?, ¿sabe usted que éste tipo de drogas se venden en la ciudad “como pan caliente”?; cientos de establecimientos nocturnos, parques, y avenidas principales se encuentran plagadas de éste sigiloso peligro, sustancias que amenazan mordazmente la salud mental y física de los consumidores caleños.

Las drogas sintéticas, son sustancias ilícitas elaboradas en laboratorios, en su mayoría clandestinos, a partir de la síntesis de elementos químicos que no se extraen de productos naturales. En muchas ocasiones, los principios activos de éstas son los mismos de algunos productos con propósitos clínicos, sin embargo, terminan consumiéndose por “diversión”. Con el tiempo, traen consecuencias nefastas para la salud de quienes las consumen.

El LSD es una sustancia alucinógena también llamada Acido, Papel, Trip, Bicho o Secante y su valor varía entre $20.000 y $45.000, sí se consume en una rumba electrónica. Vienen en  pequeños cuadrados de papel con un dibujo sobre una de sus caras; se consume debajo de la lengua, aunque hay quienes se lo adhieren a los parpados; en el caso del LSD líquido, lo diluyen en el trago.

Su variada y creativa presentación hace que se distingan unas de otras: las nacionales, las internacionales, y las pertenecientes a un fabricante determinado están definidas por su propio diseño; El Batman, Smiley, Conan, son algunos de los modelos. Se compra por sellos y cada uno se puede repartir por diminutas cuadrillas, que fuera de una rumba se pueden conseguir a  $5.000 aproximadamente, su reducido tamaño (un cuarto de bloque) de 2 cm x 2 cm es inversamente proporcional al gran viaje que dura de ocho a doce horas.

Daniel siente que flota, vuela y navega en el mar de incongruencias que se ha vuelto su mente. Empapado de locura, siente como unos húmedos y cálidos labios se acercan, ¿es Laura o Tatiana?, no le importa, se deja llevar… cae en el cauce insondable de su boca, de sus besos; ahora, se tragó una pepa.




Aunque el LSD, es el preferido en las rumbas, no es el único protagonista, también lo son las “pepas”. El éxtasis viene en figuras que adornan la singularidad de sus  nombres, Trasnformers, Ferrari, Super-man, Oxegaman, son sólo algunos de los cerca de cien tipos diferentes que existen. Estas particularidades obedecen  a ideas de diseño, gustos y marcas, los efectos son similares, todas se rigen bajo el mismo patrón de euforia y sensación de bienestar, sin embargo, unas dicen proveer al cuerpo de una fuerza descomunal, mientras otras potenciar el deseo sexual; por otro lado algunas prolongan por más tiempo el llamado “guayabo postpepa”, que se caracteriza básicamente por causar letargo mental y malestar físico.

Los espacios más comunes donde se da el consumo de éste tipo de sustancias son las “rumbas electrónicas”, ya sea en una discoteca o en sitios que se adaptan para la realización de éste tipo de eventos. Claro está que no son los únicos, las sintéticas se filtran en otros espacios, sin embargo, la mezcla de drogas, música y licor resultan mucho más seductoras para emprender el llamado “viaje sintético”.

Según Daniel, los lugares predilectos, preferidos por su círculo de amigos y la mayoría de caleños son Elíptica, El Club Mission y Amnesia, discotecas ubicadas en los sectores de Juanchito y Menga; que se encuentran en la capacidad de albergar hasta cuatrocientas personas, caracterizadas por sus modernos sistemas de luces multicolores, video walls, y “cerebros inteligentes” que se encargan de mezclar imágenes en vivo en tercera dimensión; dicen no tener nada que envidiarles a las discotecas Sound Factory y Studio 54 de Nueva York.   

Han pasado aproximadamente treinta  minutos desde que Laura (o Tatiana) “empepó” a Daniel… los sentidos cada vez se estimulan más, al punto de sumergirse en la dimensión de las alucinaciones: ha comenzado “el viaje”. Las luces se convierten en seres carnívoros que abren su boca y quieren tragarlo, como si no bastara con las superficies visitadas con el cartoncito fino y pequeño  que ya se había desvanecido debajo de su lengua. Sus sentidos se embriagan con las ondas sonoras de la música que con sonidos fuertes, agudos y distorsionados  manejan sus sensaciones y  aumentan las pulsaciones de su corazón creando un  bajo profundo y un destilado sudor que penetra hasta sus entrañas. 



