6.13.2013

Una huella de vida.






“¡El estado no sirve pa´un culo… Si usted me llama pa´matar 20 personas yo voy; si se trata de maltratar a un animal, ni loca!”, comentó con naturalidad Liliana, quién sin tapujos soltó su lengua, y dejó entrever en a través de sus gafas color marrón, la diafanidad presente en sus palabras.

El reloj marcó las 5:00, había sido un día pesado; la misma rutina de siempre, y para rematar un viajecito de esos cansones: Cali – Dagua;  sin embargo, su energía y vitalidad salieron a relucir al entrar en contacto con sus tesoros, con la luz de sus ojos: los animales.

“Muñeca, sentáte ¡No jodás pues, quedáte quieta!” decía casi vociferando; mientras aquella cachorrita de tan sólo 3 patas jugueteaba.

Su oficina,  estaba adornada por 5 perros y 1 gatito inquieto; bebía constantemente un poco de agua para agregarle más fuerza a sus palabras, palabras que se tornaban difíciles de entender, ya que ama el lenguaje almibarado; es una persona muy culta.

Liliana Ossa, ha sido Decana de la Facultad de Artes del Instituto Bellas Artes, ha dictado clases en varias universidades, entre ellas, la del Valle y la Autónoma, y en el momento está a cargo del Diplomado en Competencias, y Responsabilidades Ambientales, que ella misma dicta por parte de la fundación; “¿Y quiere más?”…

Es la directora de la Fundación Paz Animal; una ONG dedicada a la defensa de los derechos de los animales; la cuál como Organización No Gubernamental, no recibe apoyo alguno del gobierno; sus ingresos y sostenimiento han sido posibles gracias a los servicios que prestan, y a las donaciones que hacen algunas empresas o personas naturales.

Adrede, se sabe que la labor que Liliana presta en su fundación no es fácil, sin embargo y gracias a la perseverancia de un grupo pequeño de personas, está institución se ha consolidado en 16 años como una de las más importantes en Cali; presta diversos servicios a módicos precios, y todo ello con el fin de sostener el albergue, donde se llevan aquellos animales indefensos para que reciban todo lo necesario para llevar una vida digna.

Su eslogan es una “huella de vida”, es “dejar una huella en los corazones de todo aquel que tenga corazón”; es la huella que ha dejado Liliana en la historia, pues lleva más de 20 años al servicio de los “hermanos animales”.

No soporta que le digan doña, mucho menos escuchar acerca de la mala suerte de algún animalito por ahí, no le cabe en la cabeza como en  pleno siglo XXI algunas personas no tienen conciencia de que ellos también merecen respeto; sin embargo, cree en el cambio, “lo bueno está por venir”…

Vive por ellos y para ellos… ellos son su vida. Y por su vida, entiéndase que Liliana dejó su trabajo, abandonó la Decanatura por entregarse de lleno a la defensa de los animales desamparados.


“La inclusión, la solidaridad y la compasión son los valores principales de esta generación; hoy en día para un joven lo mismo es un gatico que el Papa, eso significa que nos alejamos de la macabra heredad de los españoles. El cambio está por venir, sólo es cuestión de tiempo”.

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