Se conocen dos tipos de drogas: las estimulantes y las depresoras; en Cali las más populares son las estimulantes. Anteriormente las más reconocidas eran las “pepas”, es decir, el éxtasis, la cocaína y los ácidos o LSD; ahora una gran oferta inunda el mercado de nuestra ciudad; las hay de todo tipo de colores, olores y sabores; éstas prometen con sus particulares nombres experiencias jamás vividas: la Perica (cocaína), el Crack, el Popper, Two cb ( cocaína alterada de colores ),  María -K (Ketamina y marihuana), Calvin Klein (Ketamina y  cocaína ), Cherry Meth (Éxtasis líquido), son sólo algunas de los nuevos tipos de drogas sintéticas que existen; aun sin nombrar aquellas que como el Rivotril y el Clonazepam hacen parte de los fármacos que se expenden sin precaución alguna.

Según la ONU, en un estudio realizado en el año 2011, en Europa llega una nueva sustancia al mercado cada semana, mientras entre el año 2000 y 2005 se registraban la aparición de cinco, anualmente. Al igual que el International Narcotics Control Board informó el aumento desmesurado del consumo de medicamentos para tratamientos de uso psiquiátrico.


Resulta curioso, según afirma Daniel, estos elementos se adquieren tan fácilmente como un cigarrillo, es un “caramelo” más para los vendedores ambulantes que se pasean a las afueras de ciertas discotecas… nadie sabe qué tan negro es el mercado que se camufla detrás de un simple “carrito” de dulces. Eso sí, éstos no son los únicos “dealers” con los que se puede llegar a topar en un lugar de éstos; la barra, y los baños son los escenarios perfectos para que éstos ávidos personajes se muevan con destreza a la hora de comercializar “la merca”.

Su cuerpo ya parece de caucho, sus carnes se han vuelto maleables, livianas; los poros se funden y se esfuman como las paredes del lugar, su mirada ida pero diáfana busca una puerta, la puerta a lo desconocido. Los colores fluorescentes recorren su cuerpo, ya no son sólo luces, parecen hormiguitas, hormiguitas que le pican el cerebro, le rayan el “coco”… La música, la música es histeria, es alegría que se confunde con felicidad, se lleva en la piel, retumba en la cabeza, cimbra en el corazón; se mueve, te mueves, todo se mueve, te dejas caer en un abismo, la locura.

Al compás del bajo, del agudo, Daniel pierde los estribos, todo es irreal, su mente se congela, ahora son luces, sonidos, sensaciones que recorren su cuerpo de pies a cabeza y marcan el tic tac del reloj. El tiempo se detiene. ¡Necesitás agua!

El agua es un elemento clave en cualquier “viaje”, la transpiración excesiva (efecto secundario de las sintéticas) lleva a la deshidratación, obligando a los asistentes a pagar hasta $20.000 por una botella de éste preciado, preciadísimo líquido en este contexto. Para evitar que alguien “mal use” el grifo y asegurar las ganancias, en ocasiones los mismos establecimientos suspenden el servicio de agua.

Dentro de un marco de “locura”, las discotecas y lugares que se adaptan a las necesidades de un “viaje” no se quedan atrás, cuentan con elementos que lo intensifican: luces de neón, pantallas que proyectan videos e imágenes psicodélicas, humo, bombas de colores, hasta mesas y sillas en el techo que simulan un espacio real, ponen “patas arriba” a cualquiera.

El bolsillo es un elemento esencial en éste caso, un cover en una discoteca electrónica oscila entre los $15.000 y $25.000, la entrada al toque de un Dj extranjero entre los $80.000 y $120.000, dependiendo de la acogida de éste. Los precios de las bebidas superan barreras, una botella de whisky se consigue en $250.000, la de vodka en $140.000, el aguardiente (el menos apetecido) en la “módica” suma de $90.000, y una lata de energizante en $25.000.

Claro está que no cualquiera puede darse el “lujo” de asistir a estos eventos; debido a sus altos costos quien vaya debe contar con dinero suficiente en la billetera. La mayoría de los asistentes pertenecen a estratos altos de la ciudad, inclusive y sin querer, se van conformando grupos, ya que los que van con cierta frecuencia “son los mismos de siempre”.

Un calor insoportable y los rayos brillantes del sol de las 2:00 pm son ahora el despertador de Daniel… Adormecido aún por el “ajetreo” de la noche anterior se niega a abrir los ojos, se niega a enfrentar de nuevo su realidad. Así no quiera le toca, y como sí con esto no bastara, un martilleo constante que retumba en su cabeza hace eco en las paredes de su cráneo, sus neuronas se siguen fritando; se siente cansado y deprimido.


No existen atenuantes para disminuir una resaca, y mucho menos si es existencial, ahora su alma desnuda emprende una torpe lucha contra sus miedos. Su viaje terminó, ya no lo acompaña la droga ni sus efímeros efectos, ahora, sólo es Daniel.

Reportaje publicado por El Giro, Periodismo Reflexivo, Edición 28

Adiós



Quisiera decir que es sólo un hasta luego, pero ya es un hecho, es un adiós… Cargado de nostalgia, indignación, dolor y cierto nivel de angustia ante un porvenir incierto.
¡Adiós al sonoro “¿Amigo, me lleva en mil?”, al cantante con su particular tono de voz, a los vendedores con el mismo discurso: “Señor pasajero con el permiso del señor conductor…”, adiós a aquél “me colabora para atrás por favor”, al peluche de colores extravagantes en la palanca de cambios, al perrito de cabeza movible,  a el cuadro de aquella familia que trabaja unida, a el viento en la cara, a el sonido del timbre, a los chirridos de la registradora, a los pregoneros invitando a qué los pasajeros se suban… Adiós al los buses urbanos, a nuestros queridos, odiados y lamentablemente olvidados!
De nuevo, una vez más nuestros dirigentes disfrazados de mansas ovejitas; anteponen sus intereses, pasando por encima del pueblo dejando atrás sus verdaderas necesidades, olvidando nuestra condición humana, relegando su respectiva responsabilidad social al destino, a Dios y a los mismos afectados.
Este primero de septiembre la cancelación de la tarjeta de operación y la salida de circulación de 12 rutas de transporte urbano de nuestra ciudad, será un hecho; después de la revocación de la tutela que ordenaba que 295 buses y busetas fueran reintegrados, la Secretaría de Tránsito celebró y afirmó que para noviembre  no quedará ni uno sólo “vivo”.
Se desvanecen los colores; empresas como Amarillo Crema, Azul Crema, Azul Plateada, Crema y Rojo, Rojo Gris, Alfonso López, Pance, Río Cali, Papagayo, Coomoepal, entre otros, reducirán sus colores a Blanco y Negro, y sus números de ruta a cero.
Dentro de menos de tres meses, todo lo que conocemos como nuestro sistema de movilidad cambiará, no habrá más opciones, aquellos recorridos que en las alas de un colorido Papagayo 8 duraban tan sólo 30 minutos, se alargaran a 90 en las llantas de un desabrido MIO; una hora de nuestra vida perdida, y eso que sin contar aquellos tantos que debemos gastar esperando ansiosamente la llegada de uno de éstos tanques, monótonos y predecibles.
Es en éste momento donde en realidad pensamos ¿qué tan MIO es el Transporte Masivo?, ¿qué tan nuestras son las decisiones que con libre albedrío toman los dueños de éste monopolio aprovechándose de la necesidad social que significa transportarse?…
Frívolos, como la realidad, terminan siendo éstos aparatos; al menos en los buses gracias, por favor y buenos días aún se hacían presentes… Es triste ver como en menos de 15 minutos una máquina con pinzas parecidas a las de un cangrejo (que camina para atrás) destroza los vehículos, vida y sustento de cientos de personas.
Dolor es ver cómo mientras nuestros recuerdos, los sueños, y el alimento de centenares de familias se convierte en un montón de chatarra, nos quedamos con los brazos cruzados.
Definitivamente y como lo dijo el chofer del último bus que abordé,  “aquí hacen lo que les da la gana con el pueblo, porque nadie dice nada”.
A no ser  que tomemos conciencia y hagamos uso de nuestros derechos como  ciudadanos, seremos la fiel copia del perrito de cabeza movible que a todo le dice sí.
…los extrañaré con mis entrañas.

*Columna publicada  en el portal de la Revista El Clavo, Agosto de 2012

¡Me mamé!

Yo no sé usted señor lector, pero yo, estoy mamada de la cantidad absurda de “escándalos” en los que se ha visto envuelto el país durante los últimos meses, la forma particular en cómo los medios de comunicación presentan la información; y sobre todo, lo más chocante para mí, aquella actitud indiferente y ciega que se toma hacia los verdaderos problemas que nos acechan.

Bien decía un gran escritor colombiano “la realidad supera la ficción”, y no está demás citarlo cuando día a día una o dos “chivitas” son el centro de atención de todas las miradas; noticias como el escándalo en torno a las mujeres que fueron contratadas por los  Agentes del Servicio Secreto, la “embarrada” de Shakira al cantar el himno nacional, la liberación y posterior captura de Sigifredo López, el misterioso  caso Colmenares y la particular procedencia de sus implicados,  el “descache” del senador Merlano al manejar sin licencia de conducción… sólo por mencionar algunas…

 Y las más recientes, como los funcionarios y políticos que fueron mencionados en el diario de Juan Carlos Ramírez, el tal “Chupeta”; la fiesta de matrimonio de otro narco-paramilitar al cual asistieron reconocidas figuras de nuestra farándula colombiana  -el man no andaba muerto, andaba de “fritanga”-, el título “chimbo” de Ubeimar Delgado, nuestro nuevo Gobernador; la columna de la Azcárate sobre las gorditas… ¿y por qué no?, el regreso de “Ese Oscar” a la casa estudio.

¿No se le hace raro?...

 No sé si peco por mi malicia indígena, pero la verdad me parece que detrás de cada uno de éstos sucesos, más que representar el reflejo de nuestra maltratada sociedad, se esconde algo más escabroso.

Me atrevería a decir que son simples “cortinas de humo” que pretenden ocultar algo importante, noticias con verdaderas repercusiones, como lo son la pasada puesta en marcha del TLC (Tratado pa` Los de Cuello blanco) el 15 de mayo  del presente año (empañado por el atentado al Ex – ministro Fernando Londoño), y la ahora famosa y renombrada Reforma a la Justicia, que pone la Constitución de nuestro país a merced del beneficio de unos pocos… de los mismos de siempre; en éste caso particular de los intereses de los congresistas, magistrados y las diferentes ramas del poder.

“Pan y circo” era la estrategia de los antiguos romanos para mantener al pueblo distraído, con el fin de que olvidaran sus verdaderos problemas y no se inmiscuyeran en los asuntos de Estado; situación que hoy en día no está lejos de nuestra realidad, eso sí, al menos a los romanos les daban pan...

No es correcto señalar sólo a los dueños del monopolio comunicativo y sus “titiriteros” como los culpables de nuestra desinformación e ignorancia frente a ciertas problemáticas del país, en parte también tenemos culpa por caer en su juego.

...pero bueno, por el momento tocará aguantarse, supongo que será necesario considerar como parte trivial de la rutina la algarabía formada alrededor de temas como la convivencia de los tales protagonistas en la casa estudio (que terminan siendo “Trendind Topics” en las redes sociales); y la indiferencia  de la gran mayoría frente a la verdadera situación de un país lastimado y manoseado por sus dirigentes.

Yo le recuerdo algo Señor lector, como decía Simón Bolívar: “un pueblo ignorante, es instrumento ciego de su propia destrucción”.



Lina María Álvarez

*Columna publicada  en el portal de la Revista El Clavo, Julio de 2012

¿El fin justifica los medios?





Como decía una escritora francesa George Sand: “La belleza exterior no es más que el encanto de un instante”; nuestra noción de lo bello y atractivo se ha remitido exclusivamente a lo efímero, y pasajero; una ideología banal, que linda con lo superficial.

Y es que vivimos en una sociedad plástica; y no sólo lo digo por la cantidad descomunal de implantes de silicona que cuelgan de los senos de cientos de mujeres que se pasean por las calles “seguras” de sí mismas, sino también por aquel pensamiento cargado de frivolidad, y carente de racionalidad: la belleza física, es lo más importante en la vida de un ser humano, con ella, lo consigues todo….

¿Qué tanto hay de cierto en dicha afirmación?, la verdad no lo sé, supongo que hasta un determinado punto tendrá razón, y no porqué se sustente como un argumento valedero, si no por la fuerza que ejerce el contexto sobre ella… Vivimos en una sociedad meramente superficial, todos lo sabemos y admitimos.

Pero bueno, ¿Quién soy yo para criticar una ideología ya fundada (más no fundamentada), cuya esencia es la subjetividad?

El tema principal de esta edición no es la noción de belleza que tenemos como tal; es la estética, término que ya no es acuñado coloquialmente a aquella forma de apreciar el arte y la armonía de un determinado elemento; en la actualidad, dicho objeto es la mujer.

Resulta casi imposible enumerar todo tipo de procedimientos a los que una mujer está dispuesta a someterse para verse bella y sentirse bien consigo misma; no sólo los quirúrgicos e invasivos, si no también aquellos más sencillos: masajes adelgazantes, aplicación de ampolletas en los glúteos, mascarillas faciales, cámaras de bronceo, yeso terapia, meso terapia, entre otros; que hacen parte de dicho listado que parece nunca acabar, pues cada día esta industria se robustece y descubre a pasos agigantados nuevos procedimientos. En algunos de ellos, se pone en riesgo la salud y en ocasiones la vida; dicen por ahí que el fin justifica los medios, pero cuando se trata de la noción de belleza, la cuál es subjetiva y dictada por los modelos a seguir de una sociedad, ¿realmente vale la pena?

Inseguridad, vanidad, perfeccionismo, presión social, alta autoestima o carencia de ella;  es difícil llegar a conocer a fondo lo que sucede; y como no aceptarlo, soy mujer, y me gusta verme bien; la cuestión principal, que más que un cuestionamiento debe ser una reflexión personal, es pensar hasta qué punto la belleza física es importante en la vida de un ser humano; ¿es lo esencial?, ¿si soy bella alcanzaré el éxito?, ¿profesionalmente me abrirá muchas puertas?; ¿todo entra por los ojos?, y sí entra, ¿hasta qué punto?, ¿mi vida amorosa mejorará?... ¿Tendré a todos los hombres rendidos a mis pies?; vale la pena meditarlo.


Lina María Álvarez Padilla

¿Qué tan dulce es el aroma del café?


“Colombia, el tercer productor de café en el mundo, pasó de producir 17 millones de sacos a comienzos de los 90´s a menos de la mitad en el año 2010.

 Para cumplir con las cuotas de producción, el país ahora, incluso importa café” (1)


En un ritual de placer, agudice sus sentidos; prepárese para deleitarse con una incomparable bebida… Déjese seducir por su aroma, textura, suavidad e inigualable sabor.  Verdaderamente es exquisito al paladar y sus cualidades le atribuyen el título de “El mejor café del mundo”, el café del Quindío.

El eje cafetero, como su nombre lo dice, es el centro de la producción de café en Colombia, éste se compone de 47 municipios y 411 veredas, las cuáles comprenden los territorios del Departamento del Quindío y parte del Norte del Valle. La belleza de sus tierras, además de la productividad de las mismos hizo que en junio del 2011 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura, UNESCO declarará a la región como Patrimonio de la Humanidad.

Y es que no sólo los paisajes son los responsables del particular encanto de éste lugar; un clima agradable que oscila entre los 18 y los 21 ºC contrasta con el calor humano de sus pobladores… Una arquitectura colonial presente en todas sus calles; colores vivos adornando las paredes de las casas, y elementos propios característicos de su cultura, consuman un viaje a través del tiempo, al pasado donde los caficultores con esfuerzo y esmero transformaron su suelo.

Está bien aceptar que al describir al Eje Cafetero se cae en el unísono tono de los folletos que incentivan a los turistas a visitarlo, y es que no está demás decir que el turismo es la actividad económica que manda la parada en el Quindío.

Cerca de 500.000 turistas llegan anualmente a éste Departamento, según la Secretaría de Cultura y Turismo; la cifra que se ha mantenido con unos leves cambios los últimos 3 años.

“…el turismo es un arma de doble filo, se supone
que es bueno, pero uno sabe hasta dónde llega tanta belleza”
Francisco Ruiz




Café, café

Ese granito pequeño de color marrón y agradable al sentido del olfato, no es más que el resultado del trabajo de cientos de personas que se encuentran involucradas en su producción; algunas encargadas de la siembra, otras de la cosecha, varias de la recolección y muy pocas del procesamiento (las máquinas desplazaron la utilización  de gran cantidad de mano de obra).

En el Eje Cafetero se produce el 25% del café de todo el país, según el Comité Departamental de Cafeteros del Quindío; café con el sello de Garantía de Origen, otorgado por la Unión Europea en septiembre del 2007, el cuál certifica la calidad del café arábigo bajo el programa de “100 % Colombiano”.



Hace una década las personas que dependían de la siembra y producción de café oscilaban entre los 38.000 y los 40.000… hoy en día no existen cifras exactas, lo cierto es que con el auge del turismo, la adaptación de las fincas cafeteras a otro tipo de cultivos y enfermedades como la broca y la rolla que afectaron los cultivos años atrás(y aún lo siguen haciendo), hicieron que estas cifras tuvieran un cambio abismal.

Parece increíble, pero después de que Colombia ocupara el segundo puesto en producción de café a nivel mundial, detrás del Brasil, en la actualidad se ha visto forzada a comprar su propia producción y en ocasiones a importarla; a pesar de que el gobierno ha prestado subsidios para ayudar a este gremio, la caída es constante.

La mala cosecha que se viene dando desde el 2003, el descenso de la cotización del grano de café, el bajo precio del dólar, las enfermedades en los cultivos; además de los altos costos de producción, son tan sólo algunos de los problemas que aquejan al gremio cafetero.


El drama de un hombre, el drama de un pueblo…


Carlos Mario Suarez

La cédula es la vieja, Carlos Mario tiene 73 años y si su cabellera no pintara unas pocas canas, sería casi imposible adivinar su edad.  Nació en Alcalá, un municipio ubicado al Norte del Valle, a 7 minutos de Quimbaya; actualmente vive sólo con su hermana.

Desde los 20 años aprendió “mecánica empírica”, como él la llama, hace 30 fundó un taller en su propia casa, donde se dedicaba a reparar las máquinas que se utilizan en el procesamiento del grano de café.

Conocedor del tema, no sólo por su trabajo, sino también porque las repercusiones de la crisis las vive en carne propia:

-“Esto se dio, primero porque los mafiosos llegaron y compraron todo, sacaron la gente casi a las malas. Por ejemplo, usted tenía una finca pequeña a lindas de lo que él compro; entonces llegaban, y me la vende o me la vende. A ellos como no les interesaba el café ni nada, dejaron acabarlo…Y lo otro fue por la broca, una enfermedad que le dio al café, que afectó a un montón de cultivos”

Comentaba, mientras con nostalgia recordaba como contaba con la ayuda de 10 hombres en su taller; semanalmente podía arreglar de 20 a 30 máquinas. Hoy en día, el taller ésta vacío, está lleno de herramientas, de polvo; de recuerdos empolvados que con el tiempo se hacen más difíciles de limpiar… ya no recibe máquinas para reparar, 1 o 2 al mes son una bendición.

“Después de todo ese cuento el desempleo fue horrible; fincas aquí de 400 trabajadores en cosecha  las convirtieron pal ganado, ahorita quedaron sólo con 2 o 3 personas; ya que pa´eso no se necesita casi gente”.

Carlos Mario, hoy en día, no vive… sobrevive con sus pocos ingresos, que al menos le dan “pa´ la comidita”.



Francisco Ruiz

En sus ojos se observa más que bondad, la sabiduría adorna cada palabra que pronuncia. Sus gestos denotan que se trata de una persona culta y trabajadora, preocupada eso sí, porque no sabe “dónde iremos a parar”…

“Yo hice el último censo en Puerto Alejandría, ante lo que había sucedido antes desapareció el  trabajo para 22.000 personas, que era gente de acá y otros que venían del Cauca, de Nariño, de Tolima…”

Francisco tiene 85 años, vive en Quimbaya en compañía de su hermana, la cuál vive su propio drama pues desde hace un año su diario vivir está marcado por una herida que no sana, por una herida abierta que le dejó la cirugía que le practicaron para extirpar el tumor… él vive con el “alma abierta” también.

“Eso del turismo, que es lo que da ahora, aparentemente es una cuestión muy importante para el que tiene la platica para gastarla ¿cierto?, pero que no le importa la vida del trabajador, del pueblo… Por ejemplo Quimbaya, en Quimbaya nos desapareció toda la zona cafetera que era la zona baja, eso lo compraron los tales moscos… Vaya vea eso ahora como está, puro monte porque esas tierras las confiscó el Gobierno”…

Ante un panorama desolador, sigue teniendo fe en su “tierrita”, dice que desde hace poco están volviendo a sembrar café, “y quien quita que de ahí salga algo bueno”… Por otro lado, habla de la esperanza que ha surgido en el cultivo de plátano y de cítricos, que aunque no representan un sustento como tal, son la alternativa de supervivencia de unos cuantos.


Don Ebert

“La verdad, lo único que yo le puedo decir es mi nombre, esto por acá está muy caliente y en éstos pueblos hasta están extorsionando la gente. Yo soy un obrero, llevo trabajando en esto desde hace muchos años. ¿Hoy en día? ¡Hoy en día no hay empleo!, si usted quiere comer, le toca buscar otras alternativas”.

Comentaba mientras sorbía un trago de su 'pintadito'.

“Después de todo ese problema de los cultivos con la broca, y la rolla la gente quedo muy mal y pues pa´ rematar llegaron los mafiosos, entonces era preferible vender que quedarse ahí.

Sin saber más que su nombre, Don Eber dejó entrever sinceridad en cada una de sus palabras, sus manos de trabajador constataban que lo que estaba diciendo era cierto; tenía afán, quería  irse pa' la casa ya que su mujer lo estaba esperando.

Sin titubear, y a pesar de que su acompañante Alexander, lo persuadió de no seguir hablando; susurrando comentó:

Hoy en día como está esto, el café ya no da. Vea, eso habían fincas que empleaban hasta 50 personas y hoy en día nada… Ahora lo que da es la erradicación de coca, eso sí, cada uno bajo su responsabilidad”.

La erradicación de cultivos ilícitos es una iniciativa que promueve el Gobierno con el fin de acabar con los sembrados de coca; personas como Alexander, son los encargados de “reclutar” gente.

“Pues eso es peligroso obviamente, pero pues le toca a uno porque qué más. Eso da más platica, pero corre riesgo es la seguridad de uno. De acá de Quimbaya ya han matado dos, y la última vez que subimos por allá, un amigo mío quedo sin piernas”.

La mayoría de los grupos de erradicadores de coca que salen del Quindío terminan trabajando en el Tolima, laboran durante 3 meses en una finca; donde se les brinda vivienda y comida. Cuando termina éste lapso de tiempo (si es que logran sobrevivir), se les hace un pago de $3.000.000, independientemente de la cantidad de hoja arrancada.

Eso sí, no cuentan con una formación previa.


… Y pues sí

Según el propietario del Café Jesús Martín, ubicado en el Municipio de Salento, producir una arroba de café cuesta $65.000, la cual se vende a $69.000; un margen de ganancias irrisorio si se tiene en cuenta el largo proceso del cual se necesita para producir y fabricar un buen producto. Difícil resulta exportar, ya que los costos de producción del café en el exterior son muchísimo más bajos.

Resulta paradójico pensar cómo en la tierra del café, está escaso el café; como las personas que vivieron años de su cultivo, recolección o producción, hoy en día no tienen otra opción más que buscar otras alternativas; ya que el patrimonio dejado como legado durante generaciones por sus familias, no sirve.

El turismo, de una u otra manera ha ayudado a la economía en el Quindío, eso sí, vale la pena resaltar que quienes reciben en realidad las ganancias de éste comercio, son los dueños de las fincas hoteleras, parques temáticos y demás atractivos; la gente común, al pueblo, no le queda más de otra que recurrir a las ventas, “hay que aprovechar que aquí viene mucha gente”, dicen por ahí.

En el 'bostezeadero', una esquina en donde se reúnen los obreros los domingos   a buscar trabajo, hablan de la vieja tradición de cantar mientras se recolectaba “el rojito”, sinónimo de alegría y entrega con trabajo:

-          Cafecito moreno, de flores tan blancas…
donde color le pongo a mis esperanzas -




Hoy en día, no quedan si no los ecos… los fantasmas de lo que fue “la verdadera tierra del café”.



Trabajo realizado en Junio de 2